Luisito
El programa “Equipo de investigación” de La Sexta tiene un estilo bastante marcado que le confiere su presentadora, Gloria Serra, el ritmo de la narración y los temas que eligen para ser seguidos. Parten de denuncias muy conocidas en los medios generalistas o tiran de hilos de asuntos que por su complejidad no han despertado la atención de los programas más ligeros. Por decirlo de alguna manera, repasar su historial es recorrer el mapa de la delincuencia más especializada no siempre vinculada al poder político. Lo que le distingue y nos lleva por lugares, ambientes, mundos existentes en este en el que vivimos y que las televisiones no tienden a mostrarlos. Por ser de una pobreza vergonzante o por ser herméticos en sus lujos.
Se ofrecen en dúos, uno nuevo y otro redifundido. Y en el lote de la otra noche conocimos a un tal Luisito, un joven de veinticuatro años pijo, pero pijo de la muerte, mallorquín, al que se le acusa de una supuesta apropiación indebida de fincas y patrimonio de un matrimonio que, en teoría, le había hecho donación en vida todo lo que tenía por un valor catastral de más de cuarenta millones de euros. Como dice Luisito, el valor de cambio es el doble o el triple. Nos ofrecen imágenes de las casas, las villas a pie de playa, las fincas y uno se queda boquiabierto porque eran propiedad de un matrimonio de apariencia normal. Luisito no. Él es un buscavidas. Siguiendo pistas de su vida, de su pufos varios en tiendas de lujo, llegan a Madrid. Y entrevistan en la calle a una señora de apariencia de clase media, paseando a un perrito vulgar, y que después de darnos datas del precio de alquiler de aquellos pisos, asegura que ella no había trabajado nunca en su vida porque “con papá no hacía falta”. Vivía con un mayordomo de toda la vida. No dijo cuantas asistentas. Luisito busca amigas de este nivel.
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