«Todo ha cambiado mucho, pero el capitalismo sigue siendo implacable»
La ya veterana formación de punk actuará este 12 de abril en la sala Totem de Atarrabia, en compañía de Yakolev 42 e Irati 58, en lo que promete ser una explosiva y festiva cita con parte de esa historia sonora furiosa y reivindicativa que define a la aguerrida banda madrileña.

Si tres décadas de supervivencia en el mundo de la música, las que celebrarán en el 2026 Kaos Urbano, supone casi un hito, dicho mérito se multiplica cuando dicha actividad viene enunciada por un verbo, secundado por ritmos alrededor del Punk-Oi!, de explícita y certera reivindicación política. Desde Alcobendas hasta Euskal Herria se desplaza el grupo para, con su último trabajo editado, ‘Punk Saves Madriz’, fechado en 2024, desplegar su airado grito de protesta. Les recibimos antes de su descarga sobre los escenarios charlando con su cantante, ‘Sku’.
Aunque ya hayan conquistado un estilo claramente identificativo, ¿de dónde se ha surtido su aprendizaje musical? Porque incluso en su disco ‘Recuerdos y raíces’ llegaron a versionar a Loquillo, lo que parece señalar a un eclecticismo.
Al principio empezamos escuchando bandas relacionadas con el Rock Radikal Vasco, mientras que aquí en Madrid estaban Leño y poco más. De aquello sacamos nuestro propio jugo a base de mezclarlo a nuestro estilo. Pero en realidad nos gustan cosas muy diversas: el rock, heavy, ska e incluso la cumbia. Nos nutrimos de todo un poco. Muy a menudo nos preguntan por la elección de esa canción de Loquillo, y es verdad que aunque el personaje no es de nuestro agrado, la composición de ‘En las calles de Madrid’ es obra de Sabino Méndez, y en ella habla de una persona muy famosa como Pepe Risi, guitarrista de Burning, por eso ya merecía la pena rescatar ese tema.
«Es inevitable que a veces no te veas ya tan reflejado en un disco de hace diez años, pero también es parte de tu camino y hay que aceptarse»
Su interpretación del clásico streetpunk, sin olvidar nunca la esencia, también se ha ido moldeando más dinámico, en forma y fondo, con el tiempo, como demuestran los temas ‘Solo un error’, ‘Se congeló el amor’ o ‘Perdóname, madre’, por ejemplo.
Lo principal es que poco a poco te va atrayendo hacer otras cosas. Al principio lo único que queríamos, y nos preocupaba, era descargar todas esas problemáticas sociales que observábamos, ya que veníamos de barrios obreros infestados de neonazis. Pero es cierto que el mundo va cambiando, y evidentemente te haces mayor y con ello surgen nuevas inquietudes, te apetece tocar temas más intimistas ligados a ese concepto político pero afrontado desde otro punto de vista. Una de las canciones que mencionas, por ejemplo, ‘Perdóname, madre’, tiene también esa carga social, pero tratada de una manera más humana y sentimental. Es inevitable que a veces no te veas ya tan reflejado en un disco de hace diez años, pero también es parte de tu camino y hay que aceptarse.
¿Ese es el motivo de estar actualmente regrabando, desde ese nuevo punto de vista, viejos temas?
Claro, en directo tocamos muchos temas antiguos y casi todos han sufrido algún cambio; les hemos aportado un punto distinto, un parón, otra velocidad o sumado un estribillo. Por eso vamos a grabarlos ahora tal y como suenan en los escenarios.
En su primera grabación, ‘Falsa democracia’, salían en portada Franco y Juan Carlos I. Teniendo en cuenta los cambios que ha habido en el paisaje político, ¿cree que hoy en día aquel mensaje de lucha sigue intacto o necesita otra enunciación?
Por supuesto que todo ha cambiado mucho, pero el capitalismo tiene unos tentáculos muy largos, y si nos limitamos a mirar ciertos aspectos, como la renta per cápita de la clase obrera, la desigualdad social o las guerras, te das cuenta de que la base de todo sigue siendo la misma. El otro día veía un documental de los años sesenta o setenta donde Israel y Palestina estaban en la misma situación que cincuenta años después.

Hoy por hoy mi percepción es que nos lo siguen poniendo muy difícil; cuando eres joven quieres la revolución, y con el paso del tiempo nos conformaríamos con tener una vida digna, nos vamos cerrando los objetivos, pero el monstruo sigue siendo implacable. De todos modos pienso que cantamos a la esperanza, porque en cualquier momento la situación puede dar la vuelta, el capitalismo es algo caduco y es consciente de su fracaso.
¿Cree que ese sentido festivo que traslada su música puede llegar a diluir su mensaje combativo?
Pues eso es algo que hemos hablado desde dentro del grupo y tomamos la decisión hace unos diez años de apostar por ese espíritu de disfrute. La gente está harta de sus vidas monótonas y lo que menos necesita es que cuando llegue el fin de semana nosotros vayamos y les soltemos la charla política. Está claro nuestro compromiso, pero la clase obrera también merece un desahogo al menos durante un día y dejar la cabeza y sus pensamientos en otro lado, al margen de sus preocupaciones. Eso no impide que siempre se pueda arrimar el hombro por la causa.
Siempre han estado ligados al movimiento (red)skin. ¿Cómo observa el paulatino desmembramiento de toda esa escena?
Pues parecido al que ha sufrido el de las luchas sociales. Creo que hay movimientos, como pueden ser el punk o el skin, que son muy necesarios para señalar a la gente la existencia de canales alternativos de expresión. Hoy en día, o por lo menos así lo percibo yo aquí en Madrid, los jóvenes van vestidos igual, con el mismo corte de pelo. Y eso no me gusta, por eso es cierto que echo mucho de menos aquella época.
Esa nostalgia se nota especialmente en ‘Vieja estirpe’. ¿No percibe como algo positivo que cada generación encuentre su propio lenguaje para expresarse?
Por supuesto que es positivo que la gente joven siga haciendo sus reivindicaciones y sus cosas, pero creo que la maquinaria capitalista aplasta muchos de esos deseos y sueños. Al final acaban por ver que, al igual que les sucedió a sus padres o abuelos que no lograron sus metas, ellos van a ir detrás. Toda esa industria del entretenimiento, con sus máquinas y juegos, es tan abrumadora que su atención está totalmente desviada de la realidad.
«Toda esa industria del entretenimiento, con sus máquinas y juegos, es tan abrumadora que la atención de la juventud está totalmente desviada de la realidad»
El día 12 actuarán junto a la banda Yakovlev 42, que ha sufrido una persecución legal por sus letras, algo que usted, en su corta militancia en la política institucional, también sufrió desde ciertos medios. ¿Hablar de algunas cosas sigue saliendo caro?
Claro que sí, sigue existiendo una censura muy clara, según lo que digas te la guardan y si pueden jugártela por otro lado, lo hacen. Respecto a mi paso por la política ‘oficial’, me di cuenta de la situación a los dos meses, porque incluso algunos de mis compañeros eran unos indeseables, estaban solo para pintar la mona, cobrar dinero y poco más. En mi pueblo, además, el PP y el PSOE tenían un control muy férreo de todo, entre los dos no dejaban cabida a que nadie pudiera entrar. En realidad entre ellos se llevaban muy bien.
Dado que históricamente Euskal Herria ha sido un lugar proclive al punk combativo, ¿qué sensación tienen cada vez que visitan nuestros escenarios?
Cada vez que nos llaman nos sentimos súper felices. Fíjate que la primera vez que como banda salimos a tocar fuera de Madrid fue para ir a Bilbo, en el barrio de Santutxu, fue la hostia descubrir todo ese ambiente. Tanto es así que desde entonces creo que fácilmente hemos podido tocar más de cien veces en diferentes lugares de allí. Por eso decimos que nos sentimos apadrinados por Euskal Herria.
En su libro, ‘Los hijos de la calle’, ya dejaban claro lo complicado que ha sido mantener en pie el proyecto durante tres décadas, pero, ¿cuál es el impulso que hoy en día les induce a seguir?
Pues por un lado te diría que el mismo que al inicio, pero también hay que ser sinceros, y mientras que al principio teníamos la banda solo como una forma de desahogarnos, ahora nos hemos profesionalizado, por lo que en este momento nos dedicamos a un trabajo que es tan digno como cualquier otro. Seguimos con las mismas ganas, o incluso más, que antes, tanto es así que aunque lo tuviéramos que hacer gratis, continuaríamos del mismo modo.

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