Zinegotzi: Toros y silencio a la luz de la luna

Por los corrales del Gas! En unas fiestas tan ruidosas y multitudinarias como las que celebramos en esta gloriosa ciudad, qué bonito y entrañable resulta poder disfrutar de un acto tan íntimo como el encierrillo. Con la oscuridad cubriendo la ciudad como un manto tachonado de estrellas, se oye un ancestral cuerno que anuncia la salida de los toros para su traslado entre corrales. El silencio es sepulcral, a pesar de que infinidad de personas se reúnen para ver el paso de los astados por el río Arga para cubrir los 400 metros de esta carrera que morlacos y mansos hacen con la única compañía de los pastores.
No deja de tener un punto atávico esa peculiar procesión a oscuras en la que tan solo se oye el entrechocar de las pezuñas de los bureles en el asfalto de la cuesta de Santo Domingo y las notas metálicas que arrancan las esquilas de los cabestros. Entre las sombras, procurando pasar desapercibidos para no importunar a los bureles en su último viaje nocturno, parece que viajamos a la noche de los tiempos, cuando ni la luz artificial, ni los móviles enturbiaban la tranquilidad de las noches de verano. Una pequeña muestra de respeto hacia aquellos que al día siguiente morirán en la arena de la plaza.

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