IñIGO GARCIA ODIAGA
ARQUITECTURA

Inmaterial

El estudio de Selgas Cano, con base en Madrid, dirige un curso titulado “Inmaterial” en el MIT, el Massachusetts Institute of Technology, cuyo departamento de arquitectura es una referencia a nivel mundial en cuanto a investigación de la disciplina arquitectónica. Lo inmaterial no se entiende como lo contrario de material, sino como la reacción que produce el material. En ese sentido, lo inmaterial sería la claridad, mientras que la materia, en este caso, sería la luz artificial. El curso plantea llevar esta relación entre lo inmaterial y la materia que lo produce a la máxima expresión, por lo que explora las posibilidades de trabajar con menos, incluso sin nada, o con los pocos materiales disponibles para conseguir los máximos efectos inmateriales posibles.

En la primavera de 2014, el curso de arquitectura del MIT con diez estudiantes visitó varios distritos en el noreste de Kenia. Este viaje fue el evento central del curso. La primera parte del curso, antes del viaje, consistió en investigar diferentes aspectos del área, principalmente relacionados con la climatología y la historia y, más ampliamente, con la arquitectura del África subsahariana en general. El viaje fue el punto de inflexión antes de empezar a trabajar en un proyecto completamente real, lo que implicaba también financiarlo y construirlo.

El proyecto final fue una colaboración entre el Museo de Arte Moderno de Louisiana en Copenhague, la oficina de arquitectura de Selgas Cano, el joven estudio de arquitectura de Nueva York Helloeverything, el arquitecto keniano Abdul Fatah Adam y el fotógrafo de arquitectura Iwan Baan.

Se construyó un pabellón desmontable que fue diseñado originalmente como parte de una exposición sobre África y su arquitectura y que se levantó en los terrenos del Museo de Arte Moderno de Louisiana. El museo encargó y financió la construcción del pabellón. Posteriormente, se desmontó y se envío a Kibera, el barrio más degradado de Nairobi, donde sirve en la actualidad como escuela para 600 alumnos.

De este modo, el llamado pabellón Hamlet del Louisiana ha tenido una segunda vida tras haber sido embalado en contenedores navales estandarizados y transportado hasta el centro de Kibera, uno de los mayores barrios chabolista de África, donde fue reensamblado para reemplazar la vieja escuela, que estaba en estado ruinoso.

El proyecto cobró vida cuando Iwan Baan visitó la Escuela Hamlet de Kibera, el único acceso a la educación de más de 600 niños y niñas, a pesar de no contar con un sistema de drenaje adecuado, aseos, electricidad o un techo apropiado para evitar las frecuentes lluvias. La escuela estaba rodeada de montones de basura y tenía una acequia de aguas residuales a cielo abierto que discurría junto a sus aulas.

Kibera es una ciudad espontánea, construida con residuos y que no ha sido planificada, por lo que carece de infraestructuras básicas. Esta extensión de aproximadamente 2,5 kilómetros cuadrados de basura, es el hogar de cerca de un millón de personas, de las cuales alrededor de las tres cuartas partes son menores de 18 años.

La escuela fue fundada en 2004 por jóvenes locales. Comenzó su andadura como un club de fútbol y tenía el objetivo de mantener a los niños y las niñas fuera de las calles. Luego se convertiría en una escuela dirigida por la comunidad y financiada mediante donaciones.

La nueva escuela, que cuesta alrededor de 25.000 euros, está construida con materiales baratos pero duraderos, incluyendo madera aglomerada, plástico de policarbonato y componentes estandarizados de andamiaje. El edificio, de 150 metros cuadrados, cuenta con una docena de aulas para alumnos de primaria y secundaria, además de nuevas oficinas, aseos y una zona de cocina. Las aulas se sitúan en dos niveles conectados por una amplia escalera de madera, que puede transformarse también en las gradas de un auditorio improvisado. Las aulas, las oficinas y los baños están alojados en estructuras parecidas a las aulas, que se agrupan debajo de un dosel arqueado de andamiaje pintado de colores vivos, amarillo y rosa, revestido de policarbonato translúcido.

La forma aleatoria de apilar las planchas de policarbonato, además de reducir los costes, ya que no requiere de cortes o de perdidas de material, sintoniza con la arquitectura azarosa del lugar. El agua potable se almacena en filas de recipientes de plástico que se utilizan asimismo tanto como lastre para anclar la estructura a la tierra así como para proporcionar asientos alrededor del perímetro de la escuela.

El pabellón de Selgas Cano se utiliza como edificio escolar, pero también como centro comunitario, punto de reunión, información y ayuda a los vecinos y a las vecinas. Son el uso del color, el brillo de los nuevos materiales y la luz eléctrica al anochecer los recursos que convierten el pabellón en un faro, en una referencia para el vecindario.

Esta circunstancia transforma el nuevo edificio en un oasis de seguridad para todos los niños y niñas de Kibera, un efecto inmaterial de valor incalculable.