IKER FIDALGO
PANORAMIKA

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En el imaginario colectivo, el arte sigue entendiéndose desde una lógica que remite a la obra encerrada en un espacio neutro, cuyas salas albergan a paseantes silenciosos que admiran con detenimiento cada uno de los objetos que en su gran mayoría cuelgan de la pared. Frente a ese tópico de la cultura consumida desde la intimidad de la visita introspectiva y las manos entrelazadas en la espalda, la creación contemporánea lleva rompiendo ya desde las vanguardias los códigos de creación, y en consecuencia los de consumo, para conseguir llegar a un lugar que sea capaz de ofrecer un espacio mucho más diverso. Por eso, cada tiempo cuenta con sus revoluciones inherentes, capaces de cuestionar su contemporaneidad desde múltiples aspectos. Con todo, cada vez que nos acercamos a una exposición, es conveniente rascar la primera capa de la pieza ante la que nos detenemos. Entender su contexto de origen, su relevancia y su papel dentro de un sistema que a veces parece tan engrasado que deja pocos espacios para la interferencia. Puede que entonces dejemos de imaginar las salas silenciosas y asépticas y podamos reivindicar la función del arte como uno de los elementos indispensables para el buen estado de salud de una sociedad.

La galería Michel Mejuto, situada en el centro de Bilbo, presentó el 7 de febrero una exposición titulada "Equipo 57" que va dedicada al legado artístico del grupo bautizado con el mismo nombre. En el año 1957 y como respuesta al auge del expresionismo abstracto y a su conocidísima factura basada en la creación pictórica gestual y orgánica en la que a veces el caballete era sustituido por el propio suelo, surge en París un grupo cuyo núcleo principal es conformado por Agustín Ibarrola, Ángel Duarte, Pepe Duarte, Juan Serrano y Juan Cuenca. Una reivindicación formal que se traduce en un trabajo geométrico que recuerda al Constructivismo y al Suprematismo. Los planos de colores se entrelazan desde lo plano, sin volumen, sin un rastro de pincel, como una pátina. Su planteamiento provocó la creación de una identidad colectiva que firma la autoría de todas las creaciones desde el nombre que da título a la muestra. Óleos y gouaches son la parte pictórica de este proyecto que se extiende hasta el 29 de marzo y que se completa con presencia de producción escultórica hasta alcanzar el total de las 23 piezas que están expuestas en el espacio de la galería. Composiciones tridimensionales de gran austeridad material, eminentemente lineal y de aspecto equilibrado que terminan por subrayar el carácter de la propuesta cuya actividad se extendió hasta el 1962.

Carmen Calvo (Valencia, 1950) quien fuera Premio Nacional de Artes Plásticas en el año 2013, inauguró el pasado 8 de febrero en la sala Kubo Kutxa de Donostia “Ametsa akabatzea-matar al sueño (1969-2019)”. Hasta el próximo 5 de mayo podemos visitar una amplio despliegue de carácter retrospectivo desde el cual acercarnos a la producción de una de las artistas conceptuales contemporáneas más destacables. A pesar de las fechas que marcan una temporalidad concreta, cabe decir que la cronología no es el aspecto principal de la disposición espacial de las piezas. Hay una cuestión que tiene que ver con habitar el espacio desde la afinidad entre las propias obras que parece haber marcado la presentación en sala y las líneas de tensión que entre ellas se dan. Las 61 piezas dan buena cuenta de una creadora versátil que ha sido capaz de aunar varias disciplinas entre las que el collage fotográfico destaca sin ninguna duda. Aun así, varias son las fases creativas que convergen en su medio siglo de dedicación, encontrándonos incluso con la obra con la que participó en la 47 Bienal de Venecia. Si esto no fuera suficiente, la siempre dañada visibilización de las mujeres artistas puede convertirse en el aliciente detonante para visitar esta recopilación.