El cine europeo sigue sufriendo los problemas de la distribución, y otro afectado es Gabriele Salvatores, que ya tiene dos películas más estrenadas después de “Educazione siberiana” (2013). La última ha sido “Italy in a Day” (2014), que forma parte del proyecto global de Ridley Scott, y del que en el Estado español se ha hecho cargo Isabel Coixet. Poco importa por tanto que esta película que nos llega ahora con más de dos años de retraso tuviera once nominaciones a los premios David De Donatello, si aquel Óscar ganado por Slavatores a la Mejor Película de Habla No Inglesa con “Mediterráneo” (1991), queda ya tan lejano. Algo está fallando, porque “Educazione siberiana” se integra en los proyectos internacionales de la RAI, pensados para públicos de todas partes. Al haberse rodado en Lituania su reparto está mayoritariamente integrado por actores de aquel país y que no desentonan al lado de figuras mundialmente conocidas como John Malkovich.

Al basarse la realización de Salvatores en todo un fenómeno literario como el de la novela del inmigrante ruso y tatuador Nicolai Lilin, escrita en tono autobiográfico y en torno a organizaciones mafiosas localistas, no han faltado las comparaciones con “Gomorra” (2008), y con el trabajo hecho por Matteo Garrone a partir del libro homónimo de Roberto Saviano. Pero el tratamiento cinematográfico resulta diferente, y podría relacionarse más con la herencia dejada por Sergio Leone en “Érase una vez en América” (1984). El manejo del tiempo es igual de interesante, y aunque la acción transcurre sobre todo en la década de los 80 con el desmembramiento de la Unión Soviética, la figura del abuelo encarnada por Malkovich habla de la tradición de la comunidad «urka» y sus tatuajes, remontándose a los años 30, cuando Stalin les deportó desde Siberia a Transnistria, territorio situado entre Moldavia y Ucrania, y de donde procede su nieto.