Cuba
Obama llegó a La Habana con la lluvia. Un buen augurio según las creencias ancestrales. El compañero Barak es una sonrisa y una voz que se metabolizan perfectamente con el paisaje habanero. Con su familia podría formar parte de una magnífica postal turística. ¿No es esa su misión? Han crecido de manera exponencial los turistas norteamericanos en los últimos meses. Los empresarios de la hostelería saldrán pasado mañana con licencias para edificar en los paraísos más recónditos de una Cuba que recela, pero que se siente esperanzada porque tras la lluvia suele venir una buena cosecha.
Algo está pasando para que desde la parte más ultraconservadora de esa cubanidad metamorfoseada en Miami se reaccione de una manera tan virulenta llamando traidor al presidente Obama. La disidencia interna cubana se siente extraña, incluso desubicada ante los acontecimientos que se suceden con una celeridad histórica. Todos esperan señales relevantes en el humo de los puros habanos que se consuman en las terrazas blindadas, se atiende de manera casi religiosa a los gestos más nimios por si se apunta algo del futuro, se confía de manera ciega en la diplomacia del daiquiri. Algo ha sucedido y estamos todavía en la fase descriptiva, pero nos llegará la epifanía analítica en unos cuantos telediarios. Y todos tendremos una nueva ocasión de contradecirnos.
Cuba está en las portadas, abre los noticiarios, se promociona desde el Air Force One como soporte de un universal spot publicitario. A Nicolás Maduro le han dejado una figuración en esta puesta en escena para dejarnos claro que Fidel está muy mayor, en silla de ruedas, con su chándal entreguista. Cuba, siempre será Cuba. Los cubanos decidirán según sus criterios y su confianza en el mercado que se abre como un bello espejismo.
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