Diez días de proyecciones, seminarios, conferencias y distintos actos socioculturales han convertido una ciudad al norte como la de Copenhague, que clausura su festival en días extraños y difíciles, en punto de encuentro de documentalistas de todo el mundo. Precisamente ese era el retrato que hemos podido ver a través de las miradas y los puntos de vista de distintos cineastas y creadores audiovisuales, el de un mundo convulso y cambiante. Con un nivel de programación envidiable pero con carencias organizativas palpables, el CPH: DOX ha recibido este año a gentes como la activista canadiense Naomi Klein, que programaba una interesante sección política, o el documentalista italiano Roberto Minervini, uno de los exploradores más lúcidos de los márgenes de la sociedad norteamericana. Documentales musicales locos o divertidos como “The theory of obscurity. A film about The Residents”, de Do Hardy, o el delicado y poético proyecto de María Bäck acerca del fin de la vida, “I remember when I die”, son algunas muestras de lo variopinto del espectro documental de nuestros días. Días extraños en los que la cámara de una negra desheredada estadounidense graba naif pero lúcidamente a los verdaderos héroes que sobrevivieron al huracán Katrina en “Trouble the water”, de Carl Dean y Tia Lessin. “God Bless The Child”,  de Robert Machoian y Rodrigo Ojeda-Beck, recibía el máximo galardón del festival por su extraordinario realismo, mientras el premio Act recaía en “Among the believers”, de Hemal Trivedi y Mohammed Ali Naqvi, una decisión casi profética teniendo en cuenta lo que sucedía el viernes en París. El documental, que en realidad ha sido realizado por una mujer en la sombra, es un sobresaliente e increíble trabajo de infiltración en lo más oscuro del submundo de las escuelas en las que los niños y las niñas pakistaníes que, sin derechos, ni futuro, acaban convirtiéndose en creyentes de algo que, como ellos mismos le cuentan a la cámara, no entienden.