IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Visión

La creación artística nunca es enunciada desde un espacio aséptico. Cada lugar desde el que se revela pertenece a un tiempo y a un lugar. La cultura es, a su vez, un organismo esponjoso que absorbe todo lo que a su alrededor sucede. Por eso, las cuestiones como la originalidad o la innovación parecen situarse en vocabularios más cercanos a otras disciplinas que ya nada tienen que ver con el arte. Nada es nuevo y nada surge sin una unión con otros ámbitos o ideas y esto es, sin duda, la prueba fehaciente de que asumen una herencia como propia. La globalización cultural marcó los espacios de hibridación en los que los orígenes se disuelven entre los múltiples caminos que ha permitido la sociedad de la información.

Las dos exposiciones que reseñamos a continuación tienen sin duda un antecedente muy marcado, bien en su desarrollo conceptual o bien en su concepción como proyecto. Cada una posee puntos de partida que nos ayudan, como público, a conectar con una mayor riqueza de lectura, así como ante un compromiso que supera el mero visionado superficial.

Entre 1936 y 1941 Marcel Duchamp, considerado como el artista más influyente del siglo XX, desarrolló una pieza titulada “boîte en valise/caja en una maleta”. Consistía en una maleta dentro de la cual Duchamp componía una pequeña exposición portátil de todos sus trabajos más relevantes en lo que se llamó el “museo portátil”. El propio autor pensó en reproducir esta colección hasta realizar 300 copias de la caja. Esto supuso una revolución en dos sentidos. Uno, en la capacidad del propio artista en construir un lugar expositivo que no necesita de fondos de colección, instalación o institución que lo sustente para ser expuesto. El objeto es a la vez arte y soporte, formato y concepto. A su vez, es un desafío a la cuestión mercantil. Si bien las copias de la maleta son ahora piezas cotizadas en el mercado, la capacidad de condensar toda la carrera del creador francés en un pequeño cajón dimensiona de otra manera la cuestión económica del arte.

La sala Rekalde de Bilbo alberga hasta el 7 de abril “8x4. The flowers will start flowering”, comisariado por Jasone Miranda - Bilbao (Basauri, 1964) en colaboración con Akansha Rastogi y Paribartana Mohanty. Es la primera exposición del proyecto 8x4, un formato que consta de un tablero de DM de 8x4 pulgadas que se sitúa en espacios de tránsito de salas o museos. Una docena de artistas, con sede en India, conforma el elenco que habita la superficie de la plancha. El formato marca inevitablemente la disposición de los elementos, así como el lugar desde el que la muestra es visitada y contemplada. El lugar de paso es habitado y resignificado, utilizado como un tiempo y un recorrido fértil en el que la mirada es interpelada por una propuesta que huye de los convencionalismos de la museología (iluminación, montaje, distancia, etc.). El dispositivo es entonces tan relevante como las piezas. La tabla no es solo un lugar para colgar, sino que propone a la vez desde una intención nómada y viva.

José Luis Vicario (Torrelavega, Cantabria, 1966) inauguró el pasado 8 de marzo en el Espacio Marzana de Bilbo una muestra bajo el título “Normal", que se extenderá hasta el 17 de abril. Una apuesta eminentemente escultórica en el que una serie de piezas realizadas en acero, hierro, aluminio y plata parecen recrear instrumentos de medición. El conocimiento, el estudio del cielo y en definitiva de nuestro mundo, como una de las grandes causas de la evolución humana. El punto de partida es el trabajo realizado por el artista vasco Jorge Oteiza a raíz de su relación con la visión del cielo desde los Andes y la influencia en el imaginario creativo del escultor oriotarra.