Gorka Ikatza

La mula de Moscú

Unos rusos que promocionaban el vodka en Estados Unidos, un hostelero que producía cerveza de jengibre y una señora con muchas tazas de cobre dieron pie al Moscow Mule, y ese era solo el inicio...

Moscow Mule, en su katilu de cobre.
Moscow Mule, en su katilu de cobre. (Getty)

No hay datos de que tras el fin de la Ley Seca el vodka llegara a California desde Moscú en mula, pero a comienzos de los años 40 del pasado siglo al propietario de un bar en Sunset Bulevard y a unos colegas con quienes compartía tragos en una calurosa noche de verano se les habría ocurrido mezclar el destilado ruso con cerveza de jengibre y tomarlo en una taza de cobre. Fue el primer Moscow Mule, un combinado refrescante, gaseoso y hasta electrizante.

El Moscow mule, o Mula de Moscú, es un combinado poco conocido aquí pero que quien lo prueba no sólo repite sino que asegura, con absoluto convencimiento, que puede competir perfectamente con mezclas tan populares como el gin tonic o el mojito. Además, quien lo bebe ofrece una imagen muy particular, entre ruda y sofisticada, pues se toma en algo tan poco habitual como un katilu de cobre.

Y es que, como comenta Yon Pavón, del Patricio Bar de Lasarte, «se trata de una bebida ideal para disfrutar en las noches de verano». Una mezcla que funde a la perfección lo ácido y lo dulce y que, si se quiere ir más allá de su receta clásica, da pie a la creatividad más explosiva, pues acepta desde chocolate hasta mezcal pasando por el pepino.

Puede parecer insólito, pero la mula de Moscú puede cargar, alegremente y sin cocear, con todo lo que un buen bartender lleve en su imaginación.

Rusia y Estados Unidos

Aunque la base alcohólica y el nombre del combinado suenen a ruso, aunque lleve Rusia en el alma lo cierto es que el Moscow Mule es un combinado de origen estadounidense, concretamente de Los Angeles, en California.

Como en todo lo que rodea a la historia de cócteles y combinados, siempre hay diferentes versiones, en muchos casos contradictorias e incluso temporal y geográficamente incongruentes. La Mula de Moscú no podía ser menos, y por ello hay quien situando la acción en el mismo año y con los mismos personajes los ubica en el extremo opuesto de los Estados Unidos, concretamente en el hotel Chatham de Manhattan, en la zona llamada Little Moscow.

‘The Wall Street Journal’ se apuntó a esta versión en el año 2007 afirmando, incluso, que la primera persona a la que sirvieron el trago fue Broderick Crawford, actor y ganador de un Oscar.

Pero por estar en verano y preferir escuchar el rumor de las olas en la playa en vez del ruido de la circulación urbana, optaremos por el Cock ‘n’ Bull Pub, en el 9170 del famoso Sunset Boulevardd de Hollywood.

Es verano de 1941 y el propietario del establecimiento, Jack Morgan, disfruta animadamente de la velada junto a dos colegas de origen ruso. Se trataría de John G. Martin y Rudolph Kunett, ambos relacionados con la fabricación y distribución del vodka Smirnoff. Morgan, además de propietario del pub, también era presidente de Cock 'n' Bull Products, que producía la cerveza de jengibre del mismo nombre.

Y la señora Berezinski

Como las historias son diversas y en algún momento aparece la señora Sophie Berezinski con sus tazas de cobre, situaremos también a ella en este mismo espacio y tiempo. La familia de esta mujer había abandonado algunos años antes la Unión Soviética y se había enraizado en los Estados Unidos desarrollando la misma actividad que allá; esto es, producir envases de cobre.

Así pues, pasando la velada con Jack Morgan y los expatriados rusos se les habría ocurrido combinar el vodka de Martin y Kunett con la cerveza de jengibre de Morgan, echar un chorro de limón para darle una acidez refrescante y beberlo en las tazas que fabricaba la señora Berezinski.

Se cuenta que tres circunstancias se confabularon para gestar la mula de Moscú: los rusos estaban tratando de introducir el gusto por el vodka en los paladares norteamericanos y por ello disponían en esos momentos de gran cantidad del destilado; Morgan tenía exceso de una cerveza de jengibre que no vendía; y Berezinski no sabía qué hacer con sus tazas de cobre que nadie compraba.

Así las cosas, y cuando ya habían bebido bastante, se les habría ocurrido la brillante idea de mezclar el vodka con la cerveza de jengibre y echarle limón. Les gustó el invento, y algunos días después lo bautizaron como Moscow Mule.

Hay otra versión con los mismos personajes y en el mismo lugar pero que atribuye el combinado al jefe de camareros del pub, un tal Wes Price.

Según esta historia, Price estaría limpiando y poniendo en orden el almacén del Cock 'n' Bull Pub y tenía demasiadas cajas de vodka y cerveza de jengibre con las que no sabía qué hacer y a las que quiso dar salida. Así, habría tenido la lucidez de combinar ambos productos y la mezcla resultó del gusto de los presentes.

Cock ‘n’ Bull Pub de Sunset Boulevard (Hollywood).

¿Y por qué servirlo en una taza de cobre? Pues, al parecer, porque era lo que en aquellos momentos Wes Price tenía más a mano tras la barra; unos envases metálicos nada habituales para tomar tragos y que en su momento habría llevado la señora Berezinski porque no sabía cómo quitárselos de encima.

Se dice que Sophie Berezinski había abandonado la Unión Soviética a finales de los años 20 del pasado siglo con dirección a Nueva York y que con ella llevó un cargamento de 2.000 tazas de cobre de las que fabricaba su familia en el Moscow Copper Co. Eran unas hermosas tazas que ella misma había diseñado y con las que pretendía iniciar una nueva vida en los Estados Unidos.

Sophie Berezinski y su marido. (Wikipedia Commons)

Tras varios años en «la ciudad que nunca duerme» y sin vender una taza, decidió desplazarse hasta California, a ver si por aquellas tierras del oeste tenía más suerte con su producto. Hay quien cuenta que iba de puerta en puerta ofreciendo sus tazas de cobre y que fue en una de esas que recaló en el Cock 'n' Bull Pub.

Sea como fuere, y con unos protagonistas u otros, lo único cierto, como recalca Yon Pavón, es que el Moscow Mule es un combinado sencillísimo de hacer, súper refrescante, elegante, muy sensual y con un punto ácido y picante.

Hasta que la llamada Crisis de los Misiles y el inicio de la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia hiciera que pedir un Moscow Mule no fuera «políticamente correcto», la popularidad del combinado fue en aumento, hasta llegar a convertirse durante los años 50 en la bebida de moda entre lo más distinguido de Hollywood. Para estar en el ambiente era imprescindible pedir una mula de Moscú.

Preparación

Si se quiere disfrutar de un Moscow Mule, Yon Pavón nos dice que es suficiente con echar en un katilu de cobre 5 cl de vodka, 2 cl de zumo de lima y un trocito de jengibre. Se remueve todo bien con hielo picado y, al final, se echa la cerveza de jengibre. Una rodajita de lima para decorar, una pajita para beber y el combinado está listo. «Para rebajar la acidez se puede echar un poquito de azúcar o sirope de jengibre», recomienda.

Esta sería la receta clásica, pero la Mula de Moscú carga perfectamente con otros muchos componentes con los que puede jugar la creatividad de los cocteleros y que incluso pueden llegar a tener poco que ver con el combinado original aunque, curiosamente, en la mayoría de los casos mantienen el nombre.

Moscow Mule funde a la perfección lo ácido y lo dulce y en versiones creativas acepta desde chocolate hasta mezcal pasando por pepino

 

Y es que hay Moscow Mules que sustituyen el vodka por el mezcal, la cerveza de jengibre por la de cebada o introducen soda, chocolate bitter, mermelada de naranja amarga, macerado de hojas, miel…

Respecto al tipo de vodka, lo ortodoxo sería que fuera neutro, pero en la actualidad se emplea vodka de frutos o infusionada con diferentes hierbas. La Mula de Moscú parece que lo admite todo.

Con lo que hay cierta polémica es con el tema de la taza de cobre que, por cierto, no es imprescindible para poder disfrutar de un Moscow Mule ya que se puede servir perfectamente en otro tipo de vaso, como, por ejemplo, un Collins; sin despreciar, por supuesto,  cualquiera de los que podamos tener en casa.

Pero la tradición marca el katilu de cobre, y en el metal parece estar precisamente el problema. Al parecer, con el transcurso del tiempo y por efecto del alcohol el cobre comenzaría a oxidarse liberando parte de su composición, que pasaría a la bebida. Esto ocurriría a partir de la media hora. No obstante, habría que beber mucho para que la cantidad de cobre en el organismo comenzara a ser perjudicial para la salud y, en cualquier caso y sin necesidad de cronometrar el momento, valdría con acabar la Mula de Moscú antes de media hora.

Además, hoy en día, y para estar a salvo de cualquier riesgo, las tazas que se emplean para servir el Moscow Mule suelen estar recubiertas en su interior por un fino baño de níquel o acero inoxidable que las hace absolutamente inofensivas conservando su alma de cobre.

Y es que la gran ventaja de la taza de cobre es que mantiene el combinado frío durante más tiempo y que, al poder ser cogida por el asa, la mano no calienta el envase en ningún momento. Esto es estupendo para que el trago cumpla con su función refrescante.

La gran ventaja de la taza de cobre es que mantiene el combinado frío más tiempo y la mano no calienta el envase

 

Hace poco más de un año, al rapero puertorriqueño Bad Bunny se le ocurrió dedicar una canción precisamente a este combinado. El rap ‘Moscow Mule’, del disco ‘Un verano sin ti’, llegó a los puestos más altos en las listas de gran parte de los países hispanos -incluido el vecino del sur, donde fue número 1-, aunque no tuvo particular relevancia en otros entornos culturales.  

Aparte de en el título, el nombre del combinado tan sólo se menciona en una ocasión, en un reguetón cuyo estribillo dice: «Si quieres te la saco. Dos trago´ y sabes que me pongo bellaco. No somo´ nada´, pero estamo´ envuelto´ hace rato, oh-oh».

En fin, mejor buscamos otro fondo musical para no estropear el rumor del oleaje y poder disfrutar de una excitante taza de Moscow Mule sin perturbaciones. Y, sin desearle ningún mal al este, a Bad Bunny se lo puede llevar a Moscú la mula.