Txomin PITARKE
BILBO
A LA MESA CON

De agua, sin duda, vamos sobrados

No oculto mi alegría tras haber disfrutado de una jornada festiva seca; sí seca, en todos los aspectos. Reconozco que he sido uno de quienes en aquelllas jornadas bochornosas del arranque festival en el Botxo, invoqué al cielo.¡Que olviden mi plegaria desesperada, por favor! ¡Estoy saturado! Si el cuerpo humano es en su edad adulta un 65% de agua, yo superé ayer esos índices con creces. Y doy fe, no la que profesa Munilla, de que hoy he bebido lo imprescindible.

Ya me habló alguien de las consecuencias nefastas de la ingestión de tal cantidad de agua. Yo, inconsciente, hice oídos sordos a sus recomendaciones y me dejé llevar por la jarana. He de confesar que ingerí con alegría el Agua de Bilbao, no era para menos después de que hasta la propia pregonera, a quien aprecio, confesase ante las miles de personas reunidas en El Arenal en el txupin que no hay bebida de origen vizcaino de la que no haya sido madrina.

La exaltación de la amistad llegó poco después y, a partir de ahí tengo serias lagunas. Ya no eran tal los efectos positivos de los líquidos que por mi gaznate circularon y fueron abundantes y diversos. Para entonces, el agua se había apoderado de mi. No sentía mis zapatillas, que creí que alguien me había cambiado por unas almohadillas «de todo a 100».

Cómodo, me deje llevar, hasta que a bordo de una embarcación que no recuerdo debí subir. ¡Menudo maretón había! Vuelta para aquí y vuelta para allá hasta que la calma llegó. Ayer al despertar, rodeado de txikis, la falda de Marijaia, todavía húmeda, me hacía cosquillas. Empapado, había dormido en ese gran hotel público en que se convierte en Aste Nagusia el parque de Doña Casilda, sin reparar que ayer abría sus puertas Txikigunea. Como de todo hay que sacar una lección, diré que desde el sábado creo más en las previsiones meteorológicas y que haré caso a aquellos que dicen que: ¡Cuidado con el agua, que es muy traicionera!