La danza protagonizó la XIX edición de los Premios Max no solo porque la gala giró en torno a ella sino porque la más premiada fue “Pinoxxio”, una versión bailada del clásico de Collodi destinada al público infantil, que se hizo con 7 de los 9 premios a los que optaba.

“La piedra oscura”, del Centro Dramático Nacional y Lazona, fue el segundo montaje más galardonado, al lograr 5 de los 6 Max a los que era candidato, entre ellos el de Mejor Espectáculo de Teatro.

La ceremonia tuvo una destacada presencia vasca. Dirigida por Jon Maya y Fernando Bernués, actuaron Itziar Mendizabal (primera bailarina del Royal Ballet de Londres), y Asier Etxeandia, entre otros. La gala tuvo una gran agilidad y un ritmo que, según reconoció la premio de Honor, Lola Herrera, «es poco frecuente» en estas ceremonias.

Herrera, recibida con el teatro en pie, confesó que el premio la llena de alegría tras «un largo camino, en una carrera de fondo sin relevos. Es un privilegio estar a los 80 cumplidos disfrutando de los escenarios», dijo.

Los premios a mejor actor protagonista y actriz protagonista fueron para Pepe Viyuela (“Rinoceronte”) y Aitana Sánchez-Gijón (“Medea”).

Los dos nominados vascos –Gorakada, por su obra “Moby Dick” y Alfredo Sanzol, por el montaje “Edipo Rey”– se volvieron de vacío de la gala de los Max.

María Esteve, ante la imagen de su padre, Antonio Gades, leyó una carta suya en la que aseguraba que el baile «es como una infección» y que bailar es «una de las responsabilidades mas grandes que se puede tener, porque se ha tomado del pueblo».