Ante la negativa de Spike Lee a acudir a la ceremonia de los Óscar, a pesar de haber recibido la estatuilla honorífica del 2015, atendiendo a la llamada al boicot iniciada por Jada Pinkett Smith, la presidenta de la Academia de Hollywood se ha visto en un compromiso, pues también es afroamericana. Cheryl Boone Isaacs no ha tenido más remedio que prometer cambios en razón de raza, sexo, edad y otras cualidades humanas objeto de discriminación por parte de la entidad. Recordemos que la mayoría de los académicos que votan son hombres blancos de más de 65 años.

Digamos que partiendo de un interés particular se ha llegado a otro colectivo, lo que en sí representa un gran paso. La señora Smith quería defender a su marido Will, comprometido como actor con la película “Concussion”, a la que de poco le ha servido el apoyo de la crítica especializada. Se ha ignorado dicho título, al igual que por ejemplo también “Beas t of No Nation”. Y, para mayor agravio, del musical afroamericano “Stright Outta Compton” solo se ha nominado a su pareja de guionistas blancos.

Sobre lo de Will Smith todavía no puedo opinar, pero la ausencia de Samuel L. Jackson entre los nominados es un escándalo, cuando ha hecho el papel de su vida en “Los odiosos ocho”.