Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «El secreto de Amila»

Sonrisas de cristal

Esta nueva apuesta por el cine de animación realizada en Euskal Herria adquiere una nueva dimensión si nos atenemos a quienes se encuentran detrás de su desarrollo –Baleuko, Talape y Draftoon en colaboración con la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER)– y, sobre todo, en su intención por servirse de un género tan proclive a todos los públicos para dar a conocer lo que se denomina comunmente como “enfermedades raras”. Precisamente, ha sido la la asociación FEDER la principal valedora a la hora de asesorar a los creadores en todo lo concerniente a este tipo de enfermedades que en pocas ocasiones suele contar con una especial relevancia en los medios de comunicación. Teniendo presentes cuáles son los parámetros por los que transcurre el largometraje, el espectador entra de lleno en un paisaje animado en el que prima la vitalidad que emana de un grupo de chavales que comparten este tipo de enfermedades entre juegos y ensoñaciones. Emparentada en su intencionalidad con películas como “Planta 4ª”, “El secreto de Amila” captura el interés del espectador gracias a una trama bien engarzada y un cuidado diseño de personajes que revela el progresivo avance de un modelo de cine que, a pesar de lo innovador que pueda resultar el concepto 3D, ha sido resuelto mediante técnicas más acordes con lo artesanal. El factor técnico sigue siendo el principal lastre que arrastran este tipo de propuestas ya que en la retina del espectador siempre impera el referente de las grandes producciones de Pixar o Dreamwork y en la propia “El secreto de Amila” se revela ese interés por no perder la estela de las superproducciones. Quizás por ello, por la imposibilidad de competir, se debería apostar por otro tipo de diseños que se alejaran de los cánones establecidos pero todo ello entra de lleno en otro tipo de debate que se distancia de la saludable intención que emana de esta propuesta.