Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Primavera en Normandia»

La nueva Madame Bovary es más divertida y sensual

Disfrutable versión moderna del clásico novelesco de Gustave Flaubert “Madame Bovary”, en otra de las refrescantes actualizaciones literarias procedentes de la creadora de cómics Posy Simmonds. Del mismo modo que aligeró el drama decimonónico de Thomas Hardy “Lejos del mundanal ruido”, y Stephen Frears hizo a partir de ese renovado material una viva comedia de enredo en “Tamara Drewe” (2010), Anne Fontaine toma prestada a su actriz principal Gemma Arterton para hacer lo propio y seguir aprovechando las infinitas posibilidades que plantea el juego metalingüistico entre literatura y cine, con la imaginación desbordada como nexo de conexión entre ambos medios.

En “Gemma Bovery” la actriz británica vuelve a proyectar la evolución de la mujer del siglo XXI sobre un personaje descargado de su fatalismo femenino de época, hasta el extremo de que hoy en día puede resultar grotesco. Pero la transformación de Madame Bovary en Miss Bovery sucede ante ojos masculinos, los de un empedernido lector normando fascinado por el hecho de vivir en las localizaciones del texto original. Y es así cómo Fabrice Luchini entra en un trance voyeurista, al no dar crédito a la reencarnación de su musa en una extranjera que apenas habla francés con un marcado acento inglés. A partir del instante en que la ve por primera vez se autoerige en su protector, con tal de liberarla del fatal destino que lleva implícito el verdadero bovarismo.

La fina ironía del tratamiento hace que él sea un intelectual reconvertido en panadero rústico, y así la extasiada contemplación de su musa saboreando el pan recién salido del horno conlleva a un tragicómico y absurdo desenlace en el que un trozo mal digerido de dicho manjar puede resultar letal. Y para redondear el relato no falta la referencia embromada a una nueva y rubia vecina tolstoiana, tal vez otra Anna Karenina.