IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Relación

El arte contemporáneo es un espacio de relación. Un lugar desde donde entran en diálogo las diferentes capas que lo componen y en donde lo principal es aquello que sucede entre el público y la obra. Para eso, nuestra disposición a atravesar a aquella puerta que nos abre cada proyecto es indispensable. Como lo es que el proceso artístico nunca deba obviar la existencia de un público potencial. Las diferentes disciplinas que nutren la creación actual son, a día de hoy, una mistura constante en la que aquellas barreras que definían las grandes artes han acabado difuminadas. Si bien siguen existiendo los lenguajes fotográficos, pictóricos o escultóricos, los códigos desde los que leemos cada nueva propuesta abandonan aquellos lugares estancos. Ningún modo de hacer es independiente de otro. Todos forman parte de una época , la actual, en la que la cultura visual inunda nuestro día a día y se reinventa a cada paso. El arte es, por tanto, un espacio de imaginación, una posibilidad de reconsiderar nuestro mundo. A veces desde lo conceptual y otras desde la propia presencia material de los objetos artísticos, pero siempre afín a su propio tiempo y comprometido con su presente.

La Galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbo inauguró el pasado 29 de octubre la exposición de Agustín Ibarrola (Basauri, 1930). El espacio, situado en la calle Henao, se une a los homenajes que sucederán a lo largo de esta última parte del 2020 por el 90 aniversario del artista. De hecho, esta muestra, que podrá visitarse hasta el 11 de diciembre, es un buen aperitivo antes de acercarse a la exposición que se ha desplegado en la Sala Rekalde. Los dos pisos de la sala están dedicados en pleno a las piezas del artista vizcaino. Encontramos obra pictórica de diferentes formatos y que ha sido realizada en varios soportes como la tela o el cartón. En todas y cada una de ellas siguiendo una identificable abstracción nutrida a base de formas que rigen una composición plagada de color y textura.

Muy interesantes los collages sobre papel de periódico, pues entran en juego otros factores que desbordan el control del fondo blanco. También tiene cabida la escultura de la que cabe destacar aquellas que son expuestas en pequeño formato y que bien pueden ser estudios previos u obra definitiva. En ellas puede encontrarse muchos de los puntos por los que transita el proceso de Ibarrola y nos evocan a alguna de sus esculturas más conocidas que han sido desarrolladas para el espacio urbano.

La galería Carreras Múgica de Bilbo enfila la recta final de la exposición realizada por el joven artista Leo Burge (Londres, 1991). El próximo 7 de diciembre cierra las puertas “Metofam”, que lleva abierta desde su presentación el pasado 25 de septiembre. El trabajo de Burge se posa sobre una serie de propuestas en pared que, sin embargo, parecen resistirse a erigirse como pinturas o al menos sólo como eso. Las texturas desbordan más allá de una materialidad de los pigmentos y saltan a procesos escultóricos en donde la huella o el gesto permanecen discretamente activos. En un vistazo general, una impecable puesta en escena combina diferentes materiales y formas aparentemente controladas en los que la abstracción es el elemento principal. Espacios que parecen monocromáticos y que, sin embargo, componen con líneas caminos visuales que rompen con lo que pensamos que vemos. “Metofam” desprende una quietud que se disipa en cuanto nos acercamos y vemos como se abre camino la propia especificidad de cada pieza.