MIKEL INSAUSTI
CINE

«Migas de pan»

La experimentada cineasta uruguaya Manane Rodríguez ha rodado a caballo entre A Coruña y Montevideo una obra muy personal, con la que se adentra en las razones históricas que la llevaron a exiliarse en Galicia, huyendo de la dictadura en su país. Ha de haber mucho de autobiográfico en el guion que ha escrito junto al cineasta gallego Xavier Bermúdez, con quien fundó en el año 1994 la productora Xamalú Filmes, colaborando indistintamente desde entonces en los proyectos firmados por la una o por el otro. En esta ocasión han necesitado un importante presupuesto de un millón y medio de euros, para así poder completar un rodaje de siete semanas que se ha repartido entre las localizaciones uruguayas y las gallegas.

En las localizaciones de A Coruña ha tenido una importante participación Patxi Bisquert, muy vinculado al cine gallego durante su estancia en Ourense, y al que pudimos ver recientemente formando parte del elenco de “A Esmorga” (2014), la extraordinaria adaptación de Ignacio Vilar de la novela original de Eduardo Blanco Amor, que incluso supera la versión previa que Gonzalo Suárez hizo en Asturias con el título de “Parranda” (1977). En la actualidad el actor de Zizurkil reside en Astiz (Larraun), y prepara un biopic sobre su paisano el bertsolari Pello Mari Otaño, siguiendo la trayectoria vital que le llevó al exilio en Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX, huyendo de las Guerras Carlistas.

Por su parte, Manane Rodríguez tuvo que hacer el viaje transoceánico en sentido inverso, saliendo de Uruguay en el año 1977. Toda su carrera cinematográfica la ha desarrollado en el exilio, debutando con “Retrato de mujer con hombre al fondo” (1996), a la que siguió su hasta ahora creación más valorada “Los pasos perdidos” (2001), y en la que ya tocaba el tema de la memoria histórica con los actores argentinos Luis Bradoni y Federico Luppi en el reparto. Después ha realizado dos ficciones más “Un cuento para Olivia” (2007) y “Un ajuste de cuentas” (2005-2009), además de los documentales “Memorias rotas” (2010) y “Vidas virtuales” (2011). El primero de ambos está dedicado a la figura del Comandante Moreno, militar anarquista que lideró el Batallón Galicia en el 36.

“Migas de pan” tiene como protagonista en la ficción a una fotógrafa que es interpretada en la madurez por Cecilia Roth y en su juventud por Justina Bustos. El arco temporal que separa a la mayor de la joven es de veinticinco años, tiempo en el que esta mujer se entera de que ha sido abuela. Con la intención de conocer a la nieta y de reconciliarse con el hijo del que se ha distanciado decide regresar a Montevideo, aunque el viaje le trae recuerdos muy dolorosos de su juventud. En 1975 fue detenida y llevada a Punta Rieles, una terrible cárcel de la dictadura donde fue torturada y sufrió continuos abusos sexuales junto a otras compañeras. Era una estudiante perteneciente a una familia burguesa que le volvió la espalda, y que le arrebató la custodia de su hijo.

La vuelta supondrá tener que enfrentarse a sus propios fantasmas del pasado, y al debate abierto en su país con respecto a los crímenes de la dictadura. El colectivo de antiguas presas es partidario de denunciar los hechos de Punta Rieles, dentro del nuevo marco democrático abierto en el país, a fin de sentar en el banco de los acusados a los responsables de aquel centro de castigo. Todo ello conduce a la película hacia la necesidad o no de reabrir viejas heridas, con tal de impartir justicia en sentido retroactivo, porque lo cierto es que las condenas llegan tarde y suelen acabar siendo más simbólicas que otra cosa. Se trataría en último caso de mitigar la sensación de indefensión frente a la impunidad en la actuación de los golpistas, sirviendo de ejemplo o aviso a navegantes para que la historia no se repita.