Togada
CANDIDATURAS IMPOSIBLES AL TXUPINAZO

Un cohete sin cabeza

El Togado de Pomapelo sorprendió a todos al revelarse como una niña tras un profundo análisis de sus refajos. Esta niña de bronce descabezada y con toga de familia de bien es la primera iruindarra de la que existe un retrato.

Togada.
Togada. (NAIZ)

Medio millón de euros costó mi rescate y el Gobierno tacatá. Que los valgo. Clavaron una azada en La Navarrería en el año 1895 y allí que estaba yo. Bueno, casi toda. No tengo cabeza. Soy la persona que más tiempo ha pasado en Alde Zaharra. Diecisiete siglos, que se dicen pronto, la mayoría charlando con lombrices. Nadie quiere contar cómo desaparecí y acabé en manos de un coleccionista de Estados Unidos de quien nadie quiere decir el nombre. ¿Why?

Un filántropo, dicen, porque dejó que volviera cedida al Museo hace un par de años. No le ha ido mal la filantropía. Medio millón que se ha echado al zurrón. Que los valgo, sí, pero aquí hay un secuestro que nadie quiere investigar. Acuérdense que me birlaron no se sabe bien cuándo y reaparecí en Versalles en los 60. Luego me vendió un anticuario griego llamado Koutoulakis.

Como estoy decapitada, me traficaban como maromo, Me bautizaron como ‘el togado de Pompaelo’. Han tenido que venir guiris alemanes para darse cuenta de que bajo la toga me asoma el tatarabuelo de los pololos de encaje de la chica del batzoki. Tengo un refajo que me cubre los tobillos, algo que solo se explica porque ni el tobillo dejaban enseñar a las mujeres de familia bien en el siglo segundo. Que eran romanos sí, pero parecían nacionalcatólicos.

Así que soy niña, aunque todavía hay algún cerrojo que dice que tengo que ser un hombre, como ese al que llamamos el ‘genio de la botella’, Javier Andreu, el gerifalte de los arqueólogos de la uni del Opus. A él se lo perdono todo. Es más, estas fiestas me voy a ir de parranda con WITH Javier Andreu (chiste arqueológico). Me voy a poner como el morcuero de Santa Cruz y no me devuelven al museo ni con retroexcavadora.

Me merezco más que el cohete. Los sanfermines son la versión corta de las ferias francas de Iruñea del siglo XIII (si lo sabré yo, que estaba ahí abajo con mis lombrices). Estas ferias derivan de la noche de San Juan, que tiene mucho que ver con el solsticio y aún más con la cosecha que dejaba algo de dinero en los zurrones, lo que atrajo a buhoneros, titiriteros, mancebos y meretrices. Que se dejen de obispos, y me saquen en andas a mí, que llevo más tiempo y merezco que se me rinda culto como lo que literalmente soy: el gran icono trans de la ciudad.