Sermond’s profundiza su apuesta por el stoner espacial
Un sonido grueso envuelto en rock, de tono opaco y evocador inicia el nuevo disco de Sermod’s, cuarteto de Elorrio que para su nuevo disco, «Libelula», utiliza brochas densas empapadas del rock de los setenta junto con pinceles de rock abierto que lo sitúan en un sonido que funde pasado y presente, rock y melodía como elementos básicos.

Sermond’s es una banda de Elorrio con siete años de brega, un single y cuatro discos. El último se titula “Libelula”, y es tan planeador como el sonido que surge de las seis canciones grabadas. Con la elasticidad de este tipo de afirmaciones, cabe lanzarse a la teoría de que esto es lo mejor que el cuarteto ha grabado. Lo es por la calidad de las composiciones, el equilibrio de todos los componentes, la excelente grabación realizada por Haritz Harreguy en los estudios Higain y por el estilo que propone: una equilibrada mezcla entre sonido stoner y rock and roll, lo que deriva en un cruce de sonidos espesos, melodías claras, estribillos quedones, guitarras con sobresalientes riffs, bien cantado y una sección rítmica que cabalga desbocada, pero sin perder el control. “Zuzen” es una de las canciones ejemplo, la que reúne todos los géneros y pistas que delimitan la vida musical de Sermond’s, pero en “Libelula” no hay rellenos, así que cualquiera de los cortes es una feliz cabalgada por praderas o desiertos próximos a los espejismos, el viaje sicodélico o la más honda introspección.
«Prácticamente todo lo compuesto está grabado. Muy pocas cosas se han quedado fuera y lo descartado lo fue según empezaron a sonar fuera de lugar. Sí que es verdad que algún temazo se ha quedado para futuras grabaciones, ya que se nos vinieron encima los días de estudio», explica Koldo Zubia, potente bajo del cuarteto y a quien se suman Moin a la guitarra, afortunado en sus riffs, Gotz, afinado y melódico desde la voz, y Tximis, cuya batería reparte golpes en primer plano a lo largo de todo el disco tal y como si fuese un instrumento solista. Además, los apoyos vocales de Moin y Koldo convocan a las armonías y profundizan en el poder de los estribillos.
«En los siete años que llevamos todo ha ido muy rápido. Para este nos hemos tomado todo con más calma, pero sin frenar mucho la máquina. Esto nos ha posibilitado el poder trabajar las composiciones con otra perspectiva. La batería, como dices, está muy presente, y personalmente me gusta muchísimo la combinación de sonido moderno (marca Harreguy) con el estilo clásico y golpeador de Tximis», afirma Koldo.
En cuanto al estilo ya se ha mencionado la querencia cada vez mayor del grupo por el stoner, sin dejar de lado el r’n’r roll zapatillero, la sicodelia o incluso el space rock. «Siempre nos ha gustado el stoner. Diría que desde el primer disco ha tenido presencia, pero sin olvidar el protagonismo mayor que tiene en este y en el anterior. En cuanto a ese toque psico, nos apetecía y nos ha salido de forma natural. Enriquecen los temas y flipamos cuando llega el momento psico de cada tema. Las melodías de guitarra van sobradas», sentencia Zubia.
Sermond’s describe su sonido situándolo próximo a tiempos pretéritos, una mirada inteligente hacia atrás. «Dentro de nuestras posibilidades y capacidad, siempre intentamos hacer música de calidad, fuerza, sentimiento y emoción. Plasmamos lo que sabemos hacer. Nuestras referencias no son modernas y las que lo son, maman de clásicos, por lo tanto, y por defecto, casi siempre miras hacia atrás. Y ya sabes, de lo que se come se cría».
La grabación destaca por sonido, fuerza, mezcla y acabado. Sin los cuatro no hay disco, pero tienen un nombre: «El poder grabar con Haritz Harreguy ha sido fácil, divertido, emocionante y a la vez duro y costoso. Para una banda amateur como nosotros trabajar con un profesional como él asusta y da vértigo, pero él consigue que todo fluya y sea fácil a pesar de lo difícil que es», concluye Koldo Zubia.

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