No todo es personal

El engranaje social es muy complejo. Todos nos apoyamos constantemente en todos, seamos o no conscientes de ello, se nos haga o no evidente en la cotidianidad. Psicológicamente, el entramado también es complejo ya que, si dependemos tan profunda e inherentemente de otros en lo material, la interacción es constante, de nuevo, seamos o no conscientes. Nuestro bienestar emocional y nuestra salud, depende de otros, sin embargo, eso no quiere decir que tengamos que estar plenamente conectados a los demás todo el tiempo, haciéndonos cargo de los innumerables mundos internos de cada persona con la que interactuamos, o pidiendo a todos ellos que hagan lo propio por nosotros, por nosotras. Sería imposible tener en mente en cada interacción, absolutamente todo lo que es relevante para los demás, y viceversa.
Así que, los contactos entre personas en la cotidianidad pueden darse en distintos niveles de intimidad, impacto, trascendencia, dependencia o estímulo. Es decir, con cada cual tendremos una relación particular e irrepetible, con un grado de cada una de esas categorías -y otras tantas- interactuando entre sí, en un entramado que nos sostiene y nos limita. Del mismo modo que no tenemos relaciones sexuales con cualquiera, que no tenemos un proyecto de vida con cualquiera, que no emprendemos con cualquiera, también es relevante ser conscientes de que no cualquier persona puede -o debe- cubrir nuestras necesidades. Y es que, a pesar de que quisiéramos ser entendidos, consideradas, respetadas o atendidos por cualquier persona que se cruce en nuestro camino, ni todos pueden ni todos deben; del mismo modo que nosotros, nosotras, ni podemos ni debemos atender a todas las necesidades y peticiones que recibimos.
Ser conscientes de la limitación de cada relación para ambos participantes puede resultar frustrante en algunas ocasiones pero también puede ser una fuente de tranquilidad que rebaje nuestras expectativas y exigencia para con otros y para con nosotros mismos, nosotras mismas. Podemos quizá relajarnos un poco con esto, y esquivar la tensión o la indignación de pedirnos mutuamente más de lo que podemos dar.
«Esto es lo que puedo esperar» nos permite no indignarnos con la dependienta que nos atiende pero que no nos conoce de nada y a quien no conocemos; o nos invita a buscar lo importante en otras relaciones cuando una no funciona según la expectativa; incluso nos permite poner sobre la mesa lo relevante y enseñar o aprender lo que falte para acercarnos un poco más a estar satisfechos, satisfechas.
Los sistemas complejos salen adelante gracias a la especialización de sus componentes, pero también gracias a la proyección de sus funciones hacia la pieza contigua. Parte de su esencia es su función para con el otro, la individualidad y la colectividad están inevitablemente conectados.
Navidades invertidas

«Ser los más salvajes tiene su belleza, y yo ahí me siento muy cómodo, porque es coherente con lo que pienso, digo y hago»

Mantala jantzi, ondarea gal ez dadin

El mercado de Santo Domingo, a debate

