Cicatería y árbitro propician la mayor goleada del curso
Los rojillos no estuvieron a la altura del partido y Pizarro Gómez pitó un segundo penalti más que dudoso.

MIRANDÉS 4
OSASUNA 0
Acometía Osasuna su visita a Anduva con unas expectativas muy positivas –había ganado al Mirandés en tres partidos anteriores esta temporada y tenía a su alcance la segunda plaza–, pero todo acabó en un tremendo jarro de agua fría, encajando la mayor goleada del presente ejercicio. Entre lo rácano que fue el juego rojillo en ataque y la decisiva actuación arbitral, los de Enrique Martín no solo no sumaron, sino que incluso vuelven a tener importantes bajas para la visita del Almería.
La verdad es que en esta ocasión el conjunto rojillo no estuvo a la altura de lo que se esperaba de él ante tan propicia coyuntura. Lejos de arrogarse el papel protagonista en un escenario que esta campaña no era tan inaccesible, el cuadro navarro pareció encogerse ante el empuje de un rival que asumió en todo momento su rol de anfitrión, llevando la iniciativa y el tiempo del encuentro.
Merino, Roberto Torres y Olavide se vieron anulados por la mayor presencia de adversarios en la medular con ese singular 3-3-3-1 que abandera Carlos Terrazas y al que ayer Osasuna se vio incapaz de darle respuesta. Sin el balón, las posibilidades de éxito se vieron sensiblemente reducidas, pese a que el equipo, como ya había demostrado en otros campos, consiguiese sobrevivir intacto a base de contención durante más de la mitad del tiempo del choque.
Y a la espera de esa jugada, la mayor parte de las veces a balón parado, con la que ajusticiar al oponente y llevarse los tres puntos. El problema es que en esta ocasión, quien sí supo sacar mucho provecho de la estrategia fue el Mirandés. De un saque de esquina llegó el lance del primer penalti por unas claras manos de Unai García, cuya transformación comenzó a poner muy cuesta arriba el envite.
Hubo una pequeña reacción al 1-0, estirándose Osasuna y Martín renovando a su delantera. Demasiado tarde. El partido iba camino de embalarse con la jugada que marcaría definitivamente el devenir del encuentro. Apenas doce minutos después de la primera, otra pena máxima, esta muy discutida –Miguel Flaño va a por y toca balón, aunque posteriormente también la pierna de Álex García–, inclinaba la balanza del lado local con una diferencia ya insalvable, pues llevaba aparejada la expulsión del defensa de Noain.
Más daños colaterales
En inferioridad y con dos goles por detrás, más que creer en el milagro, lo más importante era haber evitado otros daños colaterales. Eso tampoco se consiguió. Entre la esperada descolocación rojilla en pos del empate y el malestar inherente por la decisión de Pizarro Gómez, todavía estaban al caer otras dos dianas –las tres primeras las anotaron jugadores navarros– y la roja a Mikel Merino.
Cierto es que, desafortunada actuación del trencilla al margen, Osasuna no hizo méritos para aumentar su casillero de puntos y ahora deberá, tras esta cura de humildad, recomponer ánimo, once y victoria ante un Almería que llega a El Sadar con el agua al cuello.
Aniversario infeliz para Miguel Flaño
No pudo celebrar de peor forma Miguel Flaño su partido oficial número 300 con la camiseta rojilla. El central de Noain fue expulsado en el minuto 64 tras ver su segunda amarilla, tarjeta esta última motivada por un penalti de dudosa existencia. Al igual que Mikel Merino, noticia a lo largo de la semana por el interés del Dortmund en el jugador, el capitán será baja por sanción frente al Almería.
Roberto Torres no tuvo pelos en la lengua al final del partido. «El segundo penalti el árbitro se lo inventa, no se puede condicionar un encuentro así. Además, tiene que estar por encima de lo que se vive en el campo, donde estamos a muchas pulsaciones». N.M.
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