Mikel INSAUSTI
Crítico cinematográfico

Todavía se puede vivir en la casa de la pradera

Ahora que nos quieren convencer de que la crisis del ladrillo forma parte del pasado, y de que otra vez nos podemos volver a hipotecar en una vivienda nueva, sin haber terminado de pagar la vieja, es el momento propicio para la vuelta de “La casa de la pradera”. El mundo estaba pidiendo a gritos la versión cinematográfica definitiva a falta de la reposición de la serie televisiva, porque no hay hogares felices sin la bendición de la familia Ingalls.

Los derechos de la novela original escrita por Laura Ingalls en otros tiempos de recesión, en los años 30, estaban en manos de Sony, que se los ha vendido a Paramount. El estudio ha contratado al cineasta independiente Sean Durkin, ganador del premio al Mejor Director en Sundance por “Martha Marcy May Marlene” (2011), así como a la celebrada guionista galesa Aby Morgan, autora de “Shame” (2011). Con lo que el proyecto no puede ir más en serio.

Y es que la modernidad está muy rarita, porque ya me dirán qué pintan todos estos hipsters intentando hacer sombra a Michael Landon, indiscutible y venerado líder del entretenimiento cristiano en EEUU. Ya es hora de que le canonicen o le santifiquen, porque su labor en pro de la familia unida y devota no ha sido nunca igualada o superada por mortal alguno.