
Todo viene de la primera novela de Ian Fleming, ‘Casino Royal’, publicada en 1953 y que dio pie a la película del mismo título, estrenada en el año 2006. El agente británico del MI6 se encuentra jugando una partida de póquer en el Casino Royal de Montenegro y pide la presencia de un camarero para que le prepare un trago. Un chasquido con los dedos y el camarero entra en escena:
-Un Dry Martini –dijo-. Uno. En una copa baja de champán.
-Oui, Monsieur.
-Un momento. Tres medidas de Gordon’s, una de vodka, media de Kina Lillet. Agítelo bien con hielo hasta que esté bien helado. Luego añádale una fina corteza de limón. ¿Lo ha anotado?
-Por supuesto, Monsieur.
-Madre mía. Desde luego, es un pelotazo –dijo Leiter.
Bond rió.

Es la primera ocasión en la que pide este trago, que califica de «excelente», y el espía al servicio de Su Majestad aún no le ha puesto nombre, simplemente lo denomina Special Martini. «Esta bebida es mi propia invención. Voy a patentarlo cuando se me ocurra un buen nombre», confiesa. Y eso llega en otro momento, cuando después de haber sobrevivido a un envenenamiento, precisamente con otro cóctel, lo bautiza como Vesper.
«Voy a ponerle el nombre de Vesper», dice a su acompañante. «¿Por el regusto amargo que deja?», pregunta ella. «No, porque una vez que lo pruebas no quieres otra cosa», concluye James Bond, con cara de querer expresar más de lo dice. Y es que en aquel momento el agente 007 con licencia para matar estaba pensando en Vesper Lynd, una oficial del Tesoro británico, y amante, de la que se había enamorado.
El trago en cuestión es una aportación literaria de Ian Fleming sobre la ocurrencia de un amigo suyo
El trago en cuestión es una aportación literaria de Ian Fleming sobre la ocurrencia de un amigo suyo, Ivar Bryce, que propuso añadir vodka a un Dry Martini. Aunque a su personaje el cóctel le cautiva tanto como su amante, el autor confesó en más de una ocasión que el trago le parecía «desagradable».
El cóctel Vesper no vuelve a aparecer en ningún otro libro de la serie hasta la película ‘Royal Casino’, y en la posterior ‘Quantum of solace’ En el resto de las ocasiones, James Bond se refiere al trago como Dry Martini o Vodka Martini.
Por cierto, que el Kina Lillet al que hacer referencia la receta del agente 007 es un vino blanco aromatizado de la zona de Burdeos que ya no está disponible y que se sustituye por Lillet blanc o, simplemente, por vermú seco, que es el más amargo de los diferentes vermús.
¿Agitado o revuelto? Aquí, James Bond lo tiene claro: agitado. Así lo especifica la primera vez que lo pide, y lo seguirá precisando en momentos posteriores, lo denomine como lo denomine.
Si bien para el agente secreto británico no hay duda alguna, entre los expertos en coctelería hay variedad de opiniones. Para unos, el trago de Martini debe ser removido ligeramente, no agitado, «para que las moléculas descansen sensualmente unas sobre otras».
Para otros, la bebida debe de ser agitada vigorosamente para que se oxigene; esto agudizaría el sabor y distribuiría el vermú de manera más uniforme. También es cierto que al ser agitado en la coctelera con hielos, estos se derriten en parte y el cóctel se rebaja.
Hay una curiosidad respecto a esta controversia entre agitado o revuelto. En la versión original en inglés de la película ‘Casino Royal’ James Bond precisa «shaken, not stirred» cuando pide su Vesper. Es decir, agitado, no revuelto o movido. Sin embargo, en la traducción española se le escucha decir «mezclado, no agitado». En la película ‘Spectre’ ya aparece la traducción correcta: «Un Vodka Martini, agitado, no mezclado».
Es la presencia del vodka lo que diferencia a un Vesper o Vodka Martini de un Dry Martini
Es precisamente la presencia del vodka lo que diferencia a un Vesper o Vodka Martini de un Dry Martini, un cóctel que data de finales del siglo XIX y que tuvo su época dorada hace cien años, cuando se convirtió en parte de la cultura popular de los Estados Unidos de Norteamérica y se extendió por el mundo.
Se dice que el creador del Dry Martini fue Jerry Thomas, el personaje ineludible de la mixología mundial que escribió el primer libro sobre cócteles en 1862. A petición de un cliente que estaba de paso y que le habría pedido algo original, mezcló ginebra, vermú, bitter y le dio un toque de licor de cerezas. El trago tuvo gran aceptación y Jerry Thomas lo incluyó en la carta de cócteles de su bar.
Dicen que el primer nombre que se puso al trago fue Martínez, por ser la localidad de ese nombre a la que se dirigía el viajero. El pueblo de Martínez aparece en otras versiones que localizan la creación del cóctel en San Francisco en 1862. Al parecer, los pasajeros que iban a tomar el ferry para Martínez cogieron la costumbre de tomarse en el hotel un trago de vermú con ginebra y algún otro complemento antes de embarcar.
Pero también hay referencias respecto al precursor del Dry Martini en el otro extremo de los EE.UU. Una de las versiones más difundidas se refiere al Knickerbocker Club de Nueva York, donde, en 1911, el barman Martini di Arma di Taggia habría preparado el primer Dry Martini tal y como hoy lo conocemos. Otra historia lo lleva a Boston a finales del siglo XIX y el coctelero se llamaría, como no, Martínez.

El cambio de Martínez a Martini en la denominación del trago se atribuye lo mismo a cuestiones de pronunciación que a la marca de vermú Martini & Rossi, que ya se comercializaba en el norte de América en los tiempos en los que se data el cóctel.
Preparación. Para preparar un Dry Martini, según la International Bartenders Association, mezclaremos 6cl de ginebra y 1 de vermú seco en un vaso mezclador con cubitos de hielo, luego revolvemos bien y colamos en una copa de cóctel de Martini fría. Una rodajita de cáscara de limón, unas aceitunas para decorar y listo.

A lo largo de la historia ha habido célebres personajes, además de James Bond, aficionados a las diversas variaciones del Dry Martini. Otro al Servicio de su Majestad como sir Winston Churchill tenía su propia receta, que llamaba Churchill Martini.
Churchill, Hitchcock, Hemingway o Roosevelt están emparentados con este cóctel
Detestaba el vermú, por eso echaba poco y lo compensaba con mucha más ginebra Plymouth: «Primero se pone la ginebra y luego se echa una mirada a la botella de vermú». Inapelable receta de quien dijera que desde pequeño le habían enseñado a respetar a las personas que sabían emborracharse.
Totalmente de acuerdo con la fórmula estaba otro ilustre británico como Alfred Hitchcock, que acompañaba la mirada a la botella de vermú con cinco partes de ginebra.
Ernest Hemingway quiso ser más preciso con aquello tan abstracto de la mirada y fijó la proporción para su cóctel: una parte de vermú frente a quince de ginebra. Esto también, inapelable.

Y como para gustos están hechas las combinaciones, el presidente estadounidense Roosevelt, igualmente aficionado al Dry Martini, se lo preparaba en sentido contrario; esto es, poca ginebra y mucho vermú, aunque añadía unas gotas de Pernod, agua de rosas y unas aceitunas.
Durante el mandato de Roosevelt se derogó la Ley Seca en EE.UU. y, para celebrarlo, cuentan que el Dry Martini corrió por la Casa Blanca. Algunos años más tarde, en 1943, durante la Conferencia de Teheran Roosevelt le preparó un Dry Martini a Stalin, que dijo que esa bebida lo único que hacía era enfriar el estómago. Tampoco era del gusto de Nikita Jruschov, que lo consideraba «más letal que las armas estadounidenses”»
Quizás de haber añadido el vodka del Vesper de James Bond el cóctel habría sido más del gusto soviético. Aunque tal vez entonces el contencioso se habría desplazado hacia el terreno de agitado o revuelto.
En cualquier caso, el agente de Su Majestad 007 con licencia para matar siempre habría salido airoso, como cuando tras perder millones de dólares al póquer en el Casino Royal un camarero le pregunta si quiere su trago agitado o revuelto: «¿Acaso tengo cara de que me importe?».

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