Joseba Vivanco
DE catalunya AL MUNDO

Barça, capital de Barcelona

Barcelona y el Barça, y viceversa. Una ciudad universal, cosmopolita, abierta al mundo, donde «la vida es demasiado emocionante para escribir» como confesó el novelista irlandés Colm Toibin. Un club de culto, planetario, unos «valors», más que un club. No se entiende la una sin el otro. Y al revés. Una capital dentro de otra.

En 1968, Narcís de Carreras, presidente azulgrana, protagonizó un discurso en el que alumbró una idea que desde entonces se ha consolidado como un eslogan que cualquier publicista hubiera querido apadrinar. Que el Barcelona era más que un club, en función de una trascendencia social que iba mucho más allá del solo rectángulo de juego, unas reglas o unos colores. Durante la dictadura franquista, la institución deportiva culé se convirtió en un simbólico respidadero de las reivindicaciones de libertad de una ciudad y por extensión una nación, la catalana, frente al poder centralista y cercenador de los derechos más fundamentales. Cincuenta años después de todo aquel sentimiento sintetizado en apenas media docena de palabras, este Barça se ha inoculado de tal manera en la sociedad que le rodea, que ha generado una perfecta simbiosis con la Catalunya de la que es epicentro y la propia ciudad que le da nombre.

El FC Barcelona, junto con La Caixa y la Generalitat, constituye uno de los tres “pilares” de Catalunya. El Barça, su estadio, han puesto en el panorama mundial a un país pero sobre todo a una urbe, Barcelona. La propia entidad blaugrana publicó hace apenas un mes un estudio de marca del que se extraían dos conclusiones: es el club más querido y el más seguido del mundo. Un vistazo a su repercusión revela que con once millones de visualizaciones en Youtube fue el club con más visitas del planeta en noviembre pasado, dos millones más que el PSG y ¡siete más que el Real Madrid! La propia revista estadounidense ‘‘Sports Illustrated’’ definió a los blaugrana como «el equipo del mundo y de nuestros tiempos».

Hoy, Barcelona ciudad es, como ha sido los últimos meses, epicentro de buena parte de la atención mediática mundial. Y ahí, una vez más, como décadas atrás en los momentos en que el Barça demostró ser más que un club, lo ha vuelto a ser. Ciudad y club, unidos por una marca, por una idea, por todo uno. ¿Es entendible la ciudad sin el club, el club sin la ciudad? ¿Es imaginable un Barça franquicia que decide cambiar, como en los grandes deportes profesionales de masas en EEUU, de sede? Además de ser imposible, es inimaginable. Pero, ¿quién depende más de quién?

Componente político-social. Empecemos por el principio. El Barça es más que un club. «Es el eslogan que define la identidad del club desde que fue acuñado en pleno franquismo, y desde entonces resume al trasfondo sociopolítico que ha rodeado a la entidad desde inicios del siglo XX, cuando el club se posicionó activamente en 1918 en la campaña autonomista o en 1930 pidiendo la amnistía para los presos que habían atentado en 1925 contra el rey Alfonso XIII, en el denominado Complot de Garrafat», nos pone en contexto Carles Viñas, doctor en Historia Contemporánea. A su juicio, «esta significación en la esfera social es la que otorga valor a dicho eslogan. El cúmulo de acciones en la que se posicionó más allá de las estrictamente deportivas, dan sentido al més que un club».

Para el conocido periodista Jordi Finestres, con varios libros históricos sobre el club culé en su currículum, «el Barça para muchos barcelonistas es más que un club deportivo porque representa un país, Catalunya, una constante histórica que se ha transmitido de generación a generación porque en casi todas las etapas de la historia del club se ha evidenciado su componente político-social, especialmente en las dictaduras pero también en épocas de reclamación de libertades e incluso de reivindicación nacional, como podía ser el momento actual». El “más que un club” no es solo un eslogan publicitario, es una manera de entender el deporte siguiendo otro lema de quien fue presidente del Barça entre 1935-1936, Josep Sunyol i Garriga, que hablaba de «deporte y ciudadanía», es decir, el deporte como «transmisor de valores individuales y colectivos». Sunyol fue fusilado por las tropas franquistas en los inicios de la Guerra del 36.

Otro periodista y buen conocedor del Barça, Xavier Luque, de ‘‘La Vanguardia’’, opina que esa definición es más una «autodefinición», debido a su juicio a «un cúmulo de situaciones históricas que han conformado esa especificidad». Para condensar, considera que «a través del Barça, en distintas etapas de la historia, han tenido una válvula de escape, una vía de manifestación más o menos abierta, los sentimientos de catalanidad que estaban prohibidos o perseguidos. La gente convirtió al Barça en su vía de expansión y el club hizo suya esa representación». Para el propio Luque el club fue más que un club, y «¿lo seguirá siendo? Yo creo que sí». A juicio de Carles Viñas lo fue, pero «mantener inalterada una identidad» en el panorama futbolístico actual «es harto complicado». Advierte de que «desde el propio club se ha tratado de resignificar el lema, vinculando el mismo a la internacionalización del club y al seguimiento de millones de fans en todo el planeta». Pese a ello, «para una parte de la masa actual culé, aquella más romántica o que le sigue por su transfondo social, y no solo por los títulos, el Barça sigue siendo més que un club».

Jordi Finestres está convencido de que la entidad mantendrá ese estatus que le acompaña porque «continuará ejerciendo de embajador de Catalunya en el mundo, de una sociedad abierta, donde un jugador de Rosario, por ejemplo, ama tanto el escudo como uno nacido en Barcelona. El Barça une, el Barça son valores y si, además, el Barça es éxito, pues mucho mejor».

Precisamente, no son pocos los que han vinculado la filosofía y valores del club, de su cantera, a los de la propia ciudad de Barcelona. La propia urbe ‘vende’ club, vende Messi, vende el ‘Dream Team’, vende Guardiola... «Hoy en día la ciudad y el club se retroalimentan. Ambos se utilizan para internacionalizar la imagen de Barcelona», entiende Viñas. «Durante la etapa de Guardiola se habló mucho de valors, de otra manera de entender tanto el juego como lo que significa gestionar un club. Una manera de entender el fútbol y su relación con la sociedad. Mientras el Madrid proyectó la imagen de los ‘Galácticos’ del talonario de Florentino Pérez, el orgullo del Barça era su cantera. Jugar con 11 futbolistas de su fútbol base y llegar a ganar la Champions. Era la gran diferencia, más allá del éxito, el modelo diferente de concebir el club».

Por esos valores, triunfos, proyección, el mundo entero conoce a Barcelona. Sí, por la Sagrada Familia, por la Pedrera, por el parque Güell, pero también por el Museu del Camp Nou como visita ineludible por cualquier turista que se precie. Por Leo Messi. «El Barça es un club grande por sus éxitos deportivos, sin duda, pero también por su ecosistema social, y en eso tiene mucho que ver el carácter y la manera de ser de la mayor parte de sus socios y aficionados, que son catalanes y especialmente de la ciudad de Barcelona. Una ciudad de las más grandes capitales del mundo que es capital de una nación, pero no de un estado», analiza Jordi Finestres. «¿Y Barcelona sin el Barcelona existiría? Claro, pero sería un poco más gris, menos alegre (ríe)».

A juicio del historiador Carlos Viñas «todo club se funda y desarrolla en un contexto concreto que determina su evolución histórico y social». Algo que «no nos permite establecer paralelismos con otros equipos, puesto que las tradiciones, los localismos y la historia son diferentes en cada caso». No obstante, cree que «es evidente que el Barça sin Barcelona podría existir pero sería algo distinto a lo que es hoy. Lo mismo le sucedería a la ciudad. Ambos serían diferentes». Xavier Luque tiene también su particular visión sobre esta cuestión. Para él, «la historia de la ciudad va mucho más allá de la del club, que al fin y al cabo ‘solo’ tiene ciento y pico años de vida». Y aceptando que «el club promociona la imagen de la ciudad y la ciudad saca buen partido de ello», sugiere que «la pregunta en todo caso sería si el Barça sería lo mismo sin Catalunya».

La cantante colombiana Shakira, pareja del culé Gerard Piqué, dijo en cierta ocasión en un acto público de beneficencia que quería «un mundo como el Barça». El Barça, Barcelona, de la mano, paseándose por el mundo, el més que un club y el Rambla pa’quí Rambla pa’llá que diría Manu Chao. La revista ‘‘Forbes’’ llegó a situar a la Ciudad Condal como la tercera más feliz del planeta, por su cultura viva, su clima mediterráneo y… su club de fútbol. Sin él, ella no sería igual; sin ella, él no sería lo mismo. Y es que en el fondo, qui no és anat a Barcelona, no és mitja persona.