Avisos
Entre el fútbol, la lotería y el espectáculo parlamentario se nos van los reflejos de la realidad. Acostumbrados a dedicar más tiempo a las hojas que al propio rábano, al envoltorio que a la composición de la comida preparada, no atendemos a los avisos que nos llegan desde los lugares donde se cuecen los destinos de una inmensa mayoría de los habitantes de la Tierra. Los más ricos del planeta se reúnen para compartir unos manteles de lino y una cubertería de plata mientras van desgranando medidas globales para joder universalmente.
Davos siempre ha sido una referencia del capitalismo, una conferencia donde los capataces de cada región reciben las órdenes desde lo más alto, desde una cúpula casi secreta o difuminada, una serie de personas de que controlan el dinero y toman las decisiones que posteriormente los jefes de gobierno van implementando y cumpliendo sus planes de manera escrupulosa. Hasta aquí el discurso, el desahogo, porque los avisos son bastante claros y llegan desde varios lugares diferentes pero seguimos mirando al dedo y no a la luna con actitud pertinaz de fugarse de la realidad.
Las bolsas están cayendo de manera constante, el estornudo de China parece que puede convertirse en una pulmonía global. Algunos de los que tiene más dinero han asegurado que estamos en las puertas de una crisis mayestática, superior a la estafa de la que todavía no hemos acabado de salir. El precio del petróleo está bajo mínimos, eso ayuda a una parte del mundo, pero hunde a otra, aunque siempre gana los mismos. Los países emergentes han sufrido un frenazo en su desarrollo y todos tiemblan. La economía trucada de esas familias que controlan más flujos de dinero que el resto de los seres humanos. Nos llegan avisos, estemos atentos y observemos el panorama general no sea que Rajoy no quiera gobernar precisamente por esos avisos.

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