
Entró ayer el Festival en su plenitud escénica, con la apertura del Museo San Telmo y la Plaza Trinidad, donde brilló el jazz exigente y divirtió una rareza oriental. La carioca Marisa Monte puso un leve sello tropical a la jornada y hubo mucha fiesta pop en la Zurriola. Hoy regresan los conocidos Gregoy Porter y John Zorn y los rockeros navarros El Columpio Asesino se despedirán como grupo de la afición guipuzcoana en el gran escenario marino.
El venerable marco de San Telmo alberga desde hace años sesiones de mediodía protagonizadas por el piano. Ayer arrancó la primera de las cuatro citas de esta edición con un cartel de altura: el dúo del respetado contrabajista William Parker con la reconocida pianista japonesa Eri Yamamoto. Era el debut vasco del primero, este año Premio Jazzaldia, y la tercera visita de la instrumentista oriental. El afronterizo mundo sónico del concertista neoyorquino y las particulares maneras pianísticas de la artista nipona dibujaron una privilegiada sesión.
En la programación Jazzeñe del Victoria Eugenia, también a media mañana, la doble propuesta diaria contó primero con la cantante y actriz cordobesa Mariola Membrives, a dúo con la guitarra del también andaluz Gonzalo Navarro. Un puente entre el influjo sureño y las lógicas jazzeras. En la segunda parte, el trompetista burgalés Rubén Salvador se rodeó de su combo R.S. Basque Faktor, nacido al calor de Musikene, Centro Superior de Música del País Vasco. Propusieron pasajes puramente jazzísticos de sus tres grabaciones.
La tercera fiesta de la mañana tuvo lugar en Chillida Leku, dentro de la programación Txikijazz, con la vocalista Noa Egiguren y su grupo de blues-rock y variantes hermanas, The Hell Drinkers.
Cariñosa
Marisa de Azevedo Monte debutaba entre nosotros acompañada del bajista Eduardo Carvalho ‘Dadi’, el guitarra Davi Pires ‘Moraes’, Romário Junior ‘Pupillo’ en la batería y Angelo Silva ‘Pretinho da Serrinha’ a la percusión y cavaco. Su procedencia carioca puede despistar porque la filosofía de su música no es sambera ni carnavalera. Su propia estética, con serio vestido largo y apretado moño, parecía fadista y mucho menos colorida que la florida portada de su último disco, ‘Pedras’.
Cantó la veterana carioca con estupenda voz, y arrancó muy suave, con ‘Maria de verdade’, ‘Infinito particular’ y la versión ‘Ilusâo’, de Julieta Venegas. El permanente uso de pregrabados orquestales obliga quizás a un repertorio cerrado sin margen de improvisación. Sí fluyó dinámica la instrumentación con cambios de protagonismo y matices entre las diferentes guitarras y el cavaco. ‘Vilarejo’ fue un canto a la utopía de lo natural, con cita a Palestina. ‘Ainda bem’ sonó a fado y ‘Dançã da solidão’ a morna, con Césaria Évora en el recuerdo.
Se sentó Marisa y bajó a lo introspectivo y romántico, como en el viejísimo choro ‘Carinhoso’, del influyente maestro Pixinguinha, la bonita ‘Beija eu’ o la caricia ‘E você’, del exitoso proyecto ‘Tribalistas’, con Carlinhos Brown y Arnaldo Antunes. La festiva ‘Velha infancia’, también «tribalista», animó por fin algo a la audiencia, pero el recital no despegaba.
Lo hizo, ay, en ‘Pra melhorar’ y ‘Carnavália’, pero no precisamente mejorando sino lindando con lo oportunista en el concepto. Aunque la sambera ‘Elegante amanhecer’ equilibró el esquema, antes de que la popera ‘A menina dança’, ‘Pra melhorar’, la festiva ‘Amor I Love You’ y el contagioso tribalismo de ‘Já sei namorar’ cerraran una sesión correcta, pero sin mayores originalidades, a cargo de la simpática intérprete brasileira.
Larga tarde festiva
Aunque no se repitió el espectáculo humano del inaugural Jazz Band Ball, en la masificada cita con Izaro, la zona festivalera de la Zurriola volvió ayer a ser un hervidero de gentes para escuchar las músicas, observar de pasada, compartir charloteo o deambular sin prisas.
Y con ese ambiente disperso pelearon en los dos escenarios de las terrazas la vocalista Carolina Katún, el marciano grupo BIGYUKI (que repetía presencia en el programa), el atractivo trío Elkano Browning Cream, que actúa el domingo en el Txikijazz de las mismas terrazas, o el trío del polaco Masecki, en la segunda de sus tres apariciones programadas en esta edición. Al otro lado de la costa, en el espacio Nauticool, el combo local de blues y derivados The Fake Cousins ofrecieron la primera de sus tres tardes programadas junto al embarcadero y el puerto.
Noche contrastada
Al anochecer se abrió el siempre emblemático espacio de la Plaza Trinidad, que lució repleto, para la potente sesión de puro jazz del encuentro en la cumbre entre el saxo de Chris Potter y el piano de Brad Mehldau, con John Patitucci al contrabajo y Johnathan Blake a la batería.
Una alta novedad en el mundo del jazz internacional que en la Trini funcionó como sutil locomotora. La veteranía insufló originalidad creativa, capacidad de improvisación, finuras melódicas y dinamismo rítmico en un set surgido enteramente de su disco conjunto.
‘Dream of Home’ inauguró el intercambiable tú a tú de los dos líderes, dejando aire también a la rítmica. Un juego que prosiguió exquisito en ‘Cloud Message’, ‘Indigo Ildikó’, el robusto ‘Eagle's Point’ que da nombre al álbum, la sutileza ‘Aria for Anna’ y la balada ‘Other Plans’. Cerró la velada la alegría ‘Malaga Moon’. Magistrales.
La segunda mitad fue una de las sorpresas del Jazzaldia 2024, presentando a la vocalista coreana Youn Sun Nah, arropada doblemente a pianos y teclados por Eric Legnini y Tony Paeleman. Un novedoso esquema escénico para una voz plena de timbres, matices y variantes, a tono con el diverso material de su repertorio y el también diferente manejo de idiomas.
Abrió sesión con ‘Feeling Good’, primer tema de su último álbum ‘Elles’, que versiona voces femeninas. La vocalista de Seúl insistiría con ‘Sometimes I Feel Like A Motherless Child’, ‘Killing Me Softly With His Song’ o ‘I’ve Sen That Face Before’. En plan clásico, minimalista, experimental y hasta a pleno gorgorito, reivindicó a Maria João (‘Coisas da terra’), Edith Piaf (‘La foule’) o al mismísimo Tom Waits en un caricaturizado ‘Jockey Full of Bourbon’. Mitad jazzera, cabaretera y hasta operística, la iconoclasta surcoreana sonó a la vez desgarrada y divertida.
Que viva el pop de casa
Si el descorche festivo de la playa corrió el miércoles a cargo de Izaro y colegas, la segunda jornada fue primero local, con los donostiarras Merina Gris, y después bizkaitarra, con Shinova. «Pop violento» llaman a lo suyo los misteriosos Merina que clamaron al infinito marino con su ‘Zerua orain’ y fueron animosamente respondidos por la masa terrenal que disfrutó de su fiesta.
Shinova acumulan tablas y hasta siete discos. Han llamado al último ‘El presente’ y contagiosa presencialidad es lo que emanó de su romántico repertorio para goce de la noche popera en la que ya casi de madrugada pedían ‘Antes de que todo acabe’.
De momento, nada acaba porque hoy abre jornada en San Telmo el pianista portugués Julio Resende, a dúo con su compatriota guitarrista Bruno Chaveiro. En el «Jazzeñe» del Victoria Eugenia compartirán programa el teclista David Sancho y el saxofonista Juan Saiz, con sus respectivos grupos. Regresa el vanguardista John Zorn, en la primera de sus tres actuaciones e intervendrá en el Kursaal con su grupo experimental con programa doble: ‘Teresa de Avila’ y ‘Suite for Piano’.
En la segunda sesión de Plaza Trinidad, el pianista y compositor menorquín Marco Mezquida ofrecerá su novedad ‘Tornado’ en formato de trío. Y como cabeza de cartel el voluminoso vocalista Gregory Porter, que ha triunfado ya en ediciones anteriores.
Durante la tarde, las terrazas del Kursaal serán animadas por la big band de la Escuela de Música y Danza o por el pianista Masecki, que repite, y su colega Nacho Soto. Además del trompetista Óscar Garrido y los esperados North Mississippi Allstars, que subirán mañana al escenario mayor. En Chillida Leku está la contrabajista Federica Michisanti. Y el Jazzaldia rompe fronteras geográficas con el concierto de la cantante Carole Alston en la plazoleta del Junkal.

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