Un clérigo asilvestrado y comprometido
Cuando alguien sigue siendo recordado 25 años después de su muertes, es porque ha dejado una profunda huella entre los que le conocieron personalmente o conocieron su obra literaria. Este es el caso de Patxi Larrainzar, que ha enraizado en la historia de este pueblo con el apelativo de «cura asilvestrado», o «clérigo asilvestrado», como solía llamarle su amigo Jesús Lezaun.
Ambos eran asilvestrados, sin duda; los dos habían nacido en la misma comarca de Tierra Estella y habían compartido inquietudes e ideales políticos en aquellos duros años del franquismo y de la transición. Y fue el propio Lezaun quien glosó su biografía en el prólogo del libro ‘‘Pega pero escucha’’, una obra de Patxi Larrainzar de la que la editorial Txalaparta hubo de sacar varias ediciones. Era el mismo título de un artículo que había escrito Larrainzar, un grito contra Gabriel Urralburu por proclamarse socialista y ejercer una política derechista cuando llegó a la presidencia del Gobierno de Nafarroa. «Pueden pegar pero tendrán que escuchar. Patxi tiene fe en un pueblo que por más que apaleado, acabará siempre dictando la última palabra», resumió el periodista Javier Sánchez Erauskin al glosar este libro.
La primera edición salió en mayo de 1991, apenas dos meses después de la muerte de Larrainzar. «Fue irreductible a todo modelo estereotipado que se le quisiera imponer. Fue, a no dudarlo, un provocador nato. No encajó nunca en los sistemas, ni eclesiásticos ni civiles», escribía Lezaun cuando aún no habían asimilado su muerte.
Y es que Patxi Larrainzar vivió tan solo 55 años. Casi siempre había estado delicado de salud, e incluso fue operado dos veces del estómago. Pero, como ahora recuerda su hermano gemelo Frumencio, que tiene 81 años, «tenía un espíritu muy fuerte, era un luchador nato».
Ese espíritu irreductible fue el que le impulsó a arremeter contra sus propios jerarcas si percibía que eran presuntuosos, ostentosos o prepotentes, y no tenía reparo en criticar al propio Papa Wojtyla o al arzobispo Cirarda por sus posturas contrarias a la sexualidad o a la teología de la liberación.
Frente a la actitud de los poderosos que se instalaban en un pedestal, él prefería el contacto directo con la gente de la calle. Siempre estaba dispuesto a prestar «ayuda silenciosa, minuciosa y aparentemente trivial, a los más marginados, los más solos, los más atrapados, los más débiles», según atestiguó Jesús Lezaun.
Una ayuda que consistía en cosas tan sencillas, y a la vez tan importantes, como «barrer la casa a la ancianita desvalida, en bañar al anciano solitario, en los inválidos a los que atendía con añeja solicitud, acompañaba a todas partes o los sacaba a pasear, en la visita a todos los enfermos en casa o en los hospitales».
Ese mismo espíritu crítico y comprometido le hacía sentarse junto a su vieja máquina de escribir para plasmar sus ideales, casi siempre en forma de dardos contra los poderosos. Fue precisamente su libro ‘‘Diario suburbano de Pamplona’’ lo que hizo que le quitasen la cátedra de profesor de literatura, alegando que quien escribía semejantes cosas «no podía ser formador de la juventud».
Pero Patxi Larrainzar siguió escribiendo, porque esa era una de sus pasiones y necesidades. Escribió durante años artículos dominicales en ‘‘Egin’’ que sonaban como latigazos contra los abusos de poder, escribió poesías, novelas y bellas liturgias, y escribió, sobre todo, obras de teatro que marcaron una época. Cada vez que ‘‘El Lebrel Blanco’’ representaba una obra suya, la sala se llenaba. ‘‘Navarra sola o con leche’’ fue la más sonada, pero también fueron muy conocidas ‘‘Carlismo y música celestial’’, ‘‘Utrimque Roditu’’ y ‘‘Pampilonia circus’’. Quienes vieron aquellas obras coincidirán, probablemente, en que siguen teniendo una gran actualidad.
«El teatro es hacer una mentira para poder decir una verdad», decía el propio Patxi Larrainzar, y él dijo muchas verdades. Las dijo contra la dictadura y contra la transición franquista, contra quienes negaban derechos democráticos, practicaban la tortura o la ocultaban, y también contra quienes se empecinaban en negar el carácter vasco de Nafarroa para imposibilitar la unidad de Euskal Herria.
«Se sentía vasco por los cuatro costados, y a la vez, por ser un vasco de ‘raza’, se sentía universalista y nada en el mundo le era ajeno». Así lo constató Lezaun, quien resumió la personalidad de Patxi Larrainzar con estas palabras: «Fue un hombre singular, infrecuente, nada convencional, desaprovechado al máximo mientras vivió, pero que merece ser conocido, so pena de que, siguiendo nuestra enana costumbre, tengan que venir otros a decirnos cuáles son nuestros tesoros».
Por suerte, no han sido otros, sino los propios navarros, quienes hoy en día siguen reconociendo y homenajeando a aquel clérigo de salud débil y espíritu fuerte que hace un cuarto de siglo llevó a los escenarios temas que todavía se debaten en el día a día. Esas obras reflejaron sus preocupaciones y las de buena parte de la sociedad navarra, les dio forma literaria y las subió al escenario para disfrute de todos. Era un teatro didáctico, pero al mismo tiempo ameno, unas veces de sonrisas, otras de risas y en ocasiones de risotadas, como cuando satirizaba a políticos derechistas de la época y el público no podía contener las carcajadas. Eran años sin dictadura pero también sin democracia, una especie de «dictablanda» en la que Larrainzar aprovechó su ingenio ácido y sarcástico para ridiculizar a quienes abusaban de su poder en beneficio propio o hacían ostentanción de él.
Algunas de las obras que escribió siguen inéditas. Quizás sería una buena ocasión aprovechar este aniversario para darlas a conocer, e incluso, por qué no, para convocar el ‘‘Premio Patxi Larrainzar’’ de teatro. Serviría para animar a otros autores a escribir obras que entronquen con el espíritu rebelde de un clérigo asilvestrado y comprometido.
El Teatro Gayarre le recuerda hoy con una obra especial
«Leyendo a Patxi Larrainzar. Pecados escénicos de un cura asilvestrado», es el título de la obra que se representará esta tarde en el Teatro Gayarre de Iruñea para homenajearle y recordarle cuando se cumplen 25 años de su muerte. Se trata de un montaje que incluye textos de algunas de las obras teatrales más conocidas de Patxi Larrainzar, como «Navarra sola o con leche», «Carlismo y música celestial», «Utrimque roditur», «Pampilonia circus» y «Pamplona detrás del telón». El autor de este montaje es Víctor Iriarte y la dirección corre a cargo de Ignacio Aranguren. Ocho intérpretes se encargarán de la representación y de entonar algunas de las canciones que Alfonso Ortiz escribió para la obra «Carlismo y música celestial». Además, el vestíbulo del Gayarre acogerá una pequeña exposición de materiales relacionados con la creación teatral de Patxi Larrainzar, un autor humilde que siempre repudiaba la ostentación y de quien apenas se conservan unas pocas fotografías.I. V.
«Pega pero escucha», los «zartakos» de un rebelde con causas
CONFLICTO VASCO
«Recuerdo que de crío, cuando jugábamos al fútbol y nos enzarzábamos en alguna trifulca con patadas a la espinilla, nuestro árbitro, un vecino con buena voluntad aunque ignorante del reglamento, detenía el juego con silbidos y nos proponía: ‘Ahí ha pasado algo. A ver, decid’. Y de esta manera tan ingenua como eficaz, eliminaba el zafarrancho y la diversión podía continuar. Y me viene esta escena a la memoria cada vez que en el País Vasco se produce alguna trifulca que pone los pelos de punta (...) ¿Será mucho pedir que alguien detenga el jueguecito por un momento siquiera y haga explicarse a los combatientes ante todo el público asistente? Porque, si uno no está mal enterado, desde el filósofo más conspicuo hasta el pedáneo que diserta en la barra del bar, todos están de acuerdo en esta simpleza: que cuando se produce un efecto, alguna causa lo genera».
TORTURA
[Al PSOE] «Pero mira, hay una cosita, casi una tontada, que no puedo perdonaros, por muy blandulento que me ponga y en plan navideño y amerengado. Ya veis que paso por todo; que en vez de romper la espina dorsal a los poderes corrompidos, hayáis roto la crisma a las clases dominadas; y que mintáis con descaro, violéis acuerdos, traicionéis juramentos, corrompáis conciencias y lo ensuciéis todo (...) Cierro los ojos y tapo las narices, y vaya, que uno ya ha cumplido los 50 y conoce el percal. Ahora bien, jamás podré perdonaros, jamás, aunque en adelante fueráis los mejores socialistas del mundo y defendieráis al pueblo y los pueblos de España, y visitárais a los huérfanos y las viudas... jamás os podré perdonar que se continúe torturando a los detenidos, ¡jamás de los jamases!».
PRESOS
«Recuerdo haber leído no sé dónde que ‘el pueblo más libre es el que tiene más presos en la cárcel’. Y estos días en que amasamos como pan tierno ese recordatorio especial para los presos de Euskalherria, apedazados por toda la geografía del planeta, me viene a la memoria esta frase a primera vista contradictoria pero verdadera como pocas, y emocionante como ninguna para cualquier vasco que se precie de serlo».
OPUS DEI
[De su ‘‘Testamento’’] «Cuando yo muera, os evitaré ir al cementerio pues ya sabéis que he dejado mi cuerpo a la facultad de Medicina. Así que echadme en la piscina de formol para que se cumpla mi más profundo anhelo: que los del Opus me toquen los cojones y ya de paso se contagien con la gonorrea de la heterodoxia y el sida de la insurrección».
SANFERMINES
«Así que ya está decidido y propongo el cambio a nuestro ayuntamiento iruñés; encorrer y torear personas en vez de toros. Es mucho más refinado y excitante. Pero incluso podíamos aprovechar ya la ocasión para sustituir los toros –enemigo simulado– por los reales adversarios del pueblo (....), para que así pueda seguir haciendo su anual purga catársica pero sin pecar ya de salvajismo primitivo, al igual que nuestros nuevos y delicados socios de club y alterne. ¿Y cómo se imaginan ustedes los corralillos de la Rotxapea en las vísperas sanfermineras, habitados por manadas de rumiantes de las camadas más rollizas de la sociedad? (...) ¿Y se los figuran corriendo por Estafeta con sus espléndidas y exactas arrobas, festoneadas con los faldones del esmoquin, y luego en la plaza recibiendo en todo lo alto de sus ilustres costillares la estocada de este pueblo, por fin europeo y por fin civilizado?».
ESTUPIDEZ HUMANA
«Ya conocen ustedes la historieta: la hermana portera del convento corre hacia la superiora con la gran revelación: ‘Reverenda madre, he visto al jardinero meando, perdón, haciendo sus aguas menores en la huerta, ¡y qué maravilla, oiga! resulta que los hombres tienen un aparatico de lo más ocurrente para mear, perdón, para desahogar la zambomba, es una verdadera virguería, le aseguro, ¿no lo conoce usted? ay madre, pues si viera lo cómodo y aparente que es, ¡pero qué cosas hace el buen Dios!’. Y cuando uno está que se sobra como la leche hirviendo, al ver las barrabasadas que se perpetran contra este pueblo, se acuerda de la anécdota de la monjita y se dice: Pero señor, con lo bien dotado que está el ser humano en general y el individuo macho en particular para atinar derechamente al objetivo, ¿cómo es que están meando tan fuera del tiesto a toda hora y en cualquier posición?».
GUERRA DEL GOLFO
«El problema aquí, como el de todas las guerras, es evidentemente teológico, pues todo depende de qué dios sea más poderoso: si el que adora Hussein o el que Bush manda camelar con rezos (...) Pero situándonos en el plano terrenal y pedáneo, es otra cuestión teológica la que me tiene estos días arrodillado y metafísico. A saber, los combatientes que mueren bajo el ala protectora de Alá se van todos al paraíso musulmán, donde les esperan mórbidas huríes (a cuatro por barba, ¡qué grande es Alá!) (...) Pero, ¿qué suerte les espera a los soldados del Occidente cristiano? (...) Por fuerza se van derecho y con las botas puestas al infierno, ‘donde no hay más que llanto y crujir de dientes’».
CAPITALISMO
«O impartes revolución o impartes esclavitud, todo lo dulce que se quiera, pero esclavitud al fin. ¡Ah, por favor, en Europa los esclavos tienen coche y pueden regalar lencería fina a su pareja, y con la revolución vas a perder el coche y la querida, así que vade retro!»

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