TERESA MOLERES
SORBURUA

Nenúfar en estanque

Scotland Yard investiga el robo de un nenúfar enano, Nymphaea thermarum, del jardín Kew Gardens de Londres. El nenúfar, originario de Ruanda y de un diámetro menor a un euro, es tan raro que solo existen los veinte ejemplares que se han quedado en el Kew. Sus necesidades de ambiente húmedo al borde de un manantial de aguas termales ya no se dan en su país, debido a la polución y cambios en su hábitat que le han llevado a su desaparición.

Los nenúfares, que para los antiguos griegos eran la representación de las ninfas y el espíritu del agua –de ahí proviene su nombre botánico–, se desarrollan muy bien en un estanque, incluso de tamaño reducido.

Esta planta acuática ofrece una bella y abundante floración de abril a octubre. Un pie puede cubrir una media de un metro cuadrado. Las flores se abren por la mañana y cierran a media tarde, y duran tres o cuatro días, renovándose continuamente. Necesitan mucha claridad, al menos cinco horas de sol al día, cambiar el sustrato con frecuencia, porque son grandes devoradoras de nutriente, y tener cuidado con las raíces, ya que son muy frágiles y se rompen con facilidad.

La mayoría de las variedades de nenúfares se plantan a entre 40 y 60 cm de profundidad. Cuando tienen hojas muy grandes, necesitarán una profundidad de hasta un metro. Se colocan en un cesto con tierra rica en materia orgánica o apropiada para plantas acuáticas. Después se llena el cesto con tierra vegetal y encima se pone una capa de gravilla para impedir que el sustrato se mueva. Por último, debemos sumergir el cesto lejos de una corriente de agua. Para colocarlos a la altura deseada, lo mejor es formar una escalera en el fondo del estanque con peldaños de alturas diferentes.

Es importante retirar las hojas amarillas y las flores marchitas para evitar su descomposición. Las variedades rústicas resisten mejor los inviernos rigurosos, a condición de que la profundidad del agua sea suficiente y les mantenga los pies protegidos del frío intenso.

Para un estanque minúsculo, escogeremos un nenúfar enano con hojas también diminutas que se contenta con 10 a 30 cm de profundidad del agua, como el Pygmaea Rubra, de color rojo claro, y en blanco, el N. terragona. Para una profundidad de 30 a 80 cm, Gonnere, de color rosa pálido, y William Falconer, granate.