Ramón SOLA

De Logroño al Velódromo, una hora que condensa doce ideas cargadas de futuro

El impacto emotivo que ha tenido el retorno de Otegi corre el riesgo de tapar su discurso. Pero en Logroño, Elgoibar, ETB y el Velódromo ha aparecido un arsenal de ideas nuevas con mucho recorrido.

Bromeó Otegi en su discurso del Velódromo con que si un año preso en Martutene (2007-2008) le sirvió para ir meditando la nueva estrategia, estos seis pasados en Estremera, Navalcarnero y Logroño les han dado para mucho más. La prueba está en el caudal de ideas aparecido en el breve discurso de Logroño, los diez minutos de Elgoibar, otro tanto en ETB y poco más de 40 en el Velódromo. Algunas han sido muy desarrolladas y otras únicamente esbozadas, pero todas aparecen cargadas de futuro y relanzan la apuesta de hace un lustro, incorporando las nuevas realidades surgidas y también las enseñanzas obtenidas. Este vendría a ser el dodecálogo de Otegi:

HORIZONTE: «Cambiamos de estrategia para ganar». En el último gran mitin antes de ser detenido (Anaitasuna, junio de 2009), Otegi ya incidió en que «la izquierda abertzale no nació para resistir, ni siquiera para responder, sino para vencer». Ahora recupera esta premisa, estrangulada por las tentaciones derrotistas. ¿Y qué es ganar? «Crear un Estado y hacerlo desde la izquierda», detalla.

INDEPENDENCIA SOCIAL: «Necesitamos un Estado decente». Otegi sigue viendo condiciones propicias para esa independencia. Y entiende que las ansias no se han apagado, sino que «lo que falta es un proceso independentista». Aseguró el sábado que «en tres días libre» había comprobado que «cada vez menos gente cree que el Estado español va a respetar la voluntad de los vascos». Y es aquí donde emerge la novedosa apelación a la necesidad de «un Estado decente»; es decir, «un Estado qe garantice las necesidades básicas de quien vive en él». Desgranó el concepto en Anoeta con estos ejemplos: un Estado que no permita que las mujeres cobren 30% menos que los hombres, no deje que vivan con más miedo y menos derechos, no desaloje a trabajadores de sus casas, no suprima ayudas sociales, no garantice salud y educación para todos...

NUEVA AGENDA: «Nos toca más escuchar que hablar». La evidencia de que la crisis y sus demoledoras consecuencias han quedado relegadas en la agenda de los abertzales de izquierda ha sido recogida por Arnaldo Otegi, pero yendo incluso más allá. En el Velódromo apostó por dirigirse de nuevo «a la gente humilde» y hacerlo además con humildad: «En este momento histórico, nos toca mucho más escuchar que hablar».

REALISMO: «Las tesis hay que confrontarlas con la realidad». Este principio, marxista pero además de sentido común, lo reivindicó desde las mismas puertas de la cárcel de Logroño. Y al hacer ese contraste, Otegi concluye que algunas ideas básicas del cambio de estrategia eran acertadas (como las oportunidades que abrían en Europa los procesos escocés y catalán), pero otras no tanto. «Muchos de nuestros esquemas han quedado superados», constata. Se trata ahora de reenfocarlos.

PRESOS: «No luchamos porque hay presos; hay presos porque luchamos, que no es lo mismo». La frase puede parecer una obviedad, pero tiene grandes implicaciones cuando resulta evidente que el Estado ha utilizado la cuestión para bloquear un proceso independentista. Desatascarlo aparece como necesidad imperiosa en las primeras declaraciones de Otegi, dejando claro siempre que son las personas presas quienes deben decidirlo. Reivindicó las vías legales en ETB (recordando que «dentro siempre hemos usado la legalidad»). Y saludó de este modo en Elgoibar la excarcelación ese mismo día de Lorentxa Guimon y Urko Labaka: «Dos secuestrados menos para ellos, dos activos más para nosotros».

VÍCTIMAS: «Lograr que todas sean de todos». Otro concepto innovador, que ya va haciendo camino en la práctica con ejemplos como la implicación de Rosa Rodero en la manifestación de enero por los presos, la iniciativa Glencree, la foto de víctimas diferentes unidas el viernes en Donostia... Otegi apuesta por superar trincheras y no lo hace solo como líder político, sino en condición de víctima de un encarcelamiento político injusto durante el que ha perdido a su madre y su suegra.

ANTE PODEMOS: «Que sean honestos y se sumen a los independentistas». La percepción de una EH Bildu inerme ante el impulso de Podemos ha sido volteada por Otegi con un llamamiento directo y «desde el respeto» a la formación de Pablo Iglesias: «Quiero pedir a la nueva izquierda española que sea honesta, y que el día en que comprobéis que la democratización del Estado español es imposible, os suméis a los independentistas en las naciones sin Estado para hacer procesos constituyentes. Porque aquí sí hay relación de fuerzas». Una afirmación incuestionable (son datos) y con recorrido futuro.

ANTE EL PNV: «Nosotros somos los independentistas, ellos ya vendrán... o no vendrán». Consciente de la obsesión (mutua) de la izquierda abertzale con el PNV y los vaivenes que produce, en este caso el mensaje principal es precisamente que no hay mensaje. Cuando en Anoeta instó a abrir un «segundo frente» independentista al Estado, junto al de Catalunya, Otegi añadió: «Ya sé que algunos dirán:&flexSpace;‘Pero es que el PNV no quiere, pero es que el PNV no sé qué...’. ¡Nosotros somos los independentistas! Hagámoslo, y luego ya vendrán o no vendrán, pero vamos a ponerlo en marcha de una vez».

AUTOCRÍTICA: «Nuestro pueblo es nuestro único juez». Otegi ha revertido también el concepto de la necesidad de autocrítica, situándolo no en términos defensivos (a demanda del adversario/enemigo) sino ofensivos (para ganar adhesiones populares). «La autocrítica es un síntoma de fuerza, no de debilidad, y se hace ante el pueblo. Nacimos del pueblo y estamos y estaremos a su servicio. El pueblo es nuestro lehendakari, nuestra vanguardia y nuestro juez», ha dicho. Y añade aquí a la propia conciencia, que en concreto a Otegi le dice que «debimos dar antes el paso» del cambio de estrategia y el fin de la lucha armada: «Quizás no supimos interpretar durante años qué nos pedía nuestro pueblo».

ORGULLO: «La izquierda abertzale cumple, y por eso estamos orgullosos». A un sector político que no atravesaba su mejor momento, Otegi le ha recordado varios hechos objetivos, como que «hemos traído la paz» o que «tenemos cero casos de corrupción en 40 años gestionando grandes instituciones. Nosotros no decimos que no somos corruptos, sino que lo hemos demostrado». También ha recordado que «a nosotros la casta nos mete en la cárcel, porque somos peligrosos». Ha reivindicado a figuras históricas como Jon Idigoras, Jokin Gorostidi o Periko Solabarria («para mí ellos han sido lehendakaris»). Y emocionó al Velódromo al subrayar que «hace tiempo que perdimos el miedo».

NECESIDAD DE LUCHA: «Sonreíd porque vamos a pelear, y si peleamos, ganaremos». El giro dado a su leit-motiv habitual es mucho más que un retoque léxico: conlleva un llamamiento a la acción y es una proclama optimista, pero desde el realismo. En Elgoibar y Donostia, Otegi dijo que le gustaría limitarse al habitual «sonreíd porque vamos a ganar», pero que «creo que todavía no estamos en esa fase». Lo hizo tras afirmar que «nos quieren tristes y desilusionados, pero para tristes ya están ellos y ellas».

Esta apelación a la lucha se expresa también en la recuperación del «cuerpo a cuerpo» con la derecha española, a quien recordó que «terrorismo es Manuel Fraga Iribarne matando a trabajadores en Vitoria» y que «falsos» son quienes mintieron al pueblo sobre el 11M.

DEMOCRACIA: «Aceptaremos la decisión del pueblo deportivamente». Sin citar esta vez esta palabra tan frecuente en su vocabulario, Otegi ha devuelto a primer plano la necesidad de seducir para ganar. Siempre por procedimientos democráticos y poniendo más énfasis que nunca en el respeto a la voluntad del pueblo. Incluso con una llamada a «desdramatizar» sus efectos. Si Euskal Herria no quisiera ser independiente, «lo aceptaremos deportivamente», recalca.

 

De los 20.000 del Velódromo a los 38.000 de una entrevista en «prime-time»

La cifra de 20.000 asistentes al acto del Velódromo aportada por Sortu parece muy ajustada a la realidad. A los 8.500 que pudieron entrar al recinto se suman más de 2.000 en la carpa anexa y sus aledaños, y muchos miles que tuvieron que volverse a casa por no hallar sitio ni en una ni en otra. La expectación desbordó a los promotores. Sin duda, el recibimiento a Otegi hubiera llenado el mayor pabellón del BEC, recinto más potente usado en los últimos grandes actos políticos, como el de EH Bildu de la campaña de las municipales y forales de 2011 con cerca de 15.000 asistentes.

El del pasado sábado supone probablemente el mayor mitin en dos décadas, desde que HB abarrotó el entonces nuevo estadio de Anoeta con 30.000 personas en febrero de 1996, al calor de la represión desatada contra la Alternativa Democrática y que se había traducido en la detención de Jon Idigoras unos días antes. Solamente podrían haberlo superado algunas ediciones del Alderdi Eguna del PNV o el Aberri Eguna independentista, aunque las veces en que GARA ha podido medirlas, ambas han quedado debajo de esa cifra de 20.000.

El lehendakari de la CAV, Iñigo Urkullu, fue entrevistado este jueves en ETB en un intento de replicar el tirón de la salida de Otegi. Lo vieron desde su sillón 38.000 televidentes, menos del doble de los que acudieron al Velódromo a oír a Otegi en una lluviosa tarde de sábado.