Ramón SOLA
Segunda División

Osasuna va como un tiro

Victoria de renombre en La Romareda, con más solidez que juego. Los recambios de Martín siguen funcionando; ayer, Mesa y Jose

ZARAGOZA 0

OSASUNA 1


Osasuna refuerza su liderato con la victoria en Zaragoza, ante uno de los gallos de la categoría, y fortalece sobre todo la convicción que ha inoculado el mago Martín en todos sus pupilos. Sexto partido del año, incluido el copero de Miranda, y quinta victoria con una nueva demostración de que el equipo sabe a que juega, sea quien sea el que salta al verde. Hasta tal punto que el de La Romareda dio la impresión de ser una copia del de hace quince días en Almería, mejorada en el resultado. Primera parte de superioridad en el centro del campo, buena defensa y peligrosas salidas a la contra; y segunda de contención sin brillo. Esta vez el Zaragoza, con más presupuesto que plantilla, no tuvo la calidad que sí dio el triunfo a los andaluces.

En Iruñea nadie echará aún campanas al vuelo mirando a la clasificación, pero sí para celebrar cómo gana el equipo y con quién. Martín Monreal ha enchufado a todo un plantel que el año pasado aparecía desconectado, y la mejora no viene tanto de las novedades foráneas, sino de la explosión de los que ya estaban. Cada hombre que entra iguala, sino mejora, al suplido: pasó con Berenguer en Almería, con Olavide en Miranda, con Kodro ante el Leganés, y ayer con Maikel Mesa y José García. El canario, sobre todo, rayó a la altura del lesionado Mikel Merino en el puesto de pivote, el más incómodo del campo, y sin la cobertura inestimable de Oier, ayer lateral derecho en la recuperada defensa de cinco. Mesa cortó balón, lo sacó limpio tanto en pase como en conducción, y en resumen hizo su mejor partido hasta ahora con Osasuna hasta que, ya con Merino en el césped, Martín lo sustituyó.

Preocupaba también la ausencia de David García en el centro de la zaga, y ahí se agigantó la figura de Unai, pletórico de fuerza y concentración. El de Eskirotz salvó un gol que ya cantaba la grada en el minuto 49, pero ese fue solo un detalle en una actuación completísima.

Faltaba la guinda en ataque, y la puso, una vez más, un Roberto Torres en estado de gracia. Sin demasiada continuidad en el juego, el de Arre siempre deja pinceladas de jugador de Primera. Ayer se sacó de la chistera una internada en el área tras amago previo y un centro raso templado al centro para que Nino embocara a la red su primer gol en esta Liga. Era el minuto 28, pero antes Osasuna ya había podido marcar en un cabezazo de Alex Berenguer a pase profundo de Miguel Flaño (minuto 8), otra gran combinación que a punto estuvo de rematar Jose García (9) y un buen remate con efecto de Nino (18). Llegado el descanso, no había más motivo de preocupación que los centros laterales, que ya se atragantaron en Almería y ante el Leganés, y las tres amarillas acumuladas frente a ninguna del Zaragoza.

Las señales de crecimiento son rotundas, jornada a jornada. A Osasuna ni siquiera le había hecho falta un gran fútbol para anticiparse. Gris estuvo, por ejemplo, Berenguer, que en el 40 perdió sorprendentemente una carrera con el central uruguayo Cabrera que ya se cantaba como ocasión rojilla o bien expulsión del defensa. Tampoco se vio luego apenas a Kenan Kodro, con quien Martín se desgañitó en la banda recordándole sus instrucciones. El de Campanas acabó, para variar, afónico.

El final, muy cómodo

La segunda parte, en realidad, fueron tres. Salió fuerte el Zaragoza, percutido por la calidad del colombiano Freddy Hinestroza, y ahí tuvo una pizca de suerte Osasuna. No lo veía claro Martín. Agotó los tres cambios casi seguidos, y con ello el equipo se repuso, encadenando mediada la segunda parte unos minutos estupendos de combinación y colocación, pero sin llegar a rematar ante Bono. Faltaba el previsible arreón final maño, pero el partido se fue diluyendo, con media grada marchándose antes de tiempo y otra media pidiendo la destitución del entrenador Popovic, tras la segunda derrota seguida en casa. El Zaragoza está ya a siete puntos de Osasuna, cinco frente a doce. Ver para creer.

La nueva victoria empieza a adelantar todos los tiempos previsibles. Osasuna va como un tiro, pero el sentido común recomienda recordar que este es año de transición y siembra. Las noticias son aún mejores en este terreno que en el de la clasificación; jugadores que el año pasado se fueron cedidos (Mesa y Unai), dejaron muchas dudas (Belenguer, Jose, Olavide, Kodro) o fueron declarados transferibles (Torres, Miguel Flaño) han revivido futbolísticamente. Si se añade a los que están a punto de salir de lesiones (Martins, Lotiés, Pucko), al indescifrable Milic y a la nueva hornada (Aitor Buñuel, Otegui), Martín tiene cartas en la baraja para aburrirse.

De momento, a disfrutar un liderato en solitario y asentado, con una doble cita casera por delante, primero ante el Córdoba y luego ante el Lugo. Que siga la fiesta y ya se verá allá por diciembre si se puede empezar a soñar con soñar.

Dolidos los maños, sobrado Martín

Un Zaragoza-Osasuna nunca es un partido más, ni en Primera ni en Segunda. Lo atestiguaba el llamamiento previo a la calma y la confraternización hecho por la directiva maña o la absurda aunque reiterada visita a la Basílica del Pilar de la directiva rojilla. Las heridas de este derbi sangran doble, como reconoció tras la derrota el actual estandarte del equipo, Jesús Vallejo, joven central ya fichado por el Real Madrid: «Osasuna era el equipo al que teníamos más ganas de la Liga». En la grada, quizás por la hora tempranera, los cientos de hinchas navarros lo celebraron con ganas, pero también con más moderación de la habitual, sabedores quizás de que ya nada podía escocer más que el 0-1 del marcador. Y Enrique Martín estuvo tan elegante en la victoria que, ante las cámaras de Canal Plus, más que del buen partido de los suyos, prefirió hablar de que su colega rival, «Popo», abroncado por la grada, merece continuar en el cargo y levantará al Zaragoza.R.S.