Avetorillo, la garza más pequeña y enigmática

El avetorillo, conocido en euskara como Amiltxori txikia (Ixobrychus minutus), es una garza de hábitos habitualmente crepusculares que domina como pocos el arte del camuflaje, lo que le permite pasar desapercibido en los humedales que conforman su hábitat. Ave pequeña, tímida y sagaz, en estas imágenes podemos verla cazando y en su vida diaria.


El avetorillo se defiende con una soltura increíble entre la espesura de la vegetación palustre, bien sea en el piso bajo pegado al agua para capturar un pequeño pez, un renacuajo o una larva, o bien, gracias a la ligereza de su peso y sus largos dedos, trepando hábilmente a las partes más aéreas del carrizo para atrapar de un certero picotazo una libélula. Y lo hacen con una precisión
casi infalible y a una velocidad imperceptible a la vista, a menudo al vuelo, desplegando como un resorte su largo cuello.
A la derecha, un macho descompone sus formas, totalmente inmóvil, confundiéndose con las hojas secas del carrizo. A pesar de que el plumaje de los machos es más vistoso y contrastado que el de las hembras y los jóvenes, no por ello dejan de ser miméticos. Así, ante cualquier señal de amenaza, les basta un simple cambio de postura para “convertirse” en una hoja seca de caña o de carrizo, consiguiendo desaparecer de nuestra vista. Entre tanto, ellos no pierden detalle de todo cuanto ocurre en sus dominios. En la otra página, otro macho durante la salida del sol.




El avetorillo es todo un prestidigitador capaz de ingeniárselas para, mediante un rápido cambio de postura, como por arte de magia, hacerse invisible al sentirse amenazado. Y lo hace de forma aparentemente innata poco después de nacer, no solo ayudado por los tonos y dibujos de sus plumajes crípticos, sino también por pautas de comportamiento específicas. Esto resulta asombroso en el caso de los machos que, pese a estar dotados de un plumaje mucho más vistoso y contrastado que el de las hembras y los pollos, al igual que estos, se las ingenian para “convertir” sus patas, su pico y su cuerpo entero en unos tallos de carrizos o de espadañas, o bien en sus hojas secas.





«Saltsa Nostra», falta pan para tanta salsa

Por una actitud más saludable en Navidad

Paula Ostiz e Imanol Etxarri, una simbiosis de éxito mundial

Mirando a los ojos del pueblo saharaui
