Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «13 minutos para matar a Hitler»

El carpintero suabo que voló una cervecería en Munich

Después de una poco fructífera incursión en el cine anglosajón, Oliver Hirschbiegel vuelve a casa para rodar en alemán sobre la historia de su país, que visto lo visto, es lo que mejor se le da. Ya dejó constancia de ello con “El hundimiento” (2004), película con la que levantó un gran revuelo al trazar una visión humana de Hitler a través de la compleja caracterización de Bruno Ganz. Aplica esa misma mirada para irse ahora al polo opuesto y retratar a un héroe anónimo de la resistencia contra el nazismo, que nunca ha sido reconocido por sus compatriotas, y que, por lo tanto, es reivindicado por el cineasta a modo de toque de atención.

El planteamiento de “Elser” no puede ser más coherente, porque desde el primer instante Hirschbiegel deja bien sentado que no quiere hacer la típica película sobre la preparación y ejecución de un atentado, sino que desea descubrir al mundo la verdadera personalidad del poco conocido Georg Elser, y los motivos por los que decidió acabar con la vida del Fhürer por su cuenta y riesgo. Por eso la narración empieza con el estallido de la bomba en la cervecería Bürgerbraükeller de Munich el 8 de noviembre de 1939, pasando a la detención del ejecutor cuando pretendía huir por la frontera con Suiza, ignorante de que la tentativa había fallado en su único y principal objetivo. Lo que sigue son los duros interrogatorios a los que fue sometido el humilde carpintero suabo, encaminados a sacarle una confesión sobre una supuesta trama conspirativa organizada, pues sus torturadores no se creían que hubiese actuado en solitario, como realmente así fue.

Christian Friedel logra un gran parecido físico con el personaje, lo que dota de mayor veracidad al perfil de este hombre apolítico y religioso, pero sensibilizado con la situación de la clase obrera en Alemania, y dispuesto a luchar con sus propios medios contra el Tercer Reich, como David contra Goliat.