Tal vez se esperaba más de la cineasta mexicana Mariana Chenillo, pero con su segundo largometraje “Paraíso” no renueva el interés despertado por su ópera prima “Cinco días sin Nora” (2009), triunfadora en los premios Ariel del cine azteca. Ella asegura que también le ha dado un toque personal a su nueva película, a pesar de tratarse de un encargo, porque al adaptar el relato original de Julieta Arévalo Contreras ha cambiado el protagonismo del hombre gordo por el de la mujer gorda.

Si lo que quería contar es que ellas tienen más que perder que ellos en la actual sociedad del culto a la imagen externa, dicho mensaje queda atenuado por una comedia romántica al uso, y como no tiene gracia, digamos que se trata de una comedia dramática o «dramedia». Todo resulta muy superficial y reducido a lo meramente anecdótico, sin que la supuesta crítica social termine nunca de llegar.

La pareja protagónica realiza un viaje de ida y vuelta hacia la prosperidad, a la cual van emparejados unos níveles de exigencia en el aspecto físico que no serán capaces de aceptar. Vivían felices con sus kilos de más en la zona residencial de Ciudad Satélite en el municipio de Naucalpan de Juárez, pero al trasladarse al centro de México D.F. por culpa del nuevo trabajo del marido en su entidad bancaria, se toparán con la dura y desalentadora competencia por las apariencias.

Curiosamente, es ella la que decide que ambos han de ponerse a dieta en su recién estrenado destino, tras oír una conversación despectiva en los baños por parte de las esposas de los otros empleados durante una fiesta del banco. Pero el destino quiere que Alfredo consiga adelgazar y Carmen no, refugiándose en los cursillos y concursos de cocina. La crítica a las dietas milagro y terapias de grupo no pasa del tópico, derivando en una moraleja igual de manida, sobre todo el rollo ese de que la belleza está en el interior.