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Donostia

Mulatu Astatke y el orgullo de la aportación de la cultura africana al mundo

El etíope Mulatu Astatke ha recibido este viernes, horas después de su concierto anoche en la playa de la Zurriola, el premio Donostiako Jazzaldia, convirtiéndose en el primer músico africano en tenerlo. Nacido en 1943 y padre del llamado ethio-jazz, ha incidido en la importancia de las raíces.

Mulatu Astatke ha recibido el premio este viernes de la mano de Miguel Martín, director de Jazzaldia.
Mulatu Astatke ha recibido el premio este viernes de la mano de Miguel Martín, director de Jazzaldia. (Jon URBE | FOKU)

El etíope Mulatu Astatke se ha convertido este viernes en el primer músico africano en recibir el premio Donostiako Jazzaldia que concede el Festival de Jazz de la capital guipuzcoana. Lo ha recibido como un galardón «a toda África», a la contribución que la cultura de ese continente ha hecho a la del resto del mundo.

Astatke ha recogido el premio de manos del director del Festival, Miguel Martín, en una comparecencia en Donostia momentos antes de tomar un avión para seguir con una gira que tuvo ayer una parada en la 57º edición, con un concierto en el escenario de la playa de la Zurriola que ha calificado de «maravilloso».

«La cultura africana ha impregnado el mundo con su saber no sólo en términos musicales, sino en muchas otras disciplinas artísticas como la danza. Y por ello aprecio tanto este premio que me ofrecen hoy», ha subrayado.

Ésta ha sido, además, la primera actuación en el Jazzaldia de este compositor, vibrafonista y percusionista, nacido en el este de Etiopía en 1943, que fue asimismo el primer estudiante africano de la prestigiosa escuela de música Berklee de Boston, en Estados Unidos, adonde llegó tras su paso por el Trinity College of Music de Londres.

Padre del ethio-jazz

El Festival donostiarra recordaba hoy que, con todo lo aprendido y escuchado en el extranjero, el joven Astatke regresó en 1969 a Adís Abeba para, con la fusión del jazz, la música latina y tradicional etíope, crear un nuevo estilo, el ethio-jazz.

«Mi carrera no ha sido fácil, nunca ha sido sencilla. Al comienzo fue difícil introducir este tipo de música, pero luego ganamos en experiencia», ha señalado Astatke, que sólo ha podido contestar a tres preguntas por lo apresurado de su marcha al aeropuerto.

Este músico, que ha ejercido de arreglista, profesor y director, ha aludido constantemente a la importante aportación que desde África se ha hecho a la música en todo el mundo, como «homenaje» también a quienes «han retomado los instrumentos de la población rural y han hecho que evolucionen».

«Pido que no se olvide el origen, dónde están esas raíces», ha manifestado el músico etíope, que como muchos otros, se ha «enriquecido» con esos instrumentos locales africanos y que, como ayer en el concierto, lucía una bufanda con los colores de la bandera de su país.

Su personal sonido esconde «una mezcla de músicas del mundo», pero en vez de citar nombres míticos que le han influido en estas décadas de carrera, ha preferido elogiar a los músicos con los que trabaja ahora.

«Es una banda cohesionada y todos comprenden la música que quiero tocar», ha destacado de su grupo, integrado por James Arben (saxo), Byron Wallen (trompeta), Danny Keane (cello), Ben Brown (batería), John Edwards (contrabajo) y Richard Olatunde Baker (percusión).

Con todos ellos, Astatke sintió anoche, sobre el escenario de la playa de este Jazzaldia, «el aprecio y la entrega del público». «Fue hermosísimo, todos estábamos felices», ha resaltado antes de abandonar el teatro Victoria Eugenia camino de su siguiente destino y con una música que, en palabras del Festival, es «única» y está «marcada con un sello personal que la hace fácilmente reconocible pero difícilmente imitable».