La plaza del Kasko de Sestao, a la que llamaban la «plaza roja», por ser centro de mil y una luchas, volvió a llenarse ayer para dar paso a una gran manifestación en defensa del empleo. Ese fue el lema que abrió la marcha, con el comité de empresa de ACB a la cabeza. Un lema genérico más atinado en las pegatinas que fueron poblando el mobiliario urbano al paso de la manifestación, en las que ponía el acento sobre el futuro de 600 familias, porque son cerca de 350 los trabajadores de la planta amenazados directamente por la «parada temporal indefinida» ordenada por Arcelor Mittal, pero se calcula que centenares más perderán su empleo en subcontratas y aún queda por cuantificar su repercusión no solo en Sestao sino en toda Ezkerraldea, ya harto castigada por la destrucción de empleo.

Los más jóvenes, muchos acompañados de hijas e hijos de corta edad y vestidos con los buzos de trabajo, resaltaron que representan «la parte más débil». Así lo explicó a GARA David, de Harsco, una de esas subcontratas que trabaja en exclusiva para ACB (Acería Compacta de Bizkaia) y en la que ya están planteando un ERE hasta mayo. Y después se le termina el contrato: «Si ACB no sigue, nos echarán». Y con él serían 55 personas las que se quedarían en la calle, según comentó.

En la movilización participaron también alcaldes y concejales de ayuntamientos de Ezkerraldea y Meatzaldea, así como una amplia representación política, parte de la cual se situó en la cabecera de la manifestación, donde podía verse, entre otros, a la presidenta del BBB del PNV, Itxaso Atutxa. Quizá por ello alguien se quejó desde la acera de que «esos no son obreros».

Entre algunas banderas republicanas y un cartel contra el acero chino, directivos y jugadores del Sestao River no dudaron en unirse a la movilización.

Entre los más veteranos de Sestao sigue presente la idea de que la acería, que fue creada para paliar el cierre de Altos Hornos, «nació con fecha de defunción» –en el PGOU esta planta ni siquiera aparecía dibujada a futuro– y que la destrucción de empleo no es de hoy, sino que se ha ido haciendo «poco a poco; de los 650 cuando empezó a funcionar a los casi 350 de hoy en día».

Al término de la manifestación, fueron especialmente aplaudidas las palabras de un trabajador de contratas. Exigió que se reúna una mesa en la que se les dé voz. «Nosotros no somos personas a las que Arcelor no tenga nada que decir. Tiene que decir y mucho», apuntó, y dejó claro que quieren que la empresa «nos mire a la cara, que vea los ojos y las caras de las personas a las que condena a la miseria».

También se dirigió a las autoridades, a quienes pidió que se empleen en la búsqueda de soluciones. «No solo se trata de hablar de la tarifa eléctrica o del dumping –agregó–, también se puede y debe exigir que Arcelor cumpla su compromiso de mantener la actividad. Que no desvíe la producción que ya había anunciado». «O se está al lado de los escandalosos beneficios de la multinacional o de las personas que en esta comarca lo necesitan», advirtió.