Mikel CHAMIZO

«MENDI-MENDIYAN», LA GRAN ÓPERA NACIONAL VASCA RECUPERADA

Tras casi treinta años desde su última representación en Donostia, el Kursaal acogerá esta tarde una interpretación en versión de concierto de «Mendi-Mendiyan», ópera compuesta por Usandizaga en 1910 y una de las obras fundamentales de la música vasca. 

Esta tarde tendrá lugar en Donostia una de las citas más destacadas entre los numerosos eventos que este año se están dedicando a la memoria de José María Usandizaga, con motivo del centenario de su muerte. Si el pasado mes de marzo la Orquesta Sinfónica de Euskadi recuperó la última gran obra escénica del compositor donostiarra, “La llama”, melodrama de temática oriental que había dormido prácticamente ignota durante cien años, esta tarde le llegará el turno a una de sus creaciones más célebres, la que impulsó definitivamente su carrera como compositor y que ocupa, además, un lugar central en la historia de la música vasca. “Mendi-Mendiyan”, estrenada en Bilbo en mayo de 1910, es uno de los títulos paradigmáticos de la ópera nacional vasca, un ideal que muchos compositores de la tierra persiguieron entre las décadas de 1880 y 1920, coincidiendo con la llamada “Euskal Pizkundea” que siguió al final de la segunda guerra carlista. En aquella etapa se estrenaron, de hecho, más de treinta títulos operísticos cantados en euskara, debido a que, como explica Natalie Morel, se consideraba la ópera «un género noble y prestigioso, que permite unir en un espectáculo total la música, la danza, el euskara y los aspectos visuales y narrativos del país. En estas condiciones, no es sorprendente que se haya constituido en una de las bases fundamentales de la expresión de la identidad que se manifiesta con fuerza en los primeros años del siglo XX».

Usandizaga nació en Donostia en 1887 y desde niño destacó por su habilidad al piano. Siendo un adolescente, entre 1901 y 1505, marchó a estudiar a París, a la prestigiosa Schola Cantorum, de donde proceden sus primeras composiciones importantes, como la “Obertura sinfónica sobre un tema de canto llano” o el “Cuarteto de cuerdas” sobre temas populares vascos. Con 18 años regresaría a Donostia, donde se dedicaría a tocar el órgano en las iglesias de San Vicente y Santa María, mantuvo una intensa relación con el Orfeón Donostiarra y participó activamente en la vida social y musical de la ciudad. Para dar salida a su faceta de compositor, Usandizaga participó y ganó varios premios en las fiestas populares de pueblos como Elgoibar, Eibar o Hernani, con obras para banda o coro de marcado carácter vasco. De esa paulatina profundización en la música popular emergería, algunos años más tarde, su primera obra maestra, “Mendi-Mendiyan”.    

La “Revista Bascongada” recogía la crónica del estreno de “Mendi-Mendiyan” el 21 de mayo de 1910: “Esta noche se estrenó en el teatro Arriaga la ópera bascongada Mendi-Mendiyan, original la letra del Sr. Power y la música del joven compositor guipuzcoano D. José María Usandizaga. Mucho público se quedó en la calle por haberse agotado las localidades. La función estaba anunciada para las nueve de la noche, pero pasó esa hora y el espectáculo no dió principio por no haberse recibido á tiempo el decorado”. La opinión del crítico era contundente: “Ha sido un éxito estupendo, colosal”. Con “Mendi-Mendiyan” Usandizaga, gracias a su talento innato para la acción dramática, logró encarrillar los ya mencionados intentos por establecer un teatro lírico nacional vasco. Según Santiago Gorostiza, «“Mendi Mendiyan” supone el intento de crear para el teatro un estilo genuino vasco, inspirado en motivos del folklore popular, abundante en cantos y danzas apropiados para la representación escénica de la vida vasca». Llegarían luego otras óperas importantes, sobre todo del gran amigo de Usandizaga, Jesús Guridi, pero “Mendi-Mendiyan” sentó las bases para el desarrollo posterior de la música vasca. 

“Mendi-Mendiyan” describe la tragedia que surge entre un grupo de pastores que habitan cerca de las montañas de Aizkorri. El amor de la protagonista Andrea por el pastor Joshe Mari desata la envidia de Gaizto, quien trata de cortejar a Andrea. Se trata de una trama lineal dividida en tres actos, con un final triste y conmovedor, pero que Usandizaga supo vestir con una música de enorme intensidad dramática. Su escena más famosa es, quizá, la de la romería, en la que se hace un amplio despliegue de danzas, fiestas y escenas típicas vascas. Este pasaje de la ópera, muy popular, ha sido interpretado en más de una ocasión en la Quincena Musical. El “Ave María” que aparece también en el seno de la obra, es asimismo una partitura con mucho arraigo donostiarra, ya que se interpreta todos los años en la Salve que en la víspera de la Virgen (14 agosto) se celebra en la Basílica de Santa María del Coro.

 

La recuperación

Aunque “Mendi-Mendiyan” se escenificó en varias ocasiones en vida de Ramón Usandizaga, hermano del compositor y un agente principal en la vida musical donostiarra hasta su muerte en 1964, la ópera no había visto una nueva interpretación completa en la ciudad desde 1987. En los casi treinta años que han pasado desde entonces los materiales de la obra han estado resguardados en Eresbil, el Archivo de la Música Vasca con sede en Errenteria. De allí salió el manuscrito, que ha tenido que ser sometido a numerosos trabajos de restauración con el fin de dejarlo listo para esta interpretación del centenario. «Es muy diferente la problemática de edición de música de cámara o coral, incluso sinfónica, y de óperas», explica Jon Bagües, director de Eresbil. «Con la música lírica se daban una serie de prácticas que hace que a veces sea muy complejo reconstruir el texto original. Como antiguamente no había posibilidad de hacer copias de forma sencilla, la partitura manuscrita del compositor solía ser la que se iban pasando de mano en mano entre los directores de orquesta en las distintas representaciones. Por eso la partitura de “Mendi-Mendiyan” está llena de tachaduras, cortes, indicaciones con diferentes tipos de letras y lápices de colores, que en su mayor parte no son de la mano de Usandizaga. Por eso editar críticamente una ópera requiere tanto esfuerzo, Además, aunque se quiera ser lo más fiel posible a veces hay que incurrir en adaptaciones». Antoni Ros Marbà ha explicado, por ejemplo, que para esta versión con la Orquesta de Euskadi han decidido reducir la plantilla original, porque en la época algunos instrumentos tenían menos sonoridad que los actuales y era habitual doblarlos, pero actualmente hay que volverlos a recortar. 

El propio Ros-Marbà, que dirigirá la función, detalló en rueda de prensa las múltiples dificultades que han tenido que superar para lograr dar forma a una partitura fidedigna de “Mendi-Mendiyan”. La primera versión que recibió el director catalán era un documento de trabajo que tenía muchas lagunas y que apenas le servía para trabajar, así que decidió ponerse en contacto con Juanjo Mena, responsable de la única grabación existente de la ópera, realizada por la Bilbao Orkestra en 2005. A partir de esos dos documentos, y con la ayuda de un equipo encabezado por Abili Fort, fueron unificando un texto que estaba repleto de erratas de los copistas y de fragmentos de autoría dudosa. Aunque reconoció que aún queda trabajar que hacer con la edición, Ros-Marbá valoró el que todos los implicados en el proyecto se lanzasen a trabajar en ello sin disponer de partituras consolidadas. Justificó este entusiasmo por la gran calidad de la música de Usandizaga y la necesidad de crear nuevos materiales que hagan más fácil su representación dentro y fuera de Euskal Herria. Y explicó que “Mendi-Mendiyan” en el pasado llegó a ser lo suficientemente popular para que se programara en el Liceu de Barcelona en 1945, una fecha sorprendente para que se representase una obra en euskera, pues el catalán en público estaba prohibido y lo más probable es que se interpretara traducida al castellano.   

La soprano Arantza Ezenarro es la cabeza de un elenco en el que participan también los cantantes Miguel Borrallo, Olatz Saitua, José Manuel Díaz y el Coro Easo. Ezenarro, para quien este será su primer papel protagonista en la Quincena Musical, reconoció en Usandizaga a un compositor «que conoce muy bien las posibilidades de los cantantes. Tiene una escritura muy dramática, a veces incluso en exceso, lo que ha obligado al director a balancear muy bien el peso entre las voces y la orquesta». Su personaje, Andrea, lo describe Ezenarro como «una mujer de sentimiento profundo que se exprese con líneas melódicas muy sencillas. Usandizaga emplea un melodismo que recuerda a veces a Puccini, otras a Debussy, pero que adquiere siempre un carácter propio, pues interioriza estos lenguajes y los mezcla con su propia personalidad y las influencias del folclore vasco».

El tenor Miguel Borralo, que da vida al enamorado de Andrea, el pastor Joshe Mari, narró una anécdota que le había ocurrido el día anterior en la Plaza de Gipuzkoa. Borralo estaba sacándose fotos junto al busto de Usandizaga –hoy casi oculto entre la maleza–, cuando desde el edificio de la Diputación comenzó a sonar la misma melodía que el canta en un aria de “Mendi-Mendiyan”. Esto dio pie a Oriol Roch, director general de la OSE, a reivindicar la importancia de proyectos de recuperación como este, del legado de una época, los últimos años del siglo XIX y los primeros años XX, que forjaron el carácter de ciudad cultura de Donostia y su efervescencia en lo musical, subrayando la importancia de revalorizar una época en la que surgieron instituciones como el Orfeón Donostiarra, el Victoria Eugenia o, un poco más tarde, la propia Quincena Musical. En el mismo sentido se pronunciaron Xabier Payá, en representación de Donostia 2016, que ha colaborado en la financiación del espectáculo, y Odile Kruzeta, de EITB, que grabará la representación.