NAIZ (Argazkiak: P. MATHEMA /AFP)

Viejos oficios para nuevos templos

El devastador terremoto que en 2015 provocó más de 9.000 muertes en Nepal destruyó gran parte de su patrimonio arquitectónico y cultural. Ya nada será igual, pero, aun así, se están recuperando monumentos cuya reconstrucción ha requerido oficios artesanos tradicionales que habían desaparecido.

Poco a poco se están reconstruyendo los edificios dañados.
Poco a poco se están reconstruyendo los edificios dañados. (P. MATHEMA | AFP)

Uno de los artesanos que trabaja en la reconstrucción del patrimonio nepalí tras el terremoto es el ebanista Dinesh Tamang, quien, equipado con un cincel y un mazo, talla hábilmente un panel de madera. Su taller se encuentra en la antigua capital de Bhaktapur, cerca de Katmandú. «Es un trabajo muy gratificante», afirma satisfecho este hombre que ronda la treintena y que aprendió su actual oficio después del terremoto.

El seismo, de magnitud 7,8, destruyó cientos de monumentos, templos y palacios reales en el valle de Katmandú, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Tras el desastre, a Tamang, entonces desempleado, le ofrecieron la oportunidad de trabajar en proyectos de reconstrucción y restauración  de templos y casas dañadas», explica el artesano.

En un Nepal profundamente religioso, los templos y demás construcciones dedicadas a la veneración no son únicamente atracciones turísticas. Son parte integral de la vida cultural y espiritual local y, por eso, la demanda pública para su rehabilitación ha sido clamorosa. Además, al igual que Tamang, cientos de artesanos han echado una mano para satisfacer ese clamor. Para ello, eso sí, tuvieron que aprender técnicas arquitectónicas tradicionales, desde albañilería hasta corte de piedra, carpintería y metalistería.

Esta última especialidad es, precisamente, la que hoy domina Tamang, quien confiesa haber estado siempre fascinado por los motivos tallados en madera. Además, no le falta trabajo, porque «Nepal tiene un rico patrimonio cultural y hay templos por todas partes», comenta. Como muchos otros, él se formó en la Academia Profesional de Bhaktapur.

«Aunque el terremoto fue un acontecimiento trágico, creó oportunidades en diferentes sectores», afirma el fundador del centro, Rabindra Puri. «La demanda de mano de obra calificada ha aumentado significativamente». Hasta tal punto que fue necesario ampliar su academia. «Y hasta donde yo sé, ninguno de nuestros graduados está en paro», añade orgulloso.

«Después de nosotros»

La mayoría de los palacios y templos dañados se construyeron entre los siglos XII y XVIII, cuando el valle de Katmandú se dividió en tres reinos: Katmandú, Patan y Bhaktapur.

Los talladores de madera y de piedra, albañiles y caldereros que levantaron estos espectaculares templos y palacios fueron reconocidos más allá de las fronteras. Su trabajo era generosamente remunerado con fondos reales. Históricamente, estos oficios estaban copados exclusivamente por familias pertenecientes a la etnia Newa, y ese privilegio se transmitían de padres a hijos. Pero con el tiempo, la tradiciónse fue perdiendo, especialmente por falta de oportunidades. Y Puri cree conocer el motivo: «Los padres ya no querían enseñar a sus hijos y los hijos no querían aprender».

Ahora, sin embargo, la situación ha cambiado. Después del terremoto, los recursos desplegados para la reconstrucción ofrecieron perspectivas más esperanzadoras y atractivas a estas profesiones y, en consecuencia, una nueva generación de nepaleses, no necesariamente Newa, se interesó en aprender estas profesiones artísticas casi desaparecidas.

El experto en albañilería tradicional Kancha Ranjitkar, de 82 años, empezó a trabajar con su padre cuando era un adolescente. Recuerda que le complacía mucho enseñar su oficio a jóvenes artesanos, porque de esa forma garantizaba la transmisión generacional. Hubo un tiempo en que se quejaba de que muchas habilidades estaban desapareciendo, pero hoy se alegra de que el terremoto les diera «la oportunidad de seguir compartiendo nuestro conocimiento, nuestra experiencia, con la nueva generación (...) para que continúe después de nosotros».

El 80% del patrimonio destruido

Según algunas estadísticas, ocho años después del desastre, alrededor del 80% de los 920 monumentos patrimoniales destruidos o dañados han sido restaurados. Aun así, Rohit Ranjitkar, director del Kathmandu Valley Preservation Trust, matiza estos datos con un «pero»: «Aunque el renovado interés por aprender habilidades tradicionales es alentador, la calidad del trabajo a veces deja mucho que desear».

En su opinión, «la calidad debe ser tan alta como los monumentos. Los conocimientos transmitidos de generación en generación no se pueden adquirir en unos pocos meses», advierte el experto, para quien es necesario garantizar que la nueva generación de artesanos siga mejorando y perfeccione sus habilidades».