IñIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Aldea tecnológica

El estudio británico Wilkinson Eyre ha finalizado una residencia para estudiantes universitarios en el instituto Dyson de Ingeniería y Tecnología, integrado en el campus de Malmesbury, cercano a Bristol. Se trata de un conjunto de viviendas modulares prefabricadas de madera contralaminada que cuentan con unos servicios comunitarios tales como cocinas, comedores o lavandería, un centro social y unos espacios de estudios, formando así un pequeño pueblo. El conjunto puede alojar hasta cincuenta estudiantes, además del personal de la universidad o visitantes invitados al campus. El edificio resultante queda, por lo tanto, formado por la suma de esas unidades de vivienda de 8x4 metros, completamente prefabricadas, que se organizan con distintas configuraciones en torno a un jardín formando una media luna, siguiendo la curva del terraplén ajardinado circundante.

Las viviendas están revestidas en el exterior con paneles de aluminio, mientras que las cubiertas verdes se han resuelto con diferentes plantaciones de sedum en función de su posición dentro del conjunto. Los módulos están dispuestos en unidades de dos a tres pisos de altura, para crear un espacio social acogedor y una atractiva adición del campus a los edificios industriales más grandes. La dinámica variedad de configuraciones, así como la aparente aleatoriedad de la suma confiere al conjunto un carácter informal a modo de pequeña aldea.

Un extenso espacio ajardinado hace de mediador entre los alojamientos y el club comunitario existente, llamado Roundhouse, un espacio social para estudiantes concebido como un pabellón circular independiente, transparente y orientado hacia el paisaje que rodea el campus. La ligera estructura de acero está formada por dos cilindros apilados, rematados por un techo ligero que, a modo de visera, vuela sobre el conjunto. Sus instalaciones incluyen una cafetería, un bar, una sala de conferencias y un gran espacio de estudio abierto a todos los estudiantes.

Algunas piezas se colocan sobre el conjunto en voladizo de hasta tres metros, poniendo en relieve las propiedades estructurales del CLT. Las unidades también están diseñadas para aprovechar la masa térmica del CLT y proporcionar espacios vitales confortables y de alta eficiencia energética. La madera ha quedado expuesta hacia el interior de los módulos, incluyendo las cocinas y los baños, para crear un ambiente cálido y natural.

Intimidad y comunidad. Anteponiendo el bienestar a cualquier otra consideración, cada unidad ha sido diseñada con ventilación natural y grandes ventanas de triple vidrio. Cada ventanal se coloca en un ángulo estudiado para, por un lado, dar intimidad al residente y, al mismo tiempo, permitirle una amplia vista del campus. La vivienda dispone de una zona de entrada, con una ducha y aseo contiguos, un dormitorio, que es el espacio central, y un espacio de trabajo, situado junto al ventanal principal para optimizar los generosos niveles de luz natural. Las diferentes unidades se fabricaron fuera de la obra y cada una se entregó totalmente equipada, incluso con los muebles hechos a medida integrados. Finalmente fueron colocadas en su lugar definitivo con una grúa.

El conjunto se divide en diferentes grupos que constan de hasta seis unidades, incluyendo una cocina compartida y un espacio de lavandería en cada nivel, así como un área de entrada con recepción y espacios de almacenamiento. Para crear la sensación de que es un pueblo estudiantil, cada vivienda tiene su propia puerta principal, con módulos más bajos que se abren hacia el jardín y otros más altos a los que se accede por senderos que aprovechan la topografía, así como con escaleras para el nivel superior.

Los diferentes espacios verdes y los senderos determinan el movimiento de los usuarios a través de esta aldea tecnológica y concilian las conexiones entre el alojamiento residencial y el club comunitario, que ocupa el centro del conjunto. En cierto modo, este planteamiento construye una nueva tipología de alojamiento para estudiantes, ya que pretende crear una comunidad donde los alumnos pueden aprender, trabajar y vivir, interactuando y estableciendo vínculos que refuercen su calidad de vida.

Es un planteamiento innovador pero, al mismo tiempo, antiguo, ya que en el fondo se trata de llevar a la vida universitaria a la naturalidad de la vida de “pueblo”, caracterizada por la unión social de la comunidad, por el trabajo colectivo y el apoyo mutuo. El proyecto puede, en suma, resumirse como una aldea, si se quiere tecnológica por el uso al que sirve, pero arcaica en su planteamiento, admitiendo que la vida de antaño es, sin duda, mejor para el ser humano que aquella que queda esclavizada por la tecnología.