Jon ORMAZABAL
Pelota

Hermano mayor

Irribarria y Merino I se aprovecharon de la ansiedad de los favoritos para ganar y superarlos en la tabla.

ALTUNA III-MERINO II 11

IRRIBARRIA-MERINO I 22


Se atribuye a Jorge Valdano esa máxima futbolística de que «el fútbol es un estado de ánimo» y algo parecido debe suceder con la pelota por lo visto ayer en el duelo fratricida del Adarraga. Y es que, sin la exagerada recreación del reality televisivo, el «hermano mayor» Miguel Merino, en su partido 500 como profesional, acompañado por un otra vez brillante Iker Irribarria, fue el que puso la calma y el empeño que la apretada situación clasificatoria requería, consiguiendo así su segundo punto y enviando a Altuna III-Merino II, una pareja que, por su potencial, entraba en todas las apuestas a lo más hondo de la tabla clasificatoria.

Sabedora de la presión a la que se sometían sus descendientes, Valvanera Soto, progenitora de los hermanos de Villar de Torre, que tantos y tantos kilómetros ha hecho siguiendo a sus hijos por las carreteras de Euskal Herria, no quiso acercarse ayer a un recinto tan próximo como el Adarraga a presenciar el primer duelo entre ambos en un campeonato de primera, lo que muestra la tensión que se ha vivido en casa durante la última semana.

Sin embargo, esa presión ha sido asimilada de muy distinta manera por sus dos vástagos, ya que, mientras para Miguel el partido de ayer era una gran oportunidad y, acostumbrado a lidiar a la sombra de su hermano menor, no tenía nada que perder, para el campeón del Parejas en 2012 el de ayer era una final por la supervivencia y terminó acusándolo. Salvo en una breve fase mediada el partido en la que la pelota cogió mucho bote, David nunca pudo dominar ni derribar la defensa de Miguel, que ayer estuvo muy por encima de su hermano.

Excesiva precipitación

Con sus respectivas características, en los cuadros delanteros también había un atractivo duelo entre dos delanteros de 19 años que también se decantó claramente, contra el pronóstico de la cátedra, que cantó dobles a sencillo colorados, de parte azul. El verano, con la final de San Mateo –en la que vencieron a Olaizola-Urrutikoetxea– como máximo exponente rodeó al de Amezketa de un halo mágico que parece haber perdido y sin él todo es más difícil.

En esa montaña rusa de sensaciones tan normal en pelotaris tan jóvenes, ahora mismo parece ser Iker Irribarria al que le toca caminar por las nubes y sus dos voleones de ayer en los tres primeros tantos bastaron para corroborarlo.

El 1-6 inicial no hizo sino aumentar el peso de una pareja poco acostumbrada a remar contracorriente y que se precipitó en muchas de sus decisiones. Porque gracias a un momento de inspiración del delantero de Amezketa, con dos magníficas aperturas al ancho y un par de saque-remates, se aproximaron 7-8, pero su reacción se quedó ahí.

Porque mientras Irribarria y Merino supieron sumar como pareja –quizá el delantero debió dar algún paso atrás para ayudar a su zaguero– los colorados quisieron hacer cada uno la guerra por su cuenta, con Altuna precipitándose en el remate y Merino II también apuntándose a acabar el tanto excesivamente rápido.

El 16-10, tantazo en el que ambas parejas se vaciaron y perdido por Irribarria fue la excepción en una recta final de partido en la que los azules mostraron mucho más juego que los favoritos.