MIKEL INSAUSTI
CINE

«Kawaki»

A veces, los premios en los festivales sirven de poco y son muchas las películas premiadas que se quedan sin estreno en las pantallas comerciales de cine. Es lo que ha pasado con la japonesa “Kawaki”, que se llevó en Sitges el premio de Mejor Actor para el estelar Koji Yakusho, pero que se edita ahora directamente en DVD con el título de “El mundo de Kanako”. Un dato a tener en cuenta por los seguidores del cine japonés actual y por los incondicionales de un cineasta de la categoría de Tetsuya Nakashima, cuya cinematografía es más reconocida en el propio Japón que en el exterior y tal vez sea esa la explicación a que no todas sus realizaciones se estrenen entre nosotros con normalidad.

Nakashima sorprendió con su ópera prima “Happy-Go-Lucky” (1997), donde ya empezó a desentrañar la sociedad japonesa del progreso con su competitividad de corte capitalista, a través de un grupo de colegiales enfrentados a una dura y exigente prueba en la clase de gimnasia. Su siguiente “Beautiful Sunday” (1998) pasó más desapercibida, para volver a llamar la atención con su tercer largometraje “Kamikaze Girls” (2004), en el que se hacía eco del fenómeno Lolita, que tanto ha calado entre las adolescentes niponas. Con “Conociendo a Matsuko” (2006), ya recibió tres premios de la Academia de Cine de su país y ganó el festival Fant-Asia, gracias a su dominio técnico para desarrollar una compleja narrativa con saltos en el tiempo. Como quiera que nunca se repite, en “Paco and the Magical Picture Book” (2008) se pasó al fantástico familiar en una colorista y divertida recreación manga. Y por fin llegó con “Confessions” (2010) la que es considerada como su obra maestra, siendo seleccionada por Japón para los Oscar, después de ganar los cuatro premios más importantes de la Academia.

Con “Kawaki” vuelve a cambiar bruscamente de registro, decantándose por el thriller violento. Lo que ocurre es que su cine siempre busca los contrastes fuertes, por lo que escenas líricas y angelicales se suceden con otras brutales y sangrientas, lo que provoca, si cabe, un mayor impacto en el espectador. Es una forma de describir la esquizofrenia que sufre el Japón contemporáneo, dado que en su seno conviven las tradiciones autóctonas con la modernidad y la occidentalización. Dicha dualidad lo traslada a la moda Lolita, ya que, bajo su apariencia inofensiva e infantil, se esconde cierto grado de perversión. En la película, ese doble comportamiento está representado por la actriz Nana Komatsu.

La estilización de la violencia contenida en “Kawaki” ha llevado a comparar sus turbias e inquietantes imágenes dentro del cine japonés con las creadas por Takashi Miike en “Audition” (1999), si bien la paroxística y enloquecida interpretación del estelar Koji Yakusho recuerda a la de Choi Min-sik en la película de culto del coreano Park Chan-wook “Old Boy” (2003). El actor está inmenso, si bien su dinamismo se ve favorecido por un montaje fragmentado y, por momentos, epiléptico. Nadie como Nakashima acierta a manejar el lenguaje del video-clip más histérico, haciéndolo cinematográfico.

Estoy convencido de que “Kawaki” les encantará a Tarantino y a sus seguidores, porque utiliza un humor negro rompedor en su sentido desdramatizador. Hay un actor llamado Satoshi Tsumabuki que está genial en su caracterización de policía amanerado que contrasta con los toscos modales del protagonista, un detective que actúa encolerizado porque busca a su hija desaparecida por encargo de la madre, con la que vive, y a cada nueva pista que descubre, va conociendo el lado oscuro de la joven y su relación con un submundo de corrupción. La tensión que se va acumulando es rebajada irónicamente con canciones como “Everybody loves somebody” en la versión de Dean Martin.