Raimundo Fitero
DE REOJO

Muy flojo

Los debates parlamentarios televisados son, junto con el fútbol, lo que justifica tener un plasma en medio del salón. En vivo y en directo, se descubre a los políticos que en los platós pueden defenderse con preguntas amañadas. Sin más protección que la que dan los grupos disciplinados como centuriones a sus portavoces. Aplausos y abucheos televisivos, al modo “Sálvame”, que es el programa peor considerado en una encuesta pública. Todo muy contaminado por la tendencia a la reducción del pensamiento.

Por eso ver a Pedro Sánchez, un candidato de unas limitaciones políticas e intelectuales manifiestas, golpeado por derecha e izquierda con contundencia y capacidad parlamentaria, asusta. Mariano Rajoy es un buen parlamentario en cuanto a filigranas interpretativas de la realidad, pero delante de alguien tan flojo, tan inconsistente, se convierte en un majestuoso hombre de estado, con rapidez mental, con capacidad de herir con ironía.

Pero en cuanto se enfrenta a Pablo Iglesias se vuelve pequeñito, se enrosca en sí mismo, recurre a un folio en donde le escriben las consignas, no sabe por dónde le da el aire. Y se demuestra que volviendo a sacar el fantasma de ETA no le da para ser presidente. Ni el próximo candidato a presidente por su propio partido. Parece estar absolutamente desarbolado. Es muy poco consistente. Muy flojo. En estos caracteres es difícil sintetizar lo sucedido, la actitud de Patxi López, por ejemplo.

La propia imagen que ofrecen las cámaras ha variado. Siguen las corbatas, siguen los pelos cortado a navaja, las lacas, pero también los descamisados, las que visten casualmente, como si esas formas anunciaran algo nuevo. Quizás estemos ante algo efímero, que vayamos a elecciones, y probablemente de suceder así se produzca un récord abstencionista.