El anuncio de la lotería de las pasadas Navidades realizado por Santiago Zannou provocó una oleada de parodias y versiones en internet, a las que se suma de forma sorprendente Gracia Querejeta dando su personal punto de vista sobre el frágil y difícil equilibrio entre amistad y dinero. Es un tema candente, porque la crisis económica no ha hecho sino acentuar las diferencias entre ricos y pobres, aumentando la presión sobre las familias y personas que aspiran al bienestar en medio del endeudamiento.

De entrada, “Felices 140” se presenta como una película que mantiene la línea seguida por Gracia Querejeta en sus seis anteriores realizaciones, en la medida en que el esquema de la reunión de amigos con motivo de una celebración se ajusta a su interés por las relaciones personales. Contra todo pronóstico, un inesperado giro argumental hacia el thriller criminal le dará a este su séptimo largometraje un tono de comedia negra, que resulta totalmente diferente a todo lo hecho hasta ahora por la cineasta.

El efecto sorpresa resulta determinante para romper con un planteamiento engañosamente superficial, de tal manera que lo que en inicio parecía iba a ser una previsible fiesta de 40 cumpleaños se transforma en una encarnizada disputa por el botín de 140 millones de euros. Es como el equivalente en una localización en interiores, dentro de la mejor tradición del «huis clos» teatral, de la trepidante persecución a la caza del tesoro de la comedia de carretera “El mundo está loco, loco, loco”.

Con el dinero nunca se sabe, y eso lo refleja bien la película, porque de las amistades traicionadas se pasa a las alianzas interesadas, toda vez que el comportamiento de grupo no deja de ser como un Gran Hermano televisivo pero con un premio más cuantioso. Y, hablando de realitys, a “Felices 140” le sobra el intercalado a lo largo del montaje de confesiones a cámara de los protagonistas.