«En las empresas recuperadas priman el trabajo y la vida»
Andrés Ruggeri (Buenos Aires, 1967) es antropólogo social de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y dirige desde 2002 el programa Facultad Abierta, un equipo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA que apoya, asesora e investiga con las empresas recuperadas por los trabajadores.

«Ocupar, resistir y producir» son los principios que impulsan el movimiento de empresas recuperadas en Argentina. Andrés Ruggeri conoce de cerca la historia de este tipo de empresas que comenzó a gestarse en Argentina, aunque posteriormente se reprodujo en otros países latinoamericanos e, incluso, en países europeos como Grecia e Italia; la repasamos junto a él.
Vayamos al origen: ¿qué es una empresa recuperada?
Son empresas abandonadas por los patrones y que los trabajadores vuelven a poner en producción de forma autogestionada. Tienen su origen en Argentina a partir de la década de los 90 y su momento de eclosión en 2001. A partir de ahí se convierte en un movimiento que llama la atención y genera mucha solidaridad.
¿Qué proceso sigue la creación de empresas recuperadas?
Hay mucha heterogeneidad pero en general el movimiento de empresas recuperadas tiene una consigna que es «ocupar, resistir y producir». En realidad surge del Movimiento Sin Tierra de Brasil y describe bastante bien cómo es el proceso. Generalmente lo que hay es una quiebra fraudulenta, un cierre provocado por los patrones, aunque a veces no es así y se trata de cierres involuntarios. Una vez que pasa eso lo que los trabajadores hacen es tratar de mantener su puesto de trabajo poniendo en funcionamiento esa empresa. Lo hacen con distintos métodos, el más impactante es la ocupación que tiene como objetivo preservar los bienes para que los patrones no se los lleven a otras empresas o las vendan.
¿Existe algún tipo de regulación que facilite la recuperación de estas empresas?
En ese sentido Latinoamérica tiene cierta diferencia con Europa. No existe legislación que contemple la recuperación de empresas, entonces los trabajadores corren el límite de las leyes. Pero también se han creado otras herramientas legislativas. Por ejemplo las leyes de expropiación, que consisten en presionar al poder legislativo para que utilice una herramienta constitucional que es la expropiación y que ya se utiliza para otras cosas. El Estado expropia el bien mediante una ley y se lo cede a la cooperativa de trabajadores. Eso paraliza el proceso de quiebra que terminaría con el remate de la empresa.
También es mayoritario el uso de las cooperativas de trabajo. Primero permite funcionar legalmente, es una empresa legal formada por los trabajadores y además permite un mejor funcionamiento de las formas que casi naturalmente los trabajadores empiezan a dar y que tienen que ver con las asambleas, la igualdad entre ellos...
En cuanto a la tipología, ¿qué tipo de empresas abarca?
En este momento hay 350 empresas recuperadas en Argentina con unos 16.000 trabajadores. Dentro de eso hay una composición muy heterogénea. Al principio era más industrial porque fue un momento de destrucción de la industria. Además algunos sindicatos metalúrgicos fueron muy activos en la recuperación de empresas. Eso se fue modificando con el tiempo, sobre todo cuando se empezó a recuperar la economía con el Gobierno de Néstor Kirchner. Los casos de recuperación de empresas se fueron desplazando a sectores donde había mucha precariedad. Ahora, más o menos un 40% siguen siendo fábricas y el resto lo conforman desde hoteles a escuelas, clínicas o empresas de transporte.
Ha mencionado el apoyo inicial de algunos sindicatos. Dado que en las cooperativas no suele haber representación sindical ¿Cuál es la relación con los sindicatos en las empresas recuperadas?
Es un tema bastante complicado, porque las empresas recuperadas las forman trabajadores que se organizan para defender sus intereses igual que los sindicatos. El problema es que el sindicato generalmente actúa dentro de la relación capital-trabajo y aquí desaparece el capital, solo queda el trabajador. Además está el tema del cooperativismo. Generalmente el sindicato no reconoce a los cooperativistas como trabajadores, como sujetos de representación sindical. Muchos sindicatos piensan que hay un patrón detrás de las cooperativas.
Asimismo, hay sindicatos tremendamente corruptos y burocráticos que han jugado para los patrones. Todo eso hace que la relación entre empresas recuperadas y sindicatos sea tensa.
Y por parte de los diferentes gobiernos, ¿cuál ha sido su actitud?
En un primer momento anterior a Kirchner, con Menem, hubo una total indiferencia. Después del 2001 empieza a haber algún tipo de reacción más positiva. Todos coinciden en verlo como algo legítimo pero no como algo estratégico que forme parte de su política económica. Hay bastante desconfianza sobre la capacidad de los trabajadores de gestionar las empresas.
Ahora estamos en una situación totalmente distinta con un gobierno de derecha neoliberal del que lo mejor que podemos esperar es la indiferencia. Por ahora Macri está ocupado en destruir otras cosas como el empleo público, de endeudar el país con los fondos buitre...
Estos procesos se dan normalmente en momentos de crisis. ¿A qué se debe?
En situaciones de abundancia económica, con empresas que funcionan bien no se dan procesos de recuperación propiamente dicho. Estos casos se suelen dar en periodos de políticas neoliberales con consecuencias sociales agudas. Es la necesidad la que impulsa las ocupaciones. En algunos casos los trabajadores se dan cuenta de hacia dónde va la política del empresario y tratan de anticiparse pero en general viene provocado por un conflicto.
Después de la crisis siguió habiendo empresas recuperadas. Frente al cierre de una fuente de trabajo, en circunstancias donde es difícil conseguir trabajo, especialmente en el caso de los más veterano, los trabajadores ven que están en una situación límite y actúan porque, además, ya saben que es una alternativa posible.
¿Cree que se puede trasladar el funcionamiento de las empresas recuperadas –en parámetros como la participación o la gestión– a las que conocemos tradicionalmente?
Yo creo que las empresas recuperadas son un ejemplo de gestión directa por parte de los trabajadores. El sistema capitalista es un sistema de explotación y no hay más tarea que la que a uno el dan. Las empresas recuperadas tienen una lógica distinta, lo que prima es el trabajo y la capacidad de esa organización económica de garantizar la vida y la reproducción de la vida de sus integrantes. La autogestión permite un papel totalmente diferente del trabajador, implica también una responsabilidad.
No creo que se pueda reemplazar el capitalismo por goteo, el cambio tiene que ser general, a nivel político y social. Pero por supuesto que estas experiencias sirven para poner sobre la mesa prácticas que pueden dar resultado.
¿Qué opina del sistema cooperativo de Euskal Herria?
En Argentina algunas empresas recuperadas fueron invitadas a conocer las cooperativas vascas. Me parece interesante la capacidad de conformase como grupo o responder a través de los mecanismos de solidaridad. Aunque también encuentro algunas contradicciones como la con tratación de trabajadores no cooperativistas o el comportamiento de la Corporación Mondragón en el exterior. De todas formas hay que tener cuidado con demonizar las cooperativas tachándolas de capitalistas. Los capitalistas no siempre piensan eso.

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