Las apuestas van al negro frente a un cuarteto de aspirantes
La octava edición de la Copa del Mundo arranca esta noche en Londres con Nueva Zelanda como rival a batir. Los All Blacks buscan repetir título –sería el tercero– con permiso de Inglaterra, Australia, Sudáfrica e Irlanda. Así llegan los veinte equipos.

«No va más, todo al negro», anuncia el crupier. La bolita comienza esta noche a rodar por la ruleta y no se detendrá hasta el 31 de octubre, cuando el capitán de uno de los veinte equipos participantes alce la dorada copa Webb Ellis como ganador de la octava Copa del Mundo.
Los pronósticos apuntan a que el protagonista de ese momento será Richie McCaw, el hombre del brazalete en los All Blacks, aunque hasta la fecha nadie ha conseguido repetir título. Por detrás se encuentra un cuarteto de aspirantes formado por Sudáfrica, Irlanda, la anfitriona Inglaterra y Australia.
Estas dos últimas deberán primero superar la criba en el duro grupo A. Inglaterra abre el telón esta noche ante Fiji (21.00, hora de Euskal Herria) en La Catedral de Twickenham. Los de la rosa son el único equipo europeo en hacerse con este título merced a aquel drop de Jonny Wilkinson en 2003. Los seis restantes se los reparten Nueva Zelanda (1987 y 2011), Australia (1991 y 1999) y Sudáfrica (1995 y 2007).
Tras el fiasco de 2011, aderezado con el comportamiento escandaloso de algunos jugadores –lanzamiento de enanos durante una borrachera, acusaciones de acoso sexual, saltos al agua desde un ferry–, Stuart Lancaster ha tenido cuatro años para preparar este torneo, sacrificando objetivos a más corto plazo como los Seis Naciones. Cuenta con una delantera rotunda y sus dudas se han centrado en la línea y sobre todo en la bisagra, donde ha probado numerosas combinaciones. Youngs como medio melé y Ford en la apertura abrirán el baile.
La irregular Australia llega con el título del último Championship bajo el brazo. Los Wallabies ganaron las dos Copas del Mundo jugadas anteriormente en tierras británicas y aspiran a ser los primeros en alcanzar el triplete.
Cambios en la normativa
Michael Cheika se hizo con las riendas tras proclamarse en 2014 campeón del Super Rugby con los Waratahs de Sidney. La Federación ha abierto la mano y ello le ha permitido, bajo determinadas condiciones, recuperar a jugadores que no militan en clubes del país. El caso más relevante es el de Matt Giteau, del Toulon francés.
Su presencia complementa una línea de tres cuartos poderosa en ataque, con el zaguero Israel Folau llamado a ser uno de los hombres a seguir. El punto débil son las dos primeras líneas. Para mejorar la melé, Cheika ha incorporado al técnico argentino Mario Ledesma.
Gales y Fiji aspiran a poner las cosas difíciles a los dos favoritos. Las opciones de los dragones, cuartos en 2011, han caído en picado por culpa de las lesiones de última hora.
A la del centro Jonathan Davies se han sumado las del medio melé Rhys Webb y el zaguero y pateador Leigh Halfpenny, seis meses en el dique seco por una rotura de ligamentos cruzados en su rodilla derecha. Demasiado castigo para un conjunto que no dispone de un gran fondo de armario.
Fiji sueña con acercarse en el XV a los éxitos de su Seven, vigente ganador de las Series Mundiales y candidato al oro olímpico en 2016. Los oceánicos se presentan tras ganar la Pacific Cup, en cuya final ante Samoa dejaron claras sus virtudes en el juego veloz a la mano y sus problemas de conquista en la delantera. Esta noche tienen una buena piedra de toque ante el paquete inglés. Las apuestas pagaban ayer su victoria 17-1.
Cierra el grupo A la cenicienta Uruguay, único nombre nuevo respecto a 2011 –ocupan el lugar de Rusia, a quien superaron en la última repesca– y que representa el último vestigio del rugby amateur, ya que la gran mayoría de sus seleccionados combina este deporte con los estudios o un empleo. Los Teros ya disputaron los Mundiales de 1999 y 2003.
Sudáfrica debería pasar a cuartos sin apuros como líder del grupo B. Los Springboks llegan con muchas dudas, tras perder los tres partidos del último Championship, incluida una dolorosa derrota en casa ante Argentina. Pero su combinación de potencia física –terrorífica segunda línea con Matfield, Etzebeth y De Jager para dos plazas– y talento –Pollard, Lambie, Habana, Le Roux…– les hace claros aspirantes.
Cuotas por razas
La cuestión de la raza se mantiene como patata caliente en el país. El rugby sigue siendo cosa de la minoría blanca, como lo era en 1995 y se sacó la histórica foto entre el presidente Mandela y el capitán François Pienaar.
Para tratar de revertir esta situación, la Federación, a instancias del Gobierno, ha impuesto al seleccionador Heyneke Meyer unas cuotas de jugadores negros y mestizos, para que los jóvenes tengan modelos con los que identificarse. En un país en el que el 84% de los menores de 18 años es de raza negra, existe un potencial vivero que se debe atraer hacia el balón ovalado.
La medida es solo la punta del iceberg de un amplio programa, pero la polémica está servida, ya que no falta quien entiende que esta discriminación positiva reduce las posibilidades presentes de victoria.
La segunda plaza del grupo, y el otro billete a cuartos, se dirimirá entre Escocia y Samoa. Ni unos ni otros superaron la primera fase en 2011. Con la llegada de Vern Cotter a su banquillo, los del cardo ofrecieron signos de mejoría, pero su último Seis Naciones fue un desastre, cuchara de madera incluida. Dos victorias ante Italia y dos derrotas ajustadas ante Irlanda y Francia en los últimos amistosos ofrecen un resquicio.
La mala gestión, los problemas internos y las penurias económicas lastran a Samoa. Los polinesios, con jugadores criados en el vivero de Nueva Zelanda, tienen mimbres para hacerlo mejor. Este año plantaron cara a los All Blacks en la primera visita de estos a Apia, la capital. Vienen de ser segundos en la Pacific Cup.
Japón no tiene rival en Asia, cuenta con una potente liga profesional y organizará el Mundial de 2019 y los Juegos de 2020. Pero su bagaje es de una victoria en 24 partidos de Copa del Mundo. El nuevo estadio olímpico de Tokio ha sido reiniciado, después de un escándalo por el altísimo presupuesto del proyecto inicial. Estaba previsto que acogiera también la final del Mundial del año anterior, pero con el retraso ya no parece tan claro. Tampoco marcha como debiera la franquicia nipona para el Super Rugby, que iba a debutar en 2016.
EEUU fue campeón olímpico en 1920 y 1924, pero desde entonces ha pasado mucha agua bajo el puente. Si bien el Seven cosecha buenos resultados –el próximo Mundial de esta modalidad se disputará en San Francisco en 2018–, el rugby no deja de ser un deporte minoritario que tiene que competir con otros más reconocidos social y económicamente.
Una cantera inagotable
Tres únicas derrotas en 47 partidos. Es el bagaje de los All Blacks desde que hace cuatro años ganaran la final a Francia. Nueva Zelanda produce de todo y en cantidades industriales. Si se lesiona su apertura titular Aaron Cruden, ocupa su plaza un tal Dan Carter, mayor anotador internacional de la historia. Y así con todos.
Esta Copa del Mundo será un fin de ciclo para el mencionado Carter y otros clásicos como Richie McCaw, Conrad Smith, Ma'a Nonu o Keven Mealamu. Algunos colgarán las botas y otros vendrán al Viejo Continente para redondear su jubilación con los euros del Top 14 francés. Pero antes tratarán de lograr su tercer título, que sería el primero lejos de su país.
Argentina es el candidato para la segunda plaza del grupo C. Los Pumas siguen creciendo para asentarse en la élite, jugando de tú a tú con los grandes del hemisferio sur, los últimos años en el Championship y a partir del año que viene con una franquicia en el Super Rugby.
Bajo la batuta de Daniel Hourcade, la albiceleste ya no es solo un equipo que se sustenta en su potente melé, sino que se atreve con un juego atrevido a la mano que le ha permitido doblegar a selecciones como Australia y Sudáfrica. Solo Nueva Zelanda se le resiste y este domingo tendrá una nueva oportunidad.
Tonga, con la media de edad más alta, mantiene la espina dorsal de hace cuatro años, un equipo capaz de perder ante Canadá y ganar a la posteriormente subcampeona Francia.
Georgia es el país europeo –y posiblemente mundial– que está viviendo un crecimiento más rápido en este arranque de siglo. En 2008 había 2.800 federados, ya son unos 9.000 y se está inviertiendo mucho dinero en instalaciones. Gracias a ello, los Lelos dominan el Seis Naciones B, habiendo tomado la delantera a Rumanía, Rusia o España.
Cierra el grupo la humilde Namibia, que en su quinta participación no tendrá fácil lograr su primera victoria. Hasta la fecha acumula quince derrotas en otros tantos encuentros.
Pasemos al grupo D, donde la Irlanda del neozelandés Joe Schmidt, renovado hasta 2017, se presenta con el aval de haber ganado los Seis Naciones de 2014 y 2015. La mejor selección europea de los dos últimos años, que incluso ha llegado a situarse en algún momento segunda en el ranking global solo por detrás de la intocable Nueva Zelanda, aspira a llegar por vez primera a unas semifinales mundialistas, tras seis intentos fallidos en cuartos.
Un XV camaleónico
Los analistas coinciden en destacar como la mayor virtud de los del trébol su capacidad para adaptarse al rival. Se trata de un equipo serio, compacto, sin fisuras y equilibrado en todas sus líneas, con una delantera completa en la que destaca su tercera línea y un director de orquesta como el apertura Jonathan Sexton. Un aspirante a todo, aunque viene de caer ante Gales e Inglaterra en sus dos últimos amistosos.
Francia fue capaz de ganar a Inglaterra el pasado 22 de agosto en París (25-20). Eso, y el trabajo que se haya podido realizar en el largo stage de preparación, son los clavos ardiendo a los que se agarra un combinado que lleva años dando tumbos. Tantos que desde hace meses ya se conoce el relevo del técnico Philippe Saint André, que dejará su plaza al ex del Toulouse Guy Noves ocurra lo que ocurra.
Patadas a ninguna parte, embestidas sin sentido, pruebas y más pruebas sin soluciones… el juego de los del gallo ha supuesto una decepción. Francia solo se quedó fuera de semifinales en 1991 y suma tres subcampeonatos y un tercer puesto.
Su primer escollo será mañana una Italia que también vive horas bajas y que no podrá contar con su líder, el tercera línea Sergio Parisse. En este duelo ambos se juegan buena parte del billete a cuartos.
La escuadra azzurra, cola de león entre los grandes de Europa, nunca ha superado la primera criba. Pese a algunos éxitos puntuales, su crecimiento se ha estancado desde su integración en el Seis Naciones en el año 2000.
Cierran el grupo Canadá y Rumanía, dos habituales en el torneo que conocieron tiempos mejores. Los norteamericanos pelean contra su falta de recursos y de estructuras competitivas, lo que obliga a emigrar a sus mejores jugadores. Las grandes distancias no ayudan, una situación similar a la que se vive en su vecino del sur, EEUU.
Rumanía y su poderosa melé estuvieron en un tris de entrar en el Seis Naciones, allá por los 80. La caída del régimen de Ceaucescu supuso el inicio de su declive y la selección se ha visto adelantada, primero por Italia y luego por Georgia.

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