IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Ladrillo textil

Alrededor de 1860, Gottfried Semper publicó su obra cumbre, “Der Stil” (El estilo), un texto en el que ligaba el origen primigenio de la arquitectura al de las técnicas textiles. Aquel hombre primitivo capaz de entrelazar tallos o fibras naturales y alternarlos produciendo patrones en función de su textura o color, pasó fácilmente a trenzar ramas o cañas para construir cercados o pequeñas empalizadas. Según la teoría de Semper, bajo una tesis evolutiva similar a la elaborada por Charles Darwin esos cerramientos textiles irían incorporando materiales más evolucionados como la madera, la piedra o la cerámica, pero manteniendo los patrones decorativos heredados de su origen textil. En cierto modo, Semper establece la lógica de un proceso según el cual se pasa de cubrir el cuerpo a añadir otra capa que construye una cáscara en la que el cuerpo se mueve libremente, para posteriormente ir complejizando esa envolvente hasta formalizar una arquitectura, que siempre estará contaminada por su origen epidérmico y textil. En ese sentido, la arquitectura siempre estaría supeditada al poder simbólico del revestimiento.

El estudio de Rotterdam Monadnock recibió el encargo para construir un nuevo referente urbano en la pequeña ciudad holandesa de Nieuw-Bergen. Este nuevo hito urbano debía ser una pieza central llamativa, que fuese visible a gran distancia en el espacio de la plaza del mercado del pueblo. Interiormente, debía resolver un espacio suficiente para albergar un pequeño bar o cafetería.

Optimismo atemporal. El edificio se conoce como el Landmark Nieuw Bergen, pero también ha sido bautizado como la Torre Abstracta. Las paredes exteriores han sido realizadas con un ladrillo que presenta dos tonos: uno terroso de color verde y otro rojizo que contrasta con el anterior. Además, las fachadas han sido resueltas con una gran variedad de técnicas constructivas para crear todo un repertorio de elementos extruidos, arcos y perforaciones.

La intención del proyecto es la de mostrarse como un objeto optimista y alegre, que en cierto sentido es atemporal, rememorando motivos y patrones antiguos pero desde una composición contemporánea.

Para alcanzar esta representación, el edificio se presenta también con una doble lectura. Es un objeto pequeño, abstracto y geométrico, observado desde la distancia, pero íntimo y lleno de matices bajo una inspección más cercana. Las fachadas principales, es decir la fachada delantera y la trasera, se descomponen en ocho casetones dibujados por el regrueso de las estructuras de ladrillo. Cada compartimento contiene una ventana o una puerta, o el dibujo de una de estas aberturas formada por el patrón dibujado por los ladrillos.

Para crear el efecto de los dos tonos, parte de los ladrillos de arcilla roja se cubrieron con una lechada de cemento que les da un color verde menta pálido. Los de color rojizo originales destacan respecto de estos últimos, creando diversos patrones y dibujos geométricos similares al punto de telas y tejidos. Para contrastar los tonos, las puertas y ventanas se construyeron con un aluminio dorado.

Una fachada de ladrillo perforado toma el protagonismo en el elemento central de la torre, añadiendo otra capa al patrón de geometrías usado por el ladrillo de los cierres. Por la noche, la luz brilla a través de los agujeros de esta fachada celosía, transformando la estructura en un faro brillante.

Contemporáneo con toque holandés. Estos juegos de patrones geométricos le restan masividad a la fábrica de ladrillo, reduciendo así su impacto urbano y al mismo tiempo transformando la imagen del edificio en un elemento más amable.

Además, la fachada, que ha sido tejida para la ocasión, se integra en la tradición holandesa relacionándose con piezas similares que suelen encontrarse en las plazas de mercado de las ciudades medievales del país. Estos edificios suelen aparecer como piezas sin uso concreto destinadas a la reunión social, el intercambio de productos, el descanso o la organización de eventos diversos.

El edificio no es una iglesia, ni un ayuntamiento, por lo que no requiere de la carga simbólica y el rigor de estos equipamientos públicos, pero por el contrario necesita construir una representación de lo colectivo. En este sentido, la fachada de ladrillo textil sirve para resolver esa especie de ambivalencia al utilizar el material clásico en la tradición holandesa para resolver estos edificios, pero desde el desenfado y una composición totalmente contemporánea.