David Brooks
IRITZIA

¡Ay!, ¡ja ja!, ¡uf!

Hay semanas en las que los dioses se burlan de los tontos, algunos pequeños, otros con gran poder, tal vez solo para entretener o dar un poco de alivio a los demás, quienes tienen que atestiguar, aguantar o pagar las consecuencias de sus tonterías; y a veces los dioses parecen divertirse con crueldades que aún no detonan una respuesta suficientemente humana. Por ejemplo, el presidente de la Cámara Baja del Congreso federal, el republicano John Boehner, se ha dedicado a promover un proyecto de ley para un oleoducto que transportará el combustible de las zonas petroleras de Canadá a Texas. En su apasionada defensa de esta obra, ha denunciado a los opositores al proyecto como «extremistas de izquierda, marginales y anarquistas». Entre los opositores que se habían expresado ese día, y que al parecer estarían entre los que criticaba Boehner, se encontraban noventa reconocidos científicos y economistas, entre ellos varios premios Nobel.

Por cierto, el cambio climático tiene sus promotores. Un influyente sector de políticos, empresarios multimillonarios y la industria de hidrocarburos dedican millones a su causa, lo que incluye contratar a un elenco de expertos que se ganan la vida al servicio de estos intereses y poniendo en duda el calentamiento global ante los medios y los foros. Por ejemplo, está el caso de Wei-Hock Soon, un científico asociado con Harvard que ha sido una de las figuras más prominentes encargadas de sembrar dudas sobre los efectos de los gases que contribuyen al efecto invernadero. El científico, según documentos obtenidos por Greenpeace, ha aceptado más de 1,2 millones de dólares de la industria energética, algo que jamás ha reconocido en todos sus trabajos académicos y sus ponencias ante el Congreso y otros foros. A pesar del consenso abrumador de la comunidad científica nacional e internacional, de hechos comprobados como que 2014 fue el año más “caliente” jamás registrado, y de fenómenos climáticos cada vez más feroces –sequías, inundaciones, tormentas, frío extremo, cambios en los océanos y en los polos–, líderes republicanos, entre otros, rechazan todo esto mientras sus ciudadanos sufren cada vez más las consecuencias de este fenómeno.

Hablando de clima, en las calles de Nueva York una cifra récord de personas sin techo –58.284, según el cálculo oficial más reciente– se enfrenta a condiciones polares mientras los ricos continúan construyendo edificios de lujo. Coincidiendo con la última ola de frío, las autoridades proclamaron el “código azul”; es decir, que los albergues están obligados a aceptar a todo sin techo que huyese de las condiciones inclementes: la temperatura bajó a 16,5 grados bajo cero un día. Decenas, tal vez cientos, de apartamentos de lujo están vacíos, sus dueños los compran más como inversión que para vivir. Todos tienen calefacción, pero nadie que lo agradezca.

Por otro lado, mientras se nutre la ignorancia y se tolera la miseria, en el Estado de Oklahoma se promueven los valores patrióticos. Un comité legislativo estatal aprobó un proyecto de ley que anula un curso avanzado de historia en las preparatorias, ya que, según el representante republicano que lo impulsó, el curso enfatiza «lo que está mal con América (sic)» y, más aún, omite mención y elogio del excepcionalismo estadounidense. Estos cursos avanzados de historia, diseñados por la institución nacional de exámenes para ingresar en la universidades, ya fueron condenados por el Comité Nacional Republicano porque ofrecen una perspectiva consistentemente negativa de la historia estadounidense.

El número de armas en manos privadas en este país alcanza para que cada adulto tenga una; hay líderes del país más poderoso y contaminante del mundo que continúan promoviendo la destrucción del planeta; hay los que promueven la ignorancia como si fuera un acto patriótico, y los que se benefician con mantener la peor desigualdad económica en casi un siglo, al controlar cada vez más el llamado proceso democrático para sus fines privados. Ante todo esto, algunos somos reducidos a no emitir palabras sino solo sonidos como ¡ay!, ¡ja ja! y ¡uf!

Bueno, también hay buenas noticias para aquellos que deseen mantenerse despiertos para ver qué más pasa. El grupo nacional de expertos sobre nutrición ha emitido sus recomendaciones de dieta más recientes, entre las cuales sorprende la conclusión de que no solo hay riesgos mínimos de salud al consumir entre tres y cinco tazas de café al día, sino que consumir hasta cinco tazas diarias podría tener efectos beneficiosos para la salud, como reducir ciertas enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo dos, entre otras.

Ante todas estas locuras, tonterías y crueldades, tal vez lo mínimo que se les puede sugerir a los dioses es… ojalá que llueva café.