Fue Jean-Pierre Snapi el que se atrevió en “Nacional 7” (2000) a plantear las necesidades sexuales de los discapacitados físicos. Luego, la película belga de Geoffrey Enthoven “Hasta la vista” (2011) ilustró las andanzas de tres jóvenes tetraplégicos que se planteaban el hacer turismo sexual por su cuenta, escapando al férreo proteccionismo de sus familias. Y Ben Lewin fue más lejos si cabe en “Las sesiones” (2012), al presentar la figura de una asistenta sexual para personas de movilidad reducida. Y a nivel más popular está también “Intocable” (2011) de Olivier Nakache y Eric Toledano, en su afán por describir la liberación plena de un hombre que, por estar postrado en una silla de ruedas, no ha de renunciar a hacer una vida normal y sin complejos.

Este mismo esquema le vale al debutante Carlo Zoratti para trasladar el deseo sexual a un joven autista, como terapia vital destinada a empatizar con los demás y acercarse a las mujeres sin miedos. La originalidad reside en el rasgo diferencial que caracteriza a “The Special Need”, que es su muy interesante planteamiento genérico de cruce entre el docudrama y la película de carretera. Los tres protagonistas, incluido el propio Zoratti, se interpretan a sí mismos, en una actitud verista muy emparentada con el neorrealismo italiano, solo que aplicándolo al documental.

El autista Enea Gabino se hace querer desde el primer momento, con su transparente y voluntariosa entrega ante la cámara, a la que se dirige mediante confesiones espontáneas, matizadas por las declaraciones contrapuestas de sus progenitores. El padre, con su semblante serio, recuerda a las primeras comedias de Woody Allen. Pero es la amistad con sus dos compañeros de viaje, compartiendo muchas horas en la furgoneta, la que le hace crecer hasta comprobar finalmente, tras visitar un burdel austriaco o un centro de terapia sexual alemán, que a todos nos cuesta relacionarnos.