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TEL AVIV

Netanyahu basa su nuevo gobierno en los colonos y los ultraortodoxos

Los apoyos del nuevo gobierno de Benjamin Netanyahu, el partido Hogar Judío de los colonos y las formaciones de los ultraortodoxos, auguran un desplazamiento aún más a la derecha, un avance en la teocratización de la sociedad israelí y una aceleración de la ocupación de Palestina, a costa incluso de aumentar las fricciones con sus aliados internacionales. Para los palestinos, Netanyahu ha formado «un gobierno de guerra».

Ayelet Shaked, la que va a ser ministra de Justicia del nuevo Gobierno israelí instó el año pasado, poco antes de la ofensiva contra Gaza, a matar a todos los palestinos, «incluyendo sus ancianos y sus mujeres, sus ciudades y sus pueblos, sus propiedades e infraestructuras», en una cita en Facebook que luego atribuyó a un artículo ajeno. En la misma, pedía que desaparezcan «las madres palestinas y sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán serpientes más pequeñas». «El pueblo palestino le declaró la guerra a Israel, y con guerra hay que responder (…) Son nuestros enemigos y nuestras manos deberían estar manchadas de su sangre. Esto se aplica igual a las madres de los terroristas fallecidos», citaba la entonces diputada de Hogar Judío, uno de los partidos que formarán el nuevo Ejecutivo.

Además, y en ese caso si eran sus palabras, justificaba la muerte de civiles porque es «la moral de una guerra».

Si cualquier Ejecutivo sionista, incluidos los laboristas, ha impulsado la ocupación de Palestina, las ideas de Shaked auguran una aceleración del proceso y un desplazamiento aún más a la derecha, a costa de aumentar la desconfianza de los aliados internacionales.

Hogar Judío prestará el apoyo de sus ocho diputados al Likud, obteniendo un peso en el Gobierno inesperado hace solo unos días. Su líder, Naftalí Benett, será ministro de Educación, tras haber dirigido Economía en el anterior Ejecutivo. «Haré todo lo que esté en mi mano para que los palestinos jamás tengan un Estado», declaró Benett en 2013. El resto del apoyo se lo dará el centroderecha de Kulanu y los partidos ultraortodoxos, el partido Judaísmo Unificado de la Torah y el Shass. Estos últimos, vuelven después de dos años al Gobierno, que satisface habitualmente las demandas religiosas, en una sociedad cada vez más teocratizada. Este pacto supone un paso atrás en algunas medidas del Ejecutivo anterior. Así, se anularán las penas de prisión para los que se nieguen a ser reclutados por el Ejército y las medidas que facilitaban la conversión al judaísmo y se volverán a repartir subvenciones a escuelas religiosas aunque no sigan el programa, no ya en temas religiosos, sino en matemáticas, historia o ciencia.

Para los palestinos, Netanyahu ha formado un «gobierno de guerra». «Está destinado a matar y a la colonización», acusó el negociador Saeb Erakat. «Un gobierno de colonos», lo calificó Nabil Shaat, de Al Fatah, que cree difícil que «decida que la paz ese mejor que la ocupación y el apartheid».

Según algunos analistas, podría no durar mucho, bien por una crisis o porque Netanyahu, como ya ha declarado, quiera ampliar la coalición. Se enfrentará a los retos de la seguridad en todas sus fronteras, el acuerdo nuclear con Irán, los deteriorados lazos con EEUU y la ofensiva diplomática palestina, además de las desigualdades sociales en el interior.

Luz verde a otras 900 viviendas en Jerusalén

Unas horas antes de que Benjamin Netanyahu anunciara su alianza con los partidos de colonos y religiosos ultras para formar el nuevo gobierno, Israel daba luz verde a la construcción de 900 viviendas en Jerusalén Este.

Las 900 viviendas serían construidas en la colonia de Ramat Shlomo, ocupado en la guerra de 1967, según informó la ONG paz Ahora.

Por su parte, la presidencia de la Autoridad Palestina apeló al gobierno israelí a elegir: «la paz o la colonización y el caos». La construcción de colonias se ha acelerado en los últimos años y en la práctica ha hecho ya imposible la solución de los dos estados. La organización Paz Ahora afirmó en febrero que la construcción en asentamientos israelíes se había incrementado en un 40 % en 2014, especialmente en zonas aisladas y en las áreas más disputadas de cara a una solución basada en dos estados.

La comunidad internacional considera ilegal la colonización de los territorios ocupados por Israel. GARA