EDITORIALA
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Sobran lamentos y morbo, faltan análisis y soluciones

Dos hechos muy trágicos, similares en la forma pero diferentes en su raíz, han conmocionado en las últimas horas a la sociedad vasca. El domingo en Otxarkoaga (Bilbo) una mujer gravemente enferma se precipitaba por una ventana y fallecía, y su marido era hallado con un cuchillo clavado en el abdomen, en lo que se presentó como un probable doble intento de suicidio. En la madrugada siguiente, en el centro de Gasteiz, un bebé de 17 meses era arrojado también por una ventana presuntamente por un hombre que había agredido a la madre de la pequeña.

Si las hipótesis policiales son ciertas, como parece, los dos casos pertenecen a problemáticas diferentes pero con un punto en común: la necesidad perentoria de soluciones. Sin entrar en las peculiaridades de la tragedia de Otxarkoaga, cuyos detalles este medio no conoce ni juzga, se impone una reflexión general. Es cierto y evidente que situaciones similares se producen cada vez con más frecuencia en nuestro entorno y deberían abrir un debate serio sobre la regulación legal de la eutanasia, de modo que nadie tenga que acabar su vida de manera tan cruel. En cuanto al segundo caso, el problema de la violencia machista, pese a las campañas de concienciación, no solo no disminuye sino que depara episodios cada vez más brutales, como el de Gasteiz, en el fondo mera punta del iceberg de una violencia diaria y omnipresente.

Ni la profusión de condenas y protestas a veces difícilmente comprensibles, ni el regodeo mediático en los datos más escabrosos ni el empeño político en catalogar estos casos para ajustarlos a los propios discursos aportan nada a lo único importante: que dramas como estos, o como el de la reciente muerte en Donostia de una mujer indigente en un cajero, no se repitan. Se necesitan análisis serios de estas realidades, debates sobre sus soluciones y finalmente medidas, medidas políticas. A falta de ello, exacerbar las conmociones no deja de ser una cortina de humo.