Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Ricki»

Poca película para tanta Meryl Streep

Aestas alturas ya nadie se va a sorprender por la capacidad de transformación de Meryl Streep, lo que lejos de desanimar a la indiscutible número uno de Hollywood, la lleva a plantearse nuevos y cada vez más difíciles retos. Ya sabemos que domina el género musical gracias a su buena voz, pero aprender a tocar la guitarra eléctrica a sus 65 años resulta impresionante. Y no lo hace como una simple aficionada, llegando a dominar las técnicas de un músico profesional. Si quisiera se podría ganar tranquilamente la vida en el mundo del rock, pues el tipo de directo que ofrece en “Ricki” no desmerece con respecto al de otros artistas que llevan toda la vida girando con sus grupos. No se le puede pedir más, aunque tire de un repertorio estándar, donde destacaría sendas versiones del “American Girl” de Tom Petty y del “My Love Will Not Let You Down” de Bruce Springsteen. Hay algún otro tema, que me imagino habrán compuesto pensando en el argumento de la película, que ya es otro cantar.

Y es que el guion de la otrora rebelde Diablo Cody es de lo más convencional, hasta el punto de que podría haber utilizado cualquier trasfondo que no fuera el del rock and roll, habida cuenta de que la historia central seguiría siendo la misma. Lo que prima es el melodrama familiar en torno al síndrome de la madre ausente, aquí propiciada por la dedicación absoluta de la protagonista a su carrera musical. Una vez de regreso al hogar, sus hijos no se lo pondrán nada fácil y todo serán reproches. Ella, por su parte, hará lo indecible para recuperar el perdido rol materno.

Jonathan Demme se limita a entregar el encargo sin poner nada personal, más allá de que el ambiente del rock le pueda atraer por encima de todo. No profundiza en el conflicto generacional, al dejar de lado el talante conservador de las nuevas generaciones frente a otras más libres y aventureras.